/ jueves 9 de agosto de 2018

[VIDEO] Añoran en Jantetelco el telégrafo

Creímos que el telegrama se usaría para siempre, pero no fue así", recuerda Ángel, uno de los pocos telegrafistas que existen en Jantetelco.

La noticia cayó de golpe: el telégrafo había muerto. Aquel día, Ángel, que pasó los mejores años de su vida enviando y recibiendo mensajes para Telégrafos Nacionales, salió de las oficinas de Yautepec, a casi 100 kilómetros de la Ciudad de México, con una gran pena en los hombros, que sólo pudo asimilar después de tomarse varias cervezas con sus colegas. Todos telegrafistas. Todos llenos del mismo pesar.

"Creíamos que el telegrama se usaría para siempre, pero no fue así", recordó Ángel, sentado ante el escritorio en el que aún conserva su viejo aparato telegráfico, su Vibroplex y su antigua máquina de escribir Olympia. Vive en Jantetelco, con su familia, pero la unión que tiene con esos tres objetos es especial.

El último telegrama enviado en México fue escrito por Romeo Jiménez Gómez el 22 de diciembre de 1992. El mensaje circuló por todo el país ese mismo día y, al recibirlo en sus oficinas, los telegrafistas supieron que ya no había vuelta atrás. Al final, Jiménez había agregado una frase que pasaría a la posteridad: "Adiós, mi querido Morse, adiós".

Adiós, mi querido Morse, adiós

Ángel Contreras tiene hoy 59 años y es un sobreviviente de esa época. Desde hace dos años, Ángel y otros telegrafistas jubilados han tomado la costumbre de reunirse una vez al año para hablar de sus buenos tiempos: en las reuniones del grupo "Somos de punto y raya", integrada por telegrafistas de todo el país, abunda la nostalgia y las ganas de retroceder en el tiempo.

"Siento mucha nostalgia, porque el Morse fue nuestra clave, nuestro lenguaje, con esto nos comunicábamos, hablábamos con estos aparatos", relató Ángel después de haber vuelto a vivir la experiencia de enviar un telegrama. El mensaje dice: "Estoy Jantetelco, Telegrafista Angel (sic), demostración telegrama". Para enviarlo, me ha hecho llenar el formulario tal como solía acostumbrarse. Me habría costado veinte pesos, si el telegrama todavía fuera un medio de comunicación.

El telegrama en México

La historia del telegrama en nuestro país se remonta al año de 1850, cuando el empresario Juan de la Granja hizo una demostración pública enviando un telegrama entre el Palacio Nacional y el Colegio de Minería. Un año después, en noviembre de 1851, el presidente Mariano Arista inauguró la primera línea telegráