Ya pasaron más de 200 años desde que los habitantes de Anenecuilco, en el municipio de Ayala, adoptaron la figura de San Miguel Arcángel como su santo patrono, cuyo culto, lejos de desvanecerse con el paso del tiempo, está presente en las nuevas generaciones.
¡Quién lo diría! Porque, a la llegada de los españoles, esta comunidad fue una de las que más resistencia puso al proceso de evangelización. No fue sino hasta la aparición de la imagen, que hoy recorre las calles del pueblo en procesión, que las cosas cambiaron definitivamente.
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A las 12:00 horas, las familias se reúnen sobre el bulevar Emiliano Zapata para recibir al menos dos escenas de carros cargados de flores de pericón. Desde muy temprano, antes de que salga el sol, los hombres salen del pueblo con rumbo a los campos de los cultivos de Yecapixtla, Ocuituco y Atlatlahucan para recolectar las flores. Vuelven llenos de júbilo, entonados con las botellas de licor y cerveza con las que se relajan para no olvidar el desgaste del corte.
"La intención es seguir perseverando, salir por el pericón, buscarlo, cortarlo. La organización familiar, de amistades, ir, compartir y la satisfacción de volver para seguir encomendándonos a San Miguel", dice el párroco del pueblo mientras bendice a la gente y las camionetas que forman una larga hilera sobre la carretera, en la entrada del pueblo.
Aunque las actividades iniciaron desde la primera semana de septiembre, los momentos más álgidos de la fiesta ocurren entre el 28 y 29 de septiembre, días en que los habitantes se reúnen en el centro de la comunidad, en la parroquia de San Miguel, para escuchar misa, convivir, beber y bailar.
Desde hace un año, además, los pobladores son visitados por los artesanos del barro de la comunidad de Cohuecan, Puebla, quienes se instalan en la calle Ayuntamiento para vender sus piezas.
"Es una feria muy bonita, así que estamos muy contentos", dice Alfonso Pérez, un joven artesano que se dedica no solo a vender cazuelas y tarros, sino que elabora silbatos capaces de imitar el sonido del jaguar, el águila y el búho, así como de otros animales adheridos a la cultura mexicana.