World Press Photo premia los trabajos más emotivos

El jurado eligió “imágenes que creemos fueron hechas con un respeto e integridad”, dice su presidenta

Úrsula Medina / El Sol de México

  · viernes 19 de abril de 2024

Lee-Ann Olwage, ganó en la categoría Historia por “valim-babena” FOTO: Cortesía

Una imagen tomada por Mohamed Salem –desplegada en la portada de esta edición de El Sol de México–, que el fotoperiodista palestino de la agencia Reuters radicado en la Franja de Gaza describe como “un momento poderoso y triste”, de la situación de guerra en la zona, ganó el premio del prestigiado certamen World Press Photo.

La fotografía capta a una mujer palestina que abraza el cuerpo sin vida de su sobrina en la morgue, que había desaparecido tras un ataque. "Estos trabajos seleccionados son un tapiz de nuestro mundo actual, centrados en imágenes que creemos fueron hechas con un respeto e integridad que podrían hablar universalmente y resonar mucho más allá de sus orígenes”, apunta Fiona Shields, presidenta de la organización, en su sitio oficial.

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El proyecto “Las dos paredes”, del fotógrafo Alejandro Cegarra, colaborador de The New York Times y Bloomberg, recibió el premio al Proyecto a Largo Plazo. La secuencia comprende imágenes de viajeros en "la Bestia", migrantes en espera de asilo en campamentos improvisados, o intentando escalar el muro fronterizo, entre otras.

Su proyecto inició en 2018, un año después de que él mismo migrara de Venezuela a México. “Su trabajo documenta la difícil situación de las comunidades de migrantes profundamente vulnerables con respeto y sensibilidad. A través de su fotografía, espera fomentar una mayor comprensión, empatía y solidaridad hacia quienes se encuentran en la primera línea de la crisis migratoria global”.

La sudafricana Lee-Ann Olwage, ganó en la categoría Historia por “valim-babena”, que retrata la vida cotidiana de Paul Rakotozandriny, “Dada Paul”, un hombre de 91 años que vive con demencia desde hace 11 años y está al cuidado de su hija Fara Rafaraniriana. “Durante nueve de esos años, nadie supo que “Dada Paul” estaba enfermo. Sus 10 hijos asumieron que se había ‘vuelto loco’ o atribuyeron los síntomas al consumo excesivo de alcohol. Sólo su hija Fara notó algo diferente cuando su padre, un chofer jubilado, no pudo encontrar el camino a casa después de recogerla del trabajo un día. Nunca había oído hablar de los términos demencia o Alzheimer, pero le aconsejaron que se pusiera en contacto con Masoandro Mody, la única organización en Madagascar que brinda apoyo y capacitación a familiares de personas que viven con demencia”, describe la organización.