/ viernes 8 de marzo de 2019

El beisbol, mi amor eterno: Chabelo

Isabel López Flores fue futbolista y boxeador, hasta que a los 15 años se enamoró de la pelota caliente

Para el cuautlense Isabel López Flores su amor eterno en la vida es el beisbol. Él es uno de los integrantes de la vieja guardia que aún sobrevive de aquella gran camada del año 1945 del que surgieron grandes equipos como Ferronales, Cardenales y la Abeja de Casasano en esta región Oriente.

En los dos primeros conjuntos militó Chabelo como se le conoce en el mundo beisbolero. Ya retirado de las canchas, estuvo por cerca de 30 años dedicado al ampayeo, hasta que dejó la actividad ante el fallecimiento de su segunda esposa hace poco más de una década.

Con una mirada cargada de nostalgia, Chabelo sentado en un sillón de su casa, y observando una vieja foto de los años 50 cuando militaba en el Ferronales, confiesa “para mí el beisbol ha sido parte de mi vida, mi amor eterno que me dio muchos alegrías, sinsabores, y sobre todo muchos amigos y compadres. Hoy sólo me queda estar en los partidos desde fuera, la edad no me permite más a mis casi 89 años; gracias a Dios todavía voy a los parques de beisbol rodeado de mis amigos a seguir disfrutando de mi deporte favorito”.

HISTORIA

Isabel nació en julio de 1930 en un domicilio del centro de Cuautla ubicado sobre la calle Escolta de Morelos. Fue el menor de una nutrida familia de nueve hijos. Su padre murió cuando apenas tenía cinco años de edad y se acababan de mudar al domicilio que desde entonces ocupa en San José, hoy colonia Gabriel Tepepa. Su madre se volvió a casar y tuvo otros cinco hermanos.

La casa que habita desde entonces, se encuentra a escasos metros de lo que hoy es la Unidad Deportiva de Cuautla. En aquél entonces, 1935, en este terreno recién donado por el ejido de San José para la práctica deportiva, se jugaba mucho beisbol, incluso más que el fútbol en unos años donde el Arroceros Cuautla de Segunda División todavía no existía, pues el equipo empezó su andar profesional hasta el año de 1952.

Así, el beisbol dominaba en la rustica Unidad Deportiva con dos áreas de juego.

Para entonces Isabel empezaba a practicar deportes como el fútbol en categorías infantiles y poco después el boxeo, animado por su hermano mayor de nombre Fernando.

DOÑA BLANCA

Sin embargo Chabelo, ya entrando a la adolescencia, conoció a “doña banca”, la pelota de beisbol; a los 15 años quedó flechado por este deporte pues asegura “a partir de ese momento, se convirtió en mi gran pasión, mi amor eterno”.

En sus inicios asegura que ante la precaria situación económica y lo costos del equipo para practicar, él y sus compañeros jugaban con un pedazo de sábana amarrada en las manos en lugar de manoplas, y en su caso, sin zapatos de beisbol (spikes) pues jugaba descalzo.

Su primer equipo, recuerda, se llamó Cardenales, pero poco después pasó a ser parte de un conjunto formado en su mayoría por trabajadores ferrocarrileros, los Ferronales, de quien empezó a recibir apoyo para jugar uniformado y con los aditamentos propios de la disciplina.

Con esta escuadra vivió toda una época al convertirse en un equipo ganador, ligando hasta nueve títulos consecutivos en la Liga de Cuernavaca.

En Cuautla no existía liga, hasta que en 1960 se abrió la primera con el nombre de uno de sus excompañeros, Manuel Castolo, quien muriera un lustro antes cuando calentaba para jugar un partido en la Unidad Deportiva. Ya con liga local, Ferronales se mudó a Cuautla y siguió su dominio ligando varios torneos con la conquistas de campeonatos.

A la par del beisbol, en su etapa ya adulta, Chabelo con su primera esposa con la que procreó tres hijos y uno falleció (le sobrevivieron dos mujeres), abrió un negocio de venta de ropa, hasta que años más tarde surgió la oportunidad de trabajar en la capital del país en una fábrica de chocolates de la marca Azteca, donde también formó parte de un equipo que jugaba en una liga del entonces Distrito Federal.

Los fines de semana venía a Cuautla y se traía a cuatro peloteros de aquella fábrica para jugar en el equipo local Lince

CUELGA LOS SPIKES

Tras 15 años de trabajar en la chocolatera, terminó su relación laboral y regresó en su natal Cuautla. Pero con su regreso, en el año de 1980, sorpresivamente también decidió colgar los spikes para dar inicio a una nueva y larga trayectoria como ampayer. Impulsado por un segundo matrimonio del que procreó dos hijos, y como en su primer matrimonio uno falleció, Isabel se convirtió en uno de los oficiales más importantes de la región Oriente.

Había dejado de jugar beisbol cuando me invitaron a ampayear, y fue como me animé para sacar uno centavos más

En esta actividad, Chabelo, como la mayoría de sus compañeros, se hizo de forma empírica, pues nunca tomó curso alguno.

Mi única enseñanza fue el mismo beisbol que jugué por tantos años, así que no me costó trabajo el dar este salto ahora como oficial

Pero al igual que su etapa como pelotero, “como ampayer viví muchas alegrías y sinsabores, gente que me felicitaba por mi buen trabajo, hasta otra que incluso me agredió; este trabajo así es, siempre con alguno quedas mal”.

