/ jueves 23 de mayo de 2019

Parteras y curanderos

¡Qué Hay de Nuevo…Viejo!

¿Cuánto se avanzó en lo relacionado a la medicina?, realmente lo comprobamos con la esperanza de vida actual marcada con 115 años aproximadamente.

Los médicos alcanzaron un alto reconocimiento profesional y prestigio social en el México del siglo XIX. Parte de esta reputación la obtuvieron gracias a que contrapusieron su saber académico a las prácticas de aquellos que denominaron como “personas sin estudios y sin práctica científica” que invadían el ejercicio de una profesión y que fueron tachados despectivamente como ignorantes, curanderos, yerbateros o charlatanes. Para los médicos, estos individuos eran sumamente nocivos para la población, pues sostenían supersticiones y “consejos ridículos”, que simplemente no se basaban en una explicación científica.

Eran una gran plaga que explotaba la ignorancia del vulgo ministrándoles multitud de preparaciones, panaceas y parches “cuyas supuestas propiedades anuncian con voz ronca y destemplada, por calles y plazas, gritando: “remedios pal aigre, pa las riumas, pal dolor de costado, pal hígado, pal bazo>”. <Una gran amiga de Chiapas, me relató una vivencia muy peculiar, me dice que ella era una niña, y llegó el circo a Tuxtla y con la curiosidad, se acercaron a ver lo que bajaban del camión ella se asomo a una caja y ve a una culebra, salió corriendo a su casa y su mamá llamó a la curandera para que la curara de espanto. También hago mención que con el sismo del 19s en Jojutla había mucha gente formada afuera de una casa, esperando su turno para que los curaran de espanto.

Las parteras empíricas o comadronas fueron desde el virreinato un blanco ideal para este tipo de ataques. En primer lugar siempre estuvieron vigiladas de cerca por las autoridades, por lo tanto, ya fuera en el siglo XVI o en el XIX, cuando ellas atendían algún parto que terminaba en tragedia, los médicos no dudaban en acusarlas de inexpertas, de hechiceras o de brujas. Una de las prácticas que escandalizaban a los galenos fue “ el misterioso baño que toman las preñadas y paridas, maestreando las ceremonias una viejecita ignorante y ridículamente supersticiosa”. Una mujer que estuvo a favor de darlas a las parteras empíricas reconocimiento fue María Esther Zuno de Echeverria, en sus giras por las comunidades indígenas, comentaron que la partera les dijo que después de cortar el cordón umbilical es muy bueno colocar una telaraña para cauterizar y parar el sangrado o también si el niño viene sentado, poner a gatear a la madre para que el bebe se coloque en la posición correcta.

Así mismo los abortivos y brebajes absurdos junto con la manteada que aún causa tantas víctimas entre la gente ignorante y pobre que consistía en levantar en alto a la preñada, tomándola con ambas manos por la cabeza, meneándola en un petate para que se acomodara el niño. Los recién nacidos también eran objeto de prácticas “supersticiosas” como vestirlos con camisas teñidas con añil, “dizque para evitar que les dieran las alferesias” una enfermedad de la infancia, caracterizada por convulsiones y pérdida del conocimiento

quehaydenuevoviejo760@yahoo.com.mx

¿Cuánto se avanzó en lo relacionado a la medicina?, realmente lo comprobamos con la esperanza de vida actual marcada con 115 años aproximadamente.

Los médicos alcanzaron un alto reconocimiento profesional y prestigio social en el México del siglo XIX. Parte de esta reputación la obtuvieron gracias a que contrapusieron su saber académico a las prácticas de aquellos que denominaron como “personas sin estudios y sin práctica científica” que invadían el ejercicio de una profesión y que fueron tachados despectivamente como ignorantes, curanderos, yerbateros o charlatanes. Para los médicos, estos individuos eran sumamente nocivos para la población, pues sostenían supersticiones y “consejos ridículos”, que simplemente no se basaban en una explicación científica.

Eran una gran plaga que explotaba la ignorancia del vulgo ministrándoles multitud de preparaciones, panaceas y parches “cuyas supuestas propiedades anuncian con voz ronca y destemplada, por calles y plazas, gritando: “remedios pal aigre, pa las riumas, pal dolor de costado, pal hígado, pal bazo>”. <Una gran amiga de Chiapas, me relató una vivencia muy peculiar, me dice que ella era una niña, y llegó el circo a Tuxtla y con la curiosidad, se acercaron a ver lo que bajaban del camión ella se asomo a una caja y ve a una culebra, salió corriendo a su casa y su mamá llamó a la curandera para que la curara de espanto. También hago mención que con el sismo del 19s en Jojutla había mucha gente formada afuera de una casa, esperando su turno para que los curaran de espanto.

Las parteras empíricas o comadronas fueron desde el virreinato un blanco ideal para este tipo de ataques. En primer lugar siempre estuvieron vigiladas de cerca por las autoridades, por lo tanto, ya fuera en el siglo XVI o en el XIX, cuando ellas atendían algún parto que terminaba en tragedia, los médicos no dudaban en acusarlas de inexpertas, de hechiceras o de brujas. Una de las prácticas que escandalizaban a los galenos fue “ el misterioso baño que toman las preñadas y paridas, maestreando las ceremonias una viejecita ignorante y ridículamente supersticiosa”. Una mujer que estuvo a favor de darlas a las parteras empíricas reconocimiento fue María Esther Zuno de Echeverria, en sus giras por las comunidades indígenas, comentaron que la partera les dijo que después de cortar el cordón umbilical es muy bueno colocar una telaraña para cauterizar y parar el sangrado o también si el niño viene sentado, poner a gatear a la madre para que el bebe se coloque en la posición correcta.

Así mismo los abortivos y brebajes absurdos junto con la manteada que aún causa tantas víctimas entre la gente ignorante y pobre que consistía en levantar en alto a la preñada, tomándola con ambas manos por la cabeza, meneándola en un petate para que se acomodara el niño. Los recién nacidos también eran objeto de prácticas “supersticiosas” como vestirlos con camisas teñidas con añil, “dizque para evitar que les dieran las alferesias” una enfermedad de la infancia, caracterizada por convulsiones y pérdida del conocimiento

quehaydenuevoviejo760@yahoo.com.mx

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