A dos años de haber terminado su tratamiento contra la leucemia, Karlita es una niña distinta a la que era entonces: le ha crecido el cabello, va a la escuela con normalidad y está por cumplir 12 años. Así lo presume su madre, Guadalupe Gutiérrez, luego de que la oncóloga declarara que ya no hay riesgo de que el cáncer regrese a su hija.
“Ha estado en vigilancia casi dos años y su vida ha sido normal, como la de una niña: ha regresado a clases, está cursando el sexto año y se nos va a la secundaria ya”, dice su madre la mañana de este martes.
Karlita fue diagnosticada con leucemia linfoblástica aguda en el año 2017. Durante más de dos años, la niña fue sometida a un tratamiento a base de quimioterapias en el Hospital del Niño Morelense, ubicado en el municipio de Emiliano Zapata. Para trasladarse allá, su familia tenía que hacerlo en taxi, un gasto que, unido a la escasez de medicamentos y la necesidad de comprarlos por su cuenta, los llevó a organizar rifas y colectas en busca de apoyo ciudadano.
“Como padres, nos sentimos felices en toda la extensión de la palabra, sobre todo por ella, porque, aunque ella era la que sufría con las inyecciones, los medicamentos y con todo, nosotros sufríamos al verla sufrir a ella, pero este es un momento de alegría para todos, porque sabemos lo que significa que la oncóloga haya decidido quitarle el catéter”, dice su madre.
Durante el tratamiento contra el cáncer, el catéter se utiliza para la administración de los medicamentos y permanece en el organismo del paciente incluso después de que sea dado de alta, en caso de que ocurra una recaída. En el caso de Karlita no fue así y, tras dos años de permanecer bajo observación, acudiendo una vez al mes al hospital, el personal finalmente le retiró el dispositivo. Aun así, seguirá acudiendo a consulta cada tres meses, durante los próximos cinco años.
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