UN RECIENTE ESTUDIO DE LA UNAM, nos revela que, cerca del 2 por ciento de la población mundial padece trastorno límite de la personalidad (TLP); una patología que se caracteriza por un patrón de inestabilidad en el estado del ánimo y en las relaciones interpersonales. Quienes lo padecen, suelen autolesionarse y tener conductas impulsivas, incluso llegar a intentos de suicidio. Son irritables, reactivos emocionalmente, impulsivos, irascibles y explosivos.
De acuerdo a la Máxima Casa de Estudios de este país, el TLP, se presenta con mayor frecuencia en ellas, alrededor del 75 por ciento de los casos…
Estas pacientes suelen ser consideradas de alto riesgo,ya que tienden a la agresividad y, en ocasiones a la violencia de todo tipo, incluida la física
Esto, generalmente se diagnostica hasta la adultez, cuando las características propias de la forma de ser de los individuos se han consolidado, aunque pueden existir indicios desde la adolescencia.
Actualmente, en las urgencias de los hospitales, o en las consultas privadas y en las unidades de salud mental en general, existe un gran número de personas (y familiares) que demandan ser atendidos de forma desesperada.
Presentan una especie de caos emocional que interfiere enormemente en la forma de llevar la vida cotidiana con normalidad (dificultad para centrarse en los estudios, mantener un empleo, cambios constantes de objetivos y aspiraciones, problemas en las relaciones personales y en especial para mantenerse con vida sin hacerse daño).
Generalmente se sienten solos, incomprendidos, confusos, perdidos, incompletos, abandonados y no entienden qué les ocurre. Se trata de personas especialmente vulnerables y sensibles.
Muchas de estas personas tienen un amplio historial clínico con frecuentes ingresos en urgencias por autolesiones recurrentes, intentos de suicidio, intoxicación por abuso de sustancias o episodios agresivos, que ponen en peligro su vida y en ocasiones, la de los demás.
Muchos dicen no encontrar una identidad propia ni una explicación a su sensación de vacío, a sus reacciones impulsivas de ira o de autodestrucción.
Generalmente son conscientes de que su percepción de la realidad es otra a la que tienen las demás personas. Pero saber esto no les hace sentir más comprendidos, sino todo lo contrario.
Lo suelen expresar en frases como: "sé cómo debería de ser, qué tendría que hacer, qué sería normal que sintiera así, pero soy incapaz, me resulta totalmente imposible".
Es común encontrar un gran abanico de variedades diagnósticas en torno a ellos: anorexia, bulimia, depresión, toxicomanía, ludopatía, cleptomanía, diferentes cuadros de ansiedad, trastorno bipolar y más.
Cualquier atisbo de duda que pueda surgir referente a un correcto diagnóstico con estas personas durante un ingreso hospitalario, se incrementará si se observa la conducta del paciente, por su gran capacidad de mimetismo y sus intentos desesperados por buscar una identidad (su propia identidad).
Cuando una persona no tiene una identidad definida y no encuentra una explicación a lo que le ocurre suele “buscar” pistas en los demás…
De modo que, si usted conoce a alguien con estas características, o usted las tiene; no dude en acudir a un psicólogo o psiquiatra, para una atención de urgencia…Ah,y no hay que temerle a los especialistas en el estudio del comportamiento humano… los profesionales de la SALUD MENTAL, siempre están dispuestos a ayudarnos a mejorar nuestra calidad de vida…