Hay grietas que no van a cerrar, la del cerro de Santa Bárbara es de ese tipo. Ubicado en la región de Los Altos de Morelos, en Totolapan, el cerro de Santa Bárbara empezó a agrietarse durante el terremoto del 19 de septiembre. Con el tiempo, las familias que vivían ahí han tenido que abandonar sus hogares para ser reubicados en una nueva unidad habitacional, debido a los riesgos que representa seguir viviendo en esa zona.

Una nueva realidad

"Vimos grietas", recordó Brandon Leyva, un joven de 25 años que se dedica a la albañilería. Después del terremoto, Brandon y la gente del pueblo subió al cerro para ver con sus propios ojos la grieta que se había abierto durante el terremoto. Fue entonces cuando se convencieron del peligro que representaría seguir viviendo en sus casas.

El riesgo es permanente, no creo que de la noche a la mañana se vaya a quitar, porque el cerro sí quedó afectado

Aunque al principio dudaban de que un grupo de personas a las que ellos no conocían les fuera a construir casas nuevas alejadas del peligro, las familias de Santa Bárbara finalmente están listas para abandonar sus hogares. Brandon, incluso, participó en la reconstrucción.

La cimentación está bien

Trabajo humanitario

La reubicación de 29 familias de Santa Bárbara en una nueva unidad habitacional ha sido posible gracias no sólo al Gobierno estatal con el fideicomiso "Unidos por Morelos", sino también por el trabajo humanitario de las fundaciones "Échale a tu casa", "New Story" (una organización sin fines de lucro basada en San Francisco, Estados Unidos) y el Gobierno municipal de Totolapan, responsable de la donación del predio de más de tres mil metros en el que se edificaron las viviendas.

En un año, normalmente en otros países, en otros sismos, esto no pasa así, pero aquí, en un año, trabajando con las familias, diseñando todo y con las casas construidas, es muy impresionante", explica Joanne NG, de "New Story

Éxodo

Durante las próximas semanas, las familias de Santa Bárbara tendrán que decir adiós finalmente a sus hogares para empezar a habitar en su nuevo vecindario, en el que cada casa fue construida con propiedades antisísmicas y térmicas, además de que cada una cuenta con un seguro contra inundaciones y otro tipo de eventos naturales.

Ubicado en el fraccionamiento Los Ciruelos, el complejo habitacional fue diseñado por las propias familias y, una vez que las casas estuvieron terminadas, se realizó un sorteo para asignar los números de vivienda que les corresponderían a cada una de ellas.