Su vida deportiva se vio trunca en el año de 2007 cuando su segunda esposa, doña Margarita Pérez Juárez, falleció y él, sumido en la depresión, decidiótambién finalizar su larga relación con el beisbol

Para el cuautlense Isabel López Flores su amor eterno en la vida es el beisbol. Él es uno de los integrantes de la vieja guardia que aún sobrevive de aquella gran camada del año 1945 del que surgieron grandes equipos como Ferronales, Cardenales y la Abeja de Casasano en esta región Oriente.

En los dos primeros conjuntos militó Chabelo como se le conoce en el mundo beisbolero. Ya retirado de las canchas, estuvo por cerca de 30 años dedicado al ampayeo, hasta que dejó la actividad ante el fallecimiento de su segunda esposa hace poco más de una década.

Con una mirada cargada de nostalgia, Chabelo sentado en un sillón de su casa, y observando una vieja foto de los años 50 cuando militaba en el Ferronales, confiesa “para mí el beisbol ha sido parte de mi vida, mi amor eterno que me dio muchos alegrías, sinsabores, y sobre todo muchos amigos y compadres. Hoy sólo me queda estar en los partidos desde fuera, la edad no me permite más a mis casi 89 años; gracias a Dios todavía voy a los parques de beisbol rodeado de mis amigos a seguir disfrutando de mi deporte favorito”.

HISTORIA

Isabel nació en julio de 1930 en un domicilio del centro de Cuautla ubicado sobre la calle Escolta de Morelos. Fue el menor de una nutrida familia de nueve hijos. Su padre murió cuando apenas tenía cinco años de edad y se acababan de mudar al domicilio que desde entonces ocupa en San José, hoy colonia Gabriel Tepepa. Su madre se volvió a casar y tuvo otros cinco hermanos.

La casa que habita desde entonces, se encuentra a escasos metros de lo que hoy es la Unidad Deportiva de Cuautla. En aquél entonces, 1935, en este terreno recién donado por el ejido de San José para la práctica deportiva, se jugaba mucho beisbol, incluso más que el fútbol en unos años donde el Arroceros Cuautla de Segunda División todavía no existía, pues el equipo empezó su andar profesional hasta el año de 1952.

Así, el beisbol dominaba en la rustica Unidad Deportiva con dos áreas de juego.

Para entonces Isabel empezaba a practicar deportes como el fútbol en categorías infantiles y poco después el boxeo, animado por su hermano mayor de nombre Fernando.

DOÑA BLANCA

Sin embargo Chabelo, ya entrando a la adolescencia, conoció a “doña banca”, la pelota de beisbol; a los 15 años quedó flechado por este deporte pues asegura “a partir de ese momento, se convirtió en mi gran pasión, mi amor eterno”.

En sus inicios asegura que ante la precaria situación económica y lo costos del equipo para practicar, él y sus compañeros jugaban con un pedazo de sábana amarrada en las manos en lugar de manoplas, y en su caso, sin zapatos de beisbol (spikes) pues jugaba descalzo.

Su primer equipo, recuerda, se llamó Cardenales, pero poco después pasó a ser parte de un conjunto formado en su mayoría por trabajadores ferrocarrileros, los Ferronales, de quien empezó a recibir apoyo para jugar uniformado y con los aditamentos propios de la disciplina.

Con esta escuadra vivió toda una época al convertirse en un equipo ganador, ligando hasta nueve títulos consecutivos en la Liga de Cuernavaca.

En Cuautla no existía liga, hasta que en 1960 se abrió la primera con el nombre de uno de sus excompañeros, Manuel Castolo, quien muriera un lustro antes cuando calentaba para jugar un partido en la Unidad Deportiva. Ya con liga local, Ferronales se mudó a Cuautla y siguió su dominio ligando varios torneos con la conquistas de campeonatos.

A la par del beisbol, en su etapa ya adulta, Chabelo con su primera esposa con la que procreó tres hijos y uno falleció (le sobrevivieron dos mujeres), abrió un negocio de venta de ropa, hasta que años más tarde surgió la oportunidad de trabajar en la capital del país en una fábrica de chocolates de la marca Azteca, donde también formó parte de un equipo que jugaba en una liga del entonces Distrito Federal.

Los fines de semana venía a Cuautla y se traía a cuatro peloteros de aquella fábrica para jugar en el equipo local Lince

CUELGA LOS SPIKES

Tras 15 años de trabajar en la chocolatera, terminó su relación laboral y regresó en su natal Cuautla. Pero con su regreso, en el año de 1980, sorpresivamente también decidió colgar los spikes para dar inicio a una nueva y larga trayectoria como ampayer. Impulsado por un segundo matrimonio del que procreó dos hijos, y como en su primer matrimonio uno falleció, Isabel se convirtió en uno de los oficiales más importantes de la región Oriente.

Había dejado de jugar beisbol cuando me invitaron a ampayear, y fue como me animé para sacar uno centavos más

En esta actividad, Chabelo, como la mayoría de sus compañeros, se hizo de forma empírica, pues nunca tomó curso alguno.

Mi única enseñanza fue el mismo beisbol que jugué por tantos años, así que no me costó trabajo el dar este salto ahora como oficial

Pero al igual que su etapa como pelotero, “como ampayer viví muchas alegrías y sinsabores, gente que me felicitaba por mi buen trabajo, hasta otra que incluso me agredió; este trabajo así es, siempre con alguno quedas mal”.

Su vida deportiva se vio trunca en el año de 2007 cuando su segunda esposa, doña Margarita Pérez Juárez, falleció y él, sumido en la depresión, decidiótambién finalizar su larga relación con el beisbol

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