Puede que no lo sepas, pero la Navidad tiene, en todo el mundo, un color distintivo que nace en los campos de Morelos: el rojo de las Nochebuenas, plantas que, a pesar de ser originarias de México, hoy son símbolo universal de las fiestas decembrinas gracias a los productores locales, que cultivan y exportan millones de ejemplares cada año.
En Morelos, la producción de Nochebuenas abarca más de mil hectáreas, lo que genera una producción anual que supera los siete millones de plantas. De esta superficie, cien hectáreas corresponden a cultivos tecnificados en invernaderos, donde los productores implementan técnicas especializadas para garantizar la calidad de los ejemplares.
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“La plantación inicia desde el 25 de marzo para las presentaciones más grandes”, explica Mario Tajonar, viverista de la región de Peña Flores, en Cuautla.
El impacto del viverismo es significativo: durante esta temporada, la producción de Nochebuenas genera aproximadamente 25 mil empleos directos en el estado, 12 mil indirectos y ocho mil eventuales, lo que la convierte en una fuente de sustento importante para las familias que se dedican a este sector, en municipios como Cuautla, Cuernavaca, Jiutepec, Emiliano Zapata y Tepoztlán, que concentran la mayor producción.
El rojo de la Navidad surgió en México
La historia de cómo la Nochebuena se convirtió en el símbolo de la Navidad nos traslada al encuentro entre la cultura azteca y la europea. Antes de la Conquista, los aztecas conocían esta planta como “cuetlaxóchitl” y la utilizaban para producir tintes y medicina. Sin embargo, durante el periodo colonial, los frailes franciscanos comenzaron a incorporarla en sus festividades navideñas, debido a sus brillantes brácteas (las hojas coloreadas que muchos confunden con pétalos) rojas, que florecían en diciembre y que, según la tradición, recordaban a la estrella de Belén.
Pero el salto a la fama mundial de la Nochebuena mexicana llegó en 1828, cuando el primer embajador de Estados Unidos en México, Joel Roberts Poinsett, quedó maravillado por su belleza y envió algunos ejemplares a su invernadero, en Carolina del Sur. Pasaron varias décadas hasta en, a principios del siglo XX, la familia Ecke, de California, modernizó su cultivo, aumentando la producción y su comercialización y desarrollando variedades más resistentes y compactas, lo que hizo de la Nochebuena una planta ideal para la decoración de interiores.
Buenas Nochebuenas
En la zona de viveros de Cuautla, el cuidado de cada Nochebuena es meticuloso. La variedad Prestige, explica Mario, es la preferida debido a su excelente adaptación al clima y su resistencia natural a las enfermedades y plagas de la zona. Durante su desarrollo, las plantas enfrentan dos amenazas principales: la araña roja y la mosca blanca, que proliferan, particularmente, durante la temporada de calor. El frío ayuda a controlar estas plagas, justo cuando están listas para su comercialización.
“Las que tenemos aquí a la vista son plantas de dos podas, por eso tienen esa fronda, ese grosor y esas hojas”, dice Tajonar, mientras muestra una de sus mejores plantas.
Para quienes buscan llevar una Nochebuena a casa, existen algunas recomendaciones especiales:
“Busquen plantas frondosas, con buen follaje, que sean follajudas”, recomienda Mario.
Una planta sana, explica, debe mostrar hojas abundantes y de color vibrante, sin manchas ni señales de plagas. Además, es importante verificar que las brácteas estén bien desarrolladas y muestren un color uniforme, ya sea en su variedad roja tradicional, blanca (conocida como limonada), rosa, marmoleada o tabaco.