Para ser domingo, el ajetreo comenzó muy temprano. Las calles del centro de Cuernavaca llenas de gente que corría las noticias de boca en boca, la sede del Ayuntamiento en el Hotel Papagayo, acordonada por policías con escudos antimotines; las Hummer del Ejército sobre Motolinia; el Museo de la Ciudad cerrado y la improvisada instalación de templete, enlonados y hasta el ágape de tacos acorazados (porque es Cuernavaca), apuntaban ya que algo ocurría.
Nadie se hacía responsable de la logística por parte del Ayuntamiento saliente, el que hoy, último día del año termina sus funciones; incluso hubo regidores que fueron a buscar al alcalde electo para disculparse y tratar de que la sesión solemne en que rendiría protesta todo el cabildo (o casi todo, como se vería más tarde), se desarrollara en paz "y de la mejor manera".
Bloqueada la angosta avenida Morelos por el tinglado aquél, en cuyas improvisadas entradas se colocaron detectores de metales, porque no vaya a ser; la gente se concentraba en la calle de Hidalgo, frente a Catedral, y algunos hasta se confundían con feligreses. Unos metros adelante, en la Iglesia de Guadalupe, una familia esperaba muy elegante una ceremonia religiosa a la que llegarían tarde la mitad de los invitados frente a la improvisada solución.
Antonio Villalobos Adán, alcalde de Cuernavaca, rendiría protesta en la calle. Eso se sabía ya desde temprano, cuando le negaron el acceso al Museo de la Ciudad y se intentó, con el auspicio del Ayuntamiento saliente hacer una sesión de Cabildo paralela a la que sólo acudieron tres regidores y la síndica municipal, quien por cierto, no llegaría ya al templete "a lo mejor se confundió y se fue a otro lado", diría mucho más tarde la dirigente nacional de Morena, quien se mantuvo siempre fiel a su estilo de diplomacia punzante.
La tensión alrededor de la oficina de Villalobos Adán, ubicada frente a Catedral, era notoria. La incertidumbre, sin embargo, contrastaba con la tranquilidad que se adivinaba tras la reja cerrada de la oficina del alcalde. Se notaba en los rostros sonrientes, aunque la mejor clave la ofrecía el coordinador del equipo de transición, Guillermo Doring: "Es una fiesta". Pero fuera no había muchas sonrisas. De hecho de la incertidumbre muchos pasaron al temor "no se vaya a poner feo", y algunos se fueron, y a pesar de las ausencias se reunieron más de mil personas en los alrededores.
Además, muchos de los respaldos que el nuevo Ayuntamiento necesitaría estaban ya ahí, diputados locales, diputados federales, el representante del senador por el PRI, los dos senadores por Morena, Lucy Meza llegó un poco tarde por el tráfico pero hasta el discurso se interrumpió con su presencia "no me lo iba a perder", dijo. Faltaba Yeidckol que llegaría casi al final de la reunión, pero el resto de los enlaces políticos casi estaba, menos los del Gobierno del Estado. Había, eso sí, mucha gente de Cuernavaca, empresarios, ciudadanos distinguidos, dirigentes sociales.
Vino la ceremonia, los apapachos y cebollazos; y luego llegó Yeidckol al fin con el mensaje que muchos querían escuchar, el apoyo de Morena y del presidente Andrés Manuel López Obrador, al alcalde de Cuernavaca. "Van a tener al mejor alcalde en muchísimos años", dijo, al advertir que con honestidad y austeridad, se lograría hacer mucho por la ciudad. Y luego recordó a senadores, diputados federales, locales, regidores y a los ciudadanos, que Cuernavaca los necesita a todos, y ahí estaban todos, o casi.