/ lunes 3 de mayo de 2021

 Un héroe mexicano en la II Guerra Mundial

Las vueltas que da la vida

No sé qué pasa en estos tiempos queridos lectores. Hay héroes de papel o con pies de barro que son halagados y ensalzados sin ton ni son. Y otros que lo son de verdad…ni quién los recuerde.

Ahí tenemos el caso del don Gilberto Bosques Saldívar (Chiautla, Puebla1892-CDMX 1995), además de reconocido diplomático, profesor, legisldor, revolucionario, periodista, escritor y probablemente uno de los diplomáticos mexicanos más importantes del siglo XX, cuando fue nombrado por el entonces presidente de México Lázaro Cárdenas del Río, Cónsul General de México en Francia, donde permaneció desde 1939 hasta 1942 teniendo a la Gestapo encima comenzó su labor de salvamento de personas non gratas para los alemanes extendiéndoles visas de salida rumbo a México. Bosques, el también llamado “Schindler mexicano”, aunque el empresario alemán salvó a 1,400 judíio y Bosques Saldívar logró salvar a 40 mil personas entre judíos de varias nacionalidades y unos 5,000 españoles republicanos, pero lo que es la vida, el 4 de julio de 1995 que muere, el gobierno austriaco impuso a una de sus calles en el Distrito 22 de Viena el nombre de Paseo Gilberto Bosques y las embajadas de Alemania y Francia en México al premio franco-alemán de los Derechos Humanos creado en 2013, le impusieron el nombre de Gilberto Bosques.

En cambio para las autoridades en México, sólo un centro de estudios del Senado lo recuerda y fuera de ahí casi nadie reconoce su nombre ni mucho menos sabe de su grandeza. A Bosques conocido como el Schindler mexicano, aunque el alemán sólo salvó a 1,200 judíos y el mexicano Bosques salvó a 40 mil durante el período más álgido de la guerra y estando en un país invadido por los nazis. Fíjense su proeza. Cómo cónsul general en Francia, brindó refugio, otorgó visas a quienes huían del nazismo muchas veces en contra de las propias leyes migratorias.

Ya la escritora Mónica Castellanos en su novela histórica “Las horas que nos robaron”, Grijalbo, destaca cómo, a través de los engranajes de la diplomacia y apoyado siempre por el general Lázaro Cárdenas del Río, se puso al servicio de quien lo necesitara sin importar religión o nacionalidad. Pese a su vocación de profesor de escuela, en 1910 se une al levantamiento de Aquiles Serdán y años después se suma a la causa carrancista se decanta por la política y allí permaneció siempre. Hombre de izquierdas, poeta y adepto del estridentismo, Bosques admiraba la vocación de servicio de Alfonso Reyes, Antoniio Caso y José Vasconcelos, como ellos quería ser el arquitecto de una nación.

Pese a que nunca comulgó con Plutarco Elías Calles, su afinidad con Cárdenas fue inmediata. Platicaron largas horas tanto en la casa del general Cárdenas en la calle Cerritos 187 o en su finca de Palmira, pláticas que lo acercaron a don Lázaro. Tanto que lo envía el entonces presidente Cárdenas en 1939 a Francia con una misión: salvar la mayor cantidad de vidas posibles. Junto a su familia, Bosques llega el primer día de ese año nueve meses después Hitler invade Polonia. Tuvo que huir de París a Marsella donde rentó una pequeña cochera para que sirviera como sede del nuevo consulado. Desde ese modesto lugar otorgó discreta y calladamente más de 40 mil visas a hombres, mujeres, niños y ancianos que escapaban del Holocausto nazi y del franquismo. Gracias a él, cerca de 5 mil republicanos españoles abordaron el Sinala rumbo a México. En ese barco llegaron hombres como los poetas y filósofos Ramón Xirau, Pedro Garfias y Tomás Segovia, por mencionar sólo algunos.

Con dinero del gobierno mexicano rentó los castillos franceses de Montgrand y Reynarde donde dio alojo a cientos de judíos que se libraron de padecer los horrores de la guerra a los que proporcionó comida, agua caliente y atención médica donde a través de huertos y granjas formaron una economía de subsistencia. Gilberto Bosques no sólo fue un hombre comprometido con su país, sino lo fue con la humanidad. En 1943, luego de que México fuera declarado enemigo del Tercer Reich, Bosques y su familia fueron arrestados por la Gestapo. Un año después fueron canjeados por un grupo de prisioneros alemanes y Bosques y su familia abordaron el buque Gripsholm rumbo a Nueva York. Su siguiente parada fue en la estación ferroviaria de Buenavista en la CDMX, donde más de ocho mil personas de las 40 mil que había salvado lo fueron a recibir en su nueva patria que gracias a Bosques formaron en México con sus familias. Y hasta el próximo lunes queridos amigos.


