/ sábado 22 de agosto de 2020

[OCIO] Butch Cassidy murió en Tlayacapan

La batalla final de la emblemática película “Butch Cassidy and the Sundance Kid” se filmó en el zócalo de este pueblo mágico que se vistió de Bolivia

Debe ser difícil morir dos veces. Butch Cassidy y Sundance Kid lo hicieron. La primera el 6 de noviembre de 1908 en Tupiza, Bolivia, cuando la casa en la que ambos ladrones estadounidenses se alojaban fue atacada a balazos por un grupo de oficiales del ejército y soldados que dispararon contra ellos despiadadamente. La segunda: en el zócalo de Tlayacapan, el pueblo elegido por el director George Roy Hill para rodar la última escena de la película biográfica “Butch Cassidy and the Sundance Kid”, que vio la luz en 1968 teniendo como protagonistas a Paul Newman y Robert Redford.

Una estrella que parece apagarse

Tlayacapan no es hoy el pueblo que era entonces. Hoy por ejemplo no existe ya el mercadito rural que en la película se aprecia fuera de la cerería. Tampoco el piso es de tierra ni está la fuente que aparece en el último cuadro del filme, congelado para toda la eternidad con los rostros de Newman y Redford saliendo a enfrentar al ejército. Desde luego, la intención del director era alimentar el mito que plantea que los bandidos no murieron en el país sudamericano, sino que lograron escapar. Y crear un pequeño Bolivia en este municipio morelense enclavado entre cerros.

“Aquí han venido a grabar varias veces, aunque muchas cosas han cambiado y otras desaparecieron”, cuenta, nostálgico, un joven que atiende un bar a escasas dos cuadras del zócalo.

Al otro lado de la calle había varios puestecitos atendidos por hombres y mujeres del pueblo. Hoy Norma Gómez se encarga del restaurante “Don Pancho Gómez” al que, por lo demás, llega muy poca gente.

“Yo tenía la intención de que al otro lado de la calle, en el muro de la cerería, se proyectaran las películas que se han filmado aquí, pero hasta ahora no me ha sido posible”, cuenta.

De hecho, la disminución de turismo cultural causada por los daños que dejó el sismo del 19 de septiembre de 2017 que mantiene inaccesible el exconvento de San Juan Bautista y otros sitios históricos, y las restricciones de la contingencia sanitaria del Covid-19 han llevado a Norma a sopesar la posibilidad de cerrar definitivamente.

La última escena de una gran película

A principios del siglo XX, Robert LeRoy Parker y Harry Alonzo Longabaugh, nombres reales de los bandidos, llegaron a Bolivia huyendo de la justicia norteamericana, luego de dedicarse por años a asaltar bancos y robar trenes. En Bolivia, lejos de redimirse y cambiar su estilo de vida, los bandidos retomaron sus antiguas costumbres como toreando al destino para que los alcanzara. Lo lograron: también en aquel país se convirtieron en dos ladrones perseguidos que habrían encontrado la muerte a manos del ejército.

Mientras que la mayor parte de “Butch Cassidy and the Sundance Kid” se rodó en el parque nacional Zion de Utah, en Estados Unidos, las escenas que retratan a Bolivia en realidad se realizaron en Taxco y Cuernavaca, mientras que la batalla final se escenificó en Tlayacapan, un municipio que desde 2011 es catalogado como “Pueblo Mágico” por el gobierno federal y donde la conservación del patrimonio colonial le ha valido el gusto de ser escogido por otros realizadores que escogen sus escenarios para filmar.



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Debe ser difícil morir dos veces. Butch Cassidy y Sundance Kid lo hicieron. La primera el 6 de noviembre de 1908 en Tupiza, Bolivia, cuando la casa en la que ambos ladrones estadounidenses se alojaban fue atacada a balazos por un grupo de oficiales del ejército y soldados que dispararon contra ellos despiadadamente. La segunda: en el zócalo de Tlayacapan, el pueblo elegido por el director George Roy Hill para rodar la última escena de la película biográfica “Butch Cassidy and the Sundance Kid”, que vio la luz en 1968 teniendo como protagonistas a Paul Newman y Robert Redford.

Una estrella que parece apagarse

Tlayacapan no es hoy el pueblo que era entonces. Hoy por ejemplo no existe ya el mercadito rural que en la película se aprecia fuera de la cerería. Tampoco el piso es de tierra ni está la fuente que aparece en el último cuadro del filme, congelado para toda la eternidad con los rostros de Newman y Redford saliendo a enfrentar al ejército. Desde luego, la intención del director era alimentar el mito que plantea que los bandidos no murieron en el país sudamericano, sino que lograron escapar. Y crear un pequeño Bolivia en este municipio morelense enclavado entre cerros.

“Aquí han venido a grabar varias veces, aunque muchas cosas han cambiado y otras desaparecieron”, cuenta, nostálgico, un joven que atiende un bar a escasas dos cuadras del zócalo.

Al otro lado de la calle había varios puestecitos atendidos por hombres y mujeres del pueblo. Hoy Norma Gómez se encarga del restaurante “Don Pancho Gómez” al que, por lo demás, llega muy poca gente.

“Yo tenía la intención de que al otro lado de la calle, en el muro de la cerería, se proyectaran las películas que se han filmado aquí, pero hasta ahora no me ha sido posible”, cuenta.

De hecho, la disminución de turismo cultural causada por los daños que dejó el sismo del 19 de septiembre de 2017 que mantiene inaccesible el exconvento de San Juan Bautista y otros sitios históricos, y las restricciones de la contingencia sanitaria del Covid-19 han llevado a Norma a sopesar la posibilidad de cerrar definitivamente.

La última escena de una gran película

A principios del siglo XX, Robert LeRoy Parker y Harry Alonzo Longabaugh, nombres reales de los bandidos, llegaron a Bolivia huyendo de la justicia norteamericana, luego de dedicarse por años a asaltar bancos y robar trenes. En Bolivia, lejos de redimirse y cambiar su estilo de vida, los bandidos retomaron sus antiguas costumbres como toreando al destino para que los alcanzara. Lo lograron: también en aquel país se convirtieron en dos ladrones perseguidos que habrían encontrado la muerte a manos del ejército.

Mientras que la mayor parte de “Butch Cassidy and the Sundance Kid” se rodó en el parque nacional Zion de Utah, en Estados Unidos, las escenas que retratan a Bolivia en realidad se realizaron en Taxco y Cuernavaca, mientras que la batalla final se escenificó en Tlayacapan, un municipio que desde 2011 es catalogado como “Pueblo Mágico” por el gobierno federal y donde la conservación del patrimonio colonial le ha valido el gusto de ser escogido por otros realizadores que escogen sus escenarios para filmar.



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