José Isabel es un indígena oriundo del pueblo de Hueyapan, en las faldas del volcán Popocatépetl, pero lleva gran parte de su vida en Jonacatepec. Desde hace casi cuatro décadas, su casa funciona con un sistema de drenaje sostenible, diseñado por él mismo. Para él, se trata de puro “amor a la tierra”.
Un hogar sustentable
A sus 77 años de edad, José Isabel Lavana Pérez, un maestro rural, está satisfecho con lo que ha logrado en su hogar: a través de un sistema de tuberías ha conectado la cocina y a los baños a una cisterna en la que procesa los desechos con material rudimentario, ha conseguido reutilizar todas las aguas residuales de su hogar y aprovechar el líquido para hacer crecer bambúes y otras plantas en su patio.
“Esto es el amor a la tierra, el que me inculcaron desde que nací, desde que estaba en el vientre de mi madre”, explica José Isabel, quien habla del resultado de su trabajo enfundado en unos huaraches de cuero.
De acuerdo con su relato, todo empezó cuando vivía en Hueyapan, mientras buscaba la forma de poder reutilizar las aguas residuales de su granja de puercos y, de paso, reducir la pestilencia; “hice eso y les lavaba, así que disminuyó el mal olor y el criadero de moscos, así que también lo hice aquí”, asegura.
Desinterés del Gobierno
Desde hace décadas, José, quien también es propietario de una pequeña fábrica de muebles coloniales, ha tratado de lograr convencer a las autoridades de los beneficios de reutilizar las aguas negras en los hogares que las generan, pero no ha tenido éxito.
Según él, los funcionarios le han respondido que ellos ya conocen su sistema, por lo que no sería novedoso. Pese a ello, algunos vecinos han acudido a su casa para que construya tuberías similares, algo que a él le gusta; “cuando llegué acá me sorprendí por el lugar, porque estaba muy bonito, estaba solo, no había nadie”, recuerda.
Actualmente, el hogar de José no está conectado a la red de drenaje local. Cuando el servicio de drenaje llegó a la colonia San Miguel Amacuitlapilco, donde vive con su esposa, él se opuso, pues argumentó que ya contaba con su propia red y que la habitual sólo le generaría problemas.
Gracias al trabajo que ha realizado con su drenaje, el patio está rebosante de pasto y plantas, pero además cuenta con decenas de bambúes que siguen creciendo en lo alto, a quienes les agradece por el oxígeno que le proporcionan para respirar.