No sé qué pasa en estos tiempos queridos lectores. Hay héroes de papel o con pies de barro que son halagados y ensalzados sin ton ni son. Y otros que lo son de verdad…ni quién los recuerde.

Ahí tenemos el caso del don Gilberto Bosques Saldívar (Chiautla, Puebla1892-CDMX 1995), además de reconocido diplomático, profesor, legisldor, revolucionario, periodista, escritor y probablemente uno de los diplomáticos mexicanos más importantes del siglo XX, cuando fue nombrado por el entonces presidente de México Lázaro Cárdenas del Río, Cónsul General de México en Francia, donde permaneció desde 1939 hasta 1942 teniendo a la Gestapo encima comenzó su labor de salvamento de personas non gratas para los alemanes extendiéndoles visas de salida rumbo a México. Bosques, el también llamado “Schindler mexicano”, aunque el empresario alemán salvó a 1,400 judíio y Bosques Saldívar logró salvar a 40 mil personas entre judíos de varias nacionalidades y unos 5,000 españoles republicanos, pero lo que es la vida, el 4 de julio de 1995 que muere, el gobierno austriaco impuso a una de sus calles en el Distrito 22 de Viena el nombre de Paseo Gilberto Bosques y las embajadas de Alemania y Francia en México al premio franco-alemán de los Derechos Humanos creado en 2013, le impusieron el nombre de Gilberto Bosques.

En cambio para las autoridades en México, sólo un centro de estudios del Senado lo recuerda y fuera de ahí casi nadie reconoce su nombre ni mucho menos sabe de su grandeza. A Bosques conocido como el Schindler mexicano, aunque el alemán sólo salvó a 1,200 judíos y el mexicano Bosques salvó a 40 mil durante el período más álgido de la guerra y estando en un país invadido por los nazis. Fíjense su proeza. Cómo cónsul general en Francia, brindó refugio, otorgó visas a quienes huían del nazismo muchas veces en contra de las propias leyes migratorias.

Ya la escritora Mónica Castellanos en su novela histórica “Las horas que nos robaron”, Grijalbo, destaca cómo, a través de los engranajes de la diplomacia y apoyado siempre por el general Lázaro Cárdenas del Río, se puso al servicio de quien lo necesitara sin importar religión o nacionalidad. Pese a su vocación de profesor de escuela, en 1910 se une al levantamiento de Aquiles Serdán y años después se suma a la causa carrancista se decanta por la política y allí permaneció siempre. Hombre de izquierdas, poeta y adepto del estridentismo, Bosques admiraba la vocación de servicio de Alfonso Reyes, Antoniio Caso y José Vasconcelos, como ellos quería ser el arquitecto de una nación.

Pese a que nunca comulgó con Plutarco Elías Calles, su afinidad con Cárdenas fue inmediata. Platicaron largas horas tanto en la casa del general Cárdenas en la calle Cerritos 187 o en su finca de Palmira, pláticas que lo acercaron a don Lázaro. Tanto que lo envía el entonces presidente Cárdenas en 1939 a Francia con una misión: salvar la mayor cantidad de vidas posibles. Junto a su familia, Bosques llega el primer día de ese año nueve meses después Hitler invade Polonia. Tuvo que huir de París a Marsella donde rentó una pequeña cochera para que sirviera como sede del nuevo consulado. Desde ese modesto lugar otorgó discreta y calladamente más de 40 mil visas a hombres, mujeres, niños y ancianos que escapaban del Holocausto nazi y del franquismo. Gracias a él, cerca de 5 mil republicanos españoles abordaron el Sinala rumbo a México. En ese barco llegaron hombres como los poetas y filósofos Ramón Xirau, Pedro Garfias y Tomás Segovia, por mencionar sólo algunos.

Con dinero del gobierno mexicano rentó los castillos franceses de Montgrand y Reynarde donde dio alojo a cientos de judíos que se libraron de padecer los horrores de la guerra a los que proporcionó comida, agua caliente y atención médica donde a través de huertos y granjas formaron una economía de subsistencia. Gilberto Bosques no sólo fue un hombre comprometido con su país, sino lo fue con la humanidad. En 1943, luego de que México fuera declarado enemigo del Tercer Reich, Bosques y su familia fueron arrestados por la Gestapo. Un año después fueron canjeados por un grupo de prisioneros alemanes y Bosques y su familia abordaron el buque Gripsholm rumbo a Nueva York. Su siguiente parada fue en la estación ferroviaria de Buenavista en la CDMX, donde más de ocho mil personas de las 40 mil que había salvado lo fueron a recibir en su nueva patria que gracias a Bosques formaron en México con sus familias. Y hasta el próximo lunes queridos amigos.


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