/ martes 22 de diciembre de 2020

"El Chirrión", sazón guerrerense en un lugar seguro para tu salud

Este proyecto familiar que surge del amor por la gastronomía de Guerrero y la necesidad de enfrentar la crisis financiera de la pandemia

El restaurante “El Chirrión” tiene dos compromisos con sus clientes: satisfacer sus paladares con comida estilo guerrerense, y ofrecer un espacio agradable y que proteja su salud. No es para menos: Karina León, la mente detrás del lugar, tiene un gran amor por la gastronomía de Guerrero (su esposo es de allá) y es médico. Así que, en cuanto a medidas de higiene para evitar contagios de Covid-19 en un restaurante, es alguien en quien se puede confiar.

Antes que nada, “El Chirrión” es un proyecto familiar. Al frente, con la mezcla exacta de rigor y confianza, la doctora Karina las instrucciones al personal que atiende a los comensales, una lista de colaboradores que incluye a sus dos hijos.

“Es un proyecto familiar. Surgió del amor, porque fue a través de mi esposo, que es guerrerense, así que tuve la oportunidad de continuamente probar la comida de Guerrero y en lo personal me fascinó, así que consideraba alentador traerla a Cuautla”, relata.

Crecer en plena pandemia

La primera vez que soñó con “El Chirrión” fue hace 15 años. Sin embargo, Karina no se dejó llevar por las prisas. En cambio, supo conjuntar su labor como médico (tiempo durante el cual llegó a desempeñarse como jefa jurisdiccional de salud en la región Oriente del estado) a la vez que iba aprendiendo más sobre el mundo restaurantero y haciéndose de las herramientas que necesitaba para consolidar el proyecto.

“En quince años me ha dado tiempo suficiente para hacerlo sólido y tener una preparación. Como médico no tengo la experiencia restaurantera, pero nada que no me limite a prepararme, y eso me ha permitido consolidar este proyecto de manera formal y consciente”, afirma.

Fue así como hace un mes y medio, en medio de la pandemia del Covid-19, “El Chirrión” abrió sus puertas al público ofreciendo un ambiente saludable y un espacio relajante, en el que da gusto permanecer.

“De formación soy médico, así que cuidamos esta parte de lo que es la pandemia, dando la posibilidad a la ciudadanía de disfrutar un concepto que les permita estar seguros, y en la salud emocional, con la cuestión anímica de esta pandemia, que tengan la oportunidad de salir a un espacio que sea cien por ciento saludable, y que además les permita pasar un rato agradable, un ambiente familiar y tranquilo”.

Desde sus primeros días de servicio, el personal del restaurante ha implementado medidas específicas para proteger la salud de sus comensales: ya desde la entrada, un joven recibe a la gente no sólo con gel antibacterial, sino con un equipo de desinfección profesional que marcha la diferencia respecto a otros restaurantes de la zona.

“Tenemos cuidados absolutos para evitar transmisiones o riesgos que no sean necesarios para los comensales. Trabajos en la desinfección de personas a su ingreso, al personal; tenemos cuidado con las superficies, en todas las áreas, y contamos con todos los insumos para el lavado de la manos, buscando evitar los riesgos de transmisión en la medida de lo posible”, agrega la médico.

Sabor guerrerense

Si Karina aprendió a amar Guerrero a través de su pareja, el amor hacia aquella tierra siguió creciendo a través de su cultura y su gastronomía. Hoy, por lo tanto, puede sentirse orgullosa de traer a la gente de Cuautla los platillos típicos del estado vecino, que pasa por los Tacos Chilpancingo y los estilo Iguala, el tapado y el Mole de Teloloapan, las Chalupitas y el Nido de Olinalá, las Picadas San Antonio y la Enchiladas San Francisco, en un lugar donde lo mismo se puede degustar de un café de olla que de un vaso de chilate.

“La carta es un tanto exclusiva de lo que son los antojitos, además de otras opciones de platos fuertes, incluso de postres, pero típicos de allá. Si vienen a probar este restaurante se van a llevar una grata sorpresa”, narra Karina.

Dada la cercanía que hay entre los dos estados, “El Chirrión” ha tenido que enfrentar un gran reto: la aprobación de ciudadanos cuautlenses originarios de Guerrero, a quienes no sería fácil engañar. De momento, su responsable asegura que los comentarios han sido positivos.

