Durante décadas, antes de que aparecieran los receptores auditivos, aquellos hombres y mujeres que dominaban el código morse fueron los mensajeros oficiales de todo el mundo: mediante sonidos cortos y largos, los telegrafistas enviaban no sólo recados personales, sino que también comunicaban mensajes gubernamentales y de auxilio, como ocurrió con el Titanic. En México, un grupo de telegrafistas espera que la clave morse pueda instituirse como un taller en las escuelas del país.
Rumbo al Día del Telegrafista, que se celebra el 14 de febrero de cada año, Ángel Contreras, integrante del grupo "Puros morsistas" y habitante de Jantetelco, Morelos, se prepara para enviar una propuesta al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, para instaurar la clave morse como un taller escolar que permita a las nuevas generaciones aprender a comunicarse sin depender de la tecnología satelital.
"La clave morse es una opción cuando no existe otro medio", afirma el telegrafista jubilado, quien ha logrado que las autoridades de este municipio de la región Oriente del estado implementen talleres de morse en las primarias de la localidad. En una semana, anuncia Contreras, los talleres serán reiniciados.
La utilidad de la clave morse
Aunque ha entrado en desuso, la clave morse sigue presente en ciertos sectores específicos, como la aviación instrumental y la navegación. Además, el alfabeto ideado por Samuel Morse en 1841 sigue siendo usando en el ámbito de los radioaficionados y escultistas. Para los telegrafistas, la simplicidad del morse y su aplicación en comunicaciones de larga distancia representan una alternativa aplicable a los casos en que lleguen a fallar otros medios más recientes.
El Día del Telegrafista
A diferencia del resto de nosotros, que vemos el 14 de febrero como el Día de San Valentín, los telegrafistas encuentran algo muy distinto en esta fecha: en 1933, el entonces presidente de México, Avelardo L. Rodríguez, ordenó la fusión de las oficinas de Correos y Telégrafos, un hecho que llevó a los telegrafistas a iniciar una huelga que horas después fue declarada ilegal y que costó el cese de cerca de 500 trabajadores.
Ocho años después, el gobierno volvió a dividir ambas oficinas, lo que representó un logro para los trabajadores y para los usuarios, ya que la fusión sólo se había traducido en un periodo de confusión entre las funciones de un ramo y el otro. En memoria del levantamiento inicial, en que las comunicaciones por telégrafo habían sido interrumpidas como una forma de presionar a las autoridades, el 14 de febrero es considerado como el Día del Telegrafista.