A medida que la tecnología avanza, los productores y consumidores de plástico buscan alternativas menos agresivas con el medio ambiente.
Desde 1920 la industria del plástico inició una trayectoria con el propósito de buscar y presentar a los consumidores productos más flexibles, resistentes y durables. Pero en la búsqueda de mayor practicidad para el ser humano se han sobreexplotado recursos naturales sin medir las consecuencias que pueden tener en el medioambiente.
En la actualidad, en México el 12.88 por ciento de los residuos son plásticos, los cuales terminan en vertederos de basura y la mayoría llegan a los océanos.
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Por ello diversas empresas han implementado la opción de los bioplásticos, para así disminuir el impacto ambiental que dicha industria tiene.
¿Qué son exactamente?
Los bioplásticos son aquellos plásticos que se producen abase de una planta o algún otro material biológico, siempre a partir de fuentes renovables, como los ácidos polilácticos (PLA) que se encuentran en plantas, el maíz o la caña de azúcar. Otro de los materiales de los que se fabrican son los polihidroxialcanoatas (PHA).
El PLA es mayormente utilizado en el envasado y empaquetado de comida, mientras que el PHA se emplea en dispositivos médicos como suturas y parches cardiovasculares.
“Un bioplástico tiene que estar hecho de materiales cien por ciento degradables o compostables, y otro aspecto que tienen es que pueden ser reutilizables”, dijo a El Sol de México Ian Lifshitz, Vicepresidente de Sostenibilidad de Asia Pulp & Paper (APP) Sinar Mas, empresa dedicada a la creación de bioplásticos.
Una de las diferencias que tienen estos plásticos frente a los convencionales es que los últimos provienen de una fuente no renovable, como el petróleo, el cual también contamina, no es biodegradable y puede tardar hasta mil años en descomponerse.
Otra de sus características es que se pueden degradar de forma biológica, es decir; mediante la acción de los seres vivos.
Además, tienen numerosos beneficios como la reducción de la huella de carbono, pues suponen un ahorro energético en su producción, además de que no contienen aditivos perjudiciales (como el ftalato o bisfenol A) y no modifican el sabor u olor de los alimentos.
“La idea es crear productos que les sean útiles a las personas y al mismo tiempo mantener un ciclo de sostenibilidad completo y poner atención en que desde el inicio hasta el final de su producción, ese producto sea sustentable”, añadió Lifshitz.
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Gracias a su efectividad y a la demanda de los usuarios por plásticos menos contaminantes, han surgido alrededor del mundo diferentes proyectos que buscan crear más y mejores bioplásticos.
Expertos de la Universidad de Columbia Británica (UBC), en conjunto con la firma Bioform, han desarrollado una tecnología basada en la tela de araña, que transforma las algas marinas y la fibra de madera en otro tipo de bioplástico.
Si bien los bioplásticos pueden generar la misma cantidad de basura que otros materiales, no suponen un problema medioambiental por la naturaleza de sus materiales, ya que estos no tardan tanto en degradarse.
Se trata de materiales que se descomponen rápidamente después de haber sido utilizados, lo que contribuiría a reducir la cantidad de desechos plásticos que se acumulan cada minuto en los basureros.
Al mismo tiempo han demostrado ser igual de versátiles y resistentes que los tradicionales y hoy en día son mayormente utilizados en la industria textil, en la medicina y en el mercado de empaque y embalaje.
Aunque se les podría confundir con los plásticos biodegradables, ambos tienen características diferentes.
Es importante decir que a diferencia de los bioplásticos que se descomponen de forma natural e incluso algunos son compostables, los biodegradables necesitan de condiciones climáticas y terrestres específicas para que se degraden.
Y mientras dichas características no se cumplan, el plástico biodegradable se acumulará en los basureros tal y como todos los demás, lo cual no ayuda a reducir el problema, sino que lo agrava.
Avances en torno a estos materiales
El Centro Tecnológico Nacional de la Conserva y la Alimentación (CTNC) con sede en Murcia, España, ha iniciado investigaciones para que la industria produzca bioplásticos más rentables, baratos y eficientes desde un punto de vista tecnológico y de calidad.
Para ello desarrollaron el proyecto ET1 CHEAP BIOPLASTIC, el cual tiene el objetivo de desarrollar tecnologías eficientes que logren un pretratamiento de residuos para adoptarlos como sustratos que sirvan para la fabricación de bioplásticos mediante un proceso que simule un proceso de fermentación de materia orgánica.
Aunque el CTNC está enfocado en la industria agroalimentaria, su objetivo es contribuir a la introducción de los bioplásticos a la economía global.
Otra de las investigaciones en torno a ellos es una realizada en 2011 por la Universidad de Pittsburgh, la cual refiere que existen problemas ambientales asociados al cultivo de plantas para los bioplásticos. Entre ellos la contaminación de la tierra con fertilizantes y la separación de alimentos.
La investigación pone en tela de juicio el uso del maíz para la fabricación de plástico, en lugar de ser fuente de alimentación para muchas personas.
Los realizadores abren el debate a este tipo de prácticas porque consideran que el panorama de la crisis alimentaria actual no permite destinar alimentos para otros usos que no sean la alimentación de las personas.
Por otra parte, AIMPLAS, es un Centro de Innovación y Tecnología que tiene como objetivo potenciar el contacto directo entre las empresas del sector del plástico sostenible y los consumidores.
En su sitio web presenta ensayos e investigaciones que ayudan al consumidor a entender mejor cómo se mueve y en qué consiste la industria de los bioplásticos.
Además, pretenden impulsar a pequeños emprendedores que tengan proyectos innovadores para introducirlos en la industria de los bioplásticos actual.
Las empresas los aceptan
La introducción de bioplásticos podría generar un conflicto de intereses entre gobiernos, empresas y petroleras, por las cantidades millonarias que esta industria genera al año.
De acuerdo con las cifras presentadas en 2019 en el foro empresarial más grande de América Latina, Plastimagen México, la industria del plástico genera ventas de más de 22 mil millones de dólares al año en todo el mundo.
A pesar de las descomunales cifras, los desacuerdos por la creación de bioplásticos son casi inexistentes. Al contrario, diversas empresas con ejes de sostenibilidad los han implementado en sus catálogos e incluso han surgido otras dedicadas sólo a la producción de los mismos.
Una de ellas es Asia Pulp & Paper (APP) Sinar Mas una empresa líder en la fabricación de empaques biodegradables a base de papel de tisú.
“Entre las políticas de contribución ambiental que tenemos está la deforestación cero, es decir, para la producción de los bioplásticos no se tala ni un sólo árbol de algún bosque ya esté hecho”, dijo Ian.
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Esta empresa emplea el papel como un sustituto del plástico y con él produce productos como vasos, empaques y contenedores, en su mayoría para comida.
“Los bioplásticos no sólo deben de ser producidos de materias orgánicas, sino que también tienen que tener una responsabilidad social por detrás”, puntualizó Ian.
Otra de ellas es BIOsolutions, una empresa que produce bioplásticos a base de la fibra del agave.
A diferencia de otros bioplásticos, estos son fabricados con desechos agroindustriales, es decir; no se extraen de la naturaleza directamente, sino de algo que ya fue procesado y se intenta tener un desperdicio cero.
Bioplásticos para el mundo
En 2020, la asociación European Bioplastics (EUBP), señaló que para 2025 la producción de bioplásticos crecería 36 por ciento.
Además, señalaron que su producción en 2026 llegará a las 7,59 millones de toneladas, más del doble de lo producido en 2021.
Hoy en día la producción de bioplásticos no representa ni el uno por ciento de las 367 millones de toneladas producidas anualmente, sin embargo, su producción y demanda van en aumento.
Aunque hoy en día uno de los retos de los bioplásticos es la identificación y separación de los mismos, ya que pueden ser confundidos con otro tipo de plásticos.
Sin embargo, en continentes como Europa, Asia y regiones como América Latina ya pusieron manos a la obra para que el manejo de los bioplásticos sea mucho más efectivo y se cumpla su objetivo de reducir la cantidad de basura producida por año y ser materiales responsables con el medio ambiente.
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