“Nos hemos sorprendido de que los guerreros que visitan el lugar porque añoran su pueblo y sus raíces han mostrado una respuesta agradable, pues han dicho que es el sabor de su estado”.

Trabajo en equipo

El equipo de “El Chirrión” está conformado por una docena de personas comprometidas con el proyecto, desde la administración del lugar, su cocina, el servicio y la gente externa para la que este espacio también representa una fuente de ingresos, como el servicio de entrega a domicilio que colabora con Karina.

“Algo que queremos y procuramos es contar con un excelente equipo de trabajo. Somos muy dispuestos, profesionales, y lo que buscamos es tener la oportunidad de generar empleo. Queremos ser socialmente responsables, buscamos tener todas las estrategias posibles para dar un buen servicio y ayudar a los demás”, sostiene.

Sobre este equipo, la médico sólo tiene cosas buenas que decir. Para ella, la preservación de un ambiente familiar entre el personal también es una pieza clave.

“Tenemos un equipo de doce personas. Son muy resolutivos, comprometidos, y están aquí para servirles. Lo que me hace sentir todavía más complacida es la opinión de los comensales, de los clientes, que se sienten apapachados, y es es parte de mi compromiso”.

El Chirrión y la Danza de los Tlacoleros

Además del sabor, “El Chirrión” es un restaurante que aspira a difundir la cultura guerrerense. Por eso sus mesas y paredes son abundantes (sin dejar de ser discretas) en recordatorios sobre este propósito, particularmente alusivos a la Danza de los Tlacoleros, una de las más antiguas y populares de Guerrero. En esta danza, los campesinos ahuyentan a los tecuanes o jaguares, así como otros animales silvestres que amenazan sus tierras, haciendo tronar un chirrión, un lazo con cadena cuyo sonido también es interpretado como un llamado a las lluvias, para que haya buena cosecha.

El restaurante tiene su chirrión, que es hecho sonar en ocasiones especiales, ya sea al festejar un cumpleaños o cuando un comensal se interesa por conocer su sonido.

“Queremos fusionar todo: cultura, sabor, rescate de la gastronomía y que la gente disfrute de un ambiente agradable”.

El restaurante “El Chirrión” tiene dos compromisos con sus clientes: satisfacer sus paladares con comida estilo guerrerense, y ofrecer un espacio agradable y que proteja su salud. No es para menos: Karina León, la mente detrás del lugar, tiene un gran amor por la gastronomía de Guerrero (su esposo es de allá) y es médico. Así que, en cuanto a medidas de higiene para evitar contagios de Covid-19 en un restaurante, es alguien en quien se puede confiar.

Antes que nada, “El Chirrión” es un proyecto familiar. Al frente, con la mezcla exacta de rigor y confianza, la doctora Karina las instrucciones al personal que atiende a los comensales, una lista de colaboradores que incluye a sus dos hijos.

“Es un proyecto familiar. Surgió del amor, porque fue a través de mi esposo, que es guerrerense, así que tuve la oportunidad de continuamente probar la comida de Guerrero y en lo personal me fascinó, así que consideraba alentador traerla a Cuautla”, relata.

Crecer en plena pandemia

La primera vez que soñó con “El Chirrión” fue hace 15 años. Sin embargo, Karina no se dejó llevar por las prisas. En cambio, supo conjuntar su labor como médico (tiempo durante el cual llegó a desempeñarse como jefa jurisdiccional de salud en la región Oriente del estado) a la vez que iba aprendiendo más sobre el mundo restaurantero y haciéndose de las herramientas que necesitaba para consolidar el proyecto.

“En quince años me ha dado tiempo suficiente para hacerlo sólido y tener una preparación. Como médico no tengo la experiencia restaurantera, pero nada que no me limite a prepararme, y eso me ha permitido consolidar este proyecto de manera formal y consciente”, afirma.

Fue así como hace un mes y medio, en medio de la pandemia del Covid-19, “El Chirrión” abrió sus puertas al público ofreciendo un ambiente saludable y un espacio relajante, en el que da gusto permanecer.

“De formación soy médico, así que cuidamos esta parte de lo que es la pandemia, dando la posibilidad a la ciudadanía de disfrutar un concepto que les permita estar seguros, y en la salud emocional, con la cuestión anímica de esta pandemia, que tengan la oportunidad de salir a un espacio que sea cien por ciento saludable, y que además les permita pasar un rato agradable, un ambiente familiar y tranquilo”.

Desde sus primeros días de servicio, el personal del restaurante ha implementado medidas específicas para proteger la salud de sus comensales: ya desde la entrada, un joven recibe a la gente no sólo con gel antibacterial, sino con un equipo de desinfección profesional que marcha la diferencia respecto a otros restaurantes de la zona.

“Tenemos cuidados absolutos para evitar transmisiones o riesgos que no sean necesarios para los comensales. Trabajos en la desinfección de personas a su ingreso, al personal; tenemos cuidado con las superficies, en todas las áreas, y contamos con todos los insumos para el lavado de la manos, buscando evitar los riesgos de transmisión en la medida de lo posible”, agrega la médico.

Sabor guerrerense

Si Karina aprendió a amar Guerrero a través de su pareja, el amor hacia aquella tierra siguió creciendo a través de su cultura y su gastronomía. Hoy, por lo tanto, puede sentirse orgullosa de traer a la gente de Cuautla los platillos típicos del estado vecino, que pasa por los Tacos Chilpancingo y los estilo Iguala, el tapado y el Mole de Teloloapan, las Chalupitas y el Nido de Olinalá, las Picadas San Antonio y la Enchiladas San Francisco, en un lugar donde lo mismo se puede degustar de un café de olla que de un vaso de chilate.

“La carta es un tanto exclusiva de lo que son los antojitos, además de otras opciones de platos fuertes, incluso de postres, pero típicos de allá. Si vienen a probar este restaurante se van a llevar una grata sorpresa”, narra Karina.

Dada la cercanía que hay entre los dos estados, “El Chirrión” ha tenido que enfrentar un gran reto: la aprobación de ciudadanos cuautlenses originarios de Guerrero, a quienes no sería fácil engañar. De momento, su responsable asegura que los comentarios han sido positivos.

“Nos hemos sorprendido de que los guerreros que visitan el lugar porque añoran su pueblo y sus raíces han mostrado una respuesta agradable, pues han dicho que es el sabor de su estado”.

Trabajo en equipo

El equipo de “El Chirrión” está conformado por una docena de personas comprometidas con el proyecto, desde la administración del lugar, su cocina, el servicio y la gente externa para la que este espacio también representa una fuente de ingresos, como el servicio de entrega a domicilio que colabora con Karina.

“Algo que queremos y procuramos es contar con un excelente equipo de trabajo. Somos muy dispuestos, profesionales, y lo que buscamos es tener la oportunidad de generar empleo. Queremos ser socialmente responsables, buscamos tener todas las estrategias posibles para dar un buen servicio y ayudar a los demás”, sostiene.

Sobre este equipo, la médico sólo tiene cosas buenas que decir. Para ella, la preservación de un ambiente familiar entre el personal también es una pieza clave.

“Tenemos un equipo de doce personas. Son muy resolutivos, comprometidos, y están aquí para servirles. Lo que me hace sentir todavía más complacida es la opinión de los comensales, de los clientes, que se sienten apapachados, y es es parte de mi compromiso”.

El Chirrión y la Danza de los Tlacoleros

Además del sabor, “El Chirrión” es un restaurante que aspira a difundir la cultura guerrerense. Por eso sus mesas y paredes son abundantes (sin dejar de ser discretas) en recordatorios sobre este propósito, particularmente alusivos a la Danza de los Tlacoleros, una de las más antiguas y populares de Guerrero. En esta danza, los campesinos ahuyentan a los tecuanes o jaguares, así como otros animales silvestres que amenazan sus tierras, haciendo tronar un chirrión, un lazo con cadena cuyo sonido también es interpretado como un llamado a las lluvias, para que haya buena cosecha.

El restaurante tiene su chirrión, que es hecho sonar en ocasiones especiales, ya sea al festejar un cumpleaños o cuando un comensal se interesa por conocer su sonido.

“Queremos fusionar todo: cultura, sabor, rescate de la gastronomía y que la gente disfrute de un ambiente agradable”.

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