Cada domingo, un grupo de feligreses de la parroquia "La Medalla Milagrosa" de Cuautla van al Hospital General "Mauro Belaunzarán Tapia" para repartir comida a los familiares que esperan mejores noticias de la salud de sus pacientes. A las 16:00 horas, un hombre va de puerta en puerta avisando que llegaron los sagrados alimentos, que quien tenga hambre puede salir a comer con los demás.
Media hora antes de que el padre Emmanuel y su gente lleguen, la calle Ignacio Allende, lateral del hospital, está llena de espera y silencio. De vez en cuando se escucha a alguien hablar por teléfono contándole a alguien más que todo va bien o que todo va mal. De repente, el silencio es interrumpido por la voz del padre y los suyos.
"Este proyecto surge del Evangelio, la calidad de querer compartir un rato del día con la gente del hospital, que suelen ser personas con recursos más escasos que los del Seguro Social; cada semana, cada domingo a las cuatro de la tarde aquí estamos, dándoles de comer", me explica el padre.
Hoy las tortillas se terminaron pronto. La fila fue más larga que de costumbre. A veces pasa.
"Sería excelente que más personas se sumaran, el número de pacientes varía, o de enfermos como sus familiares, pero no es solamente de un día, hay personas que hoy ya comieron pero mañana o pasado no sabemos si van a cenar".
En la fila no hay sólo familiares de pacientes. Hay también enfermeras y personal del hospital. Ni siquiera ellos tienen el alimento garantizado. Y la comida es para todos.
De acuerdo con el misionero, el proyecto surgió como iniciativa del apostolado de la parroquia para llevar a cabo una obra que resultara efectiva en la comunidad:
Hay personas que lo necesitan mucho y aunque sea sólo un día pero les traemos comida caliente y con mucha alegría de compartir con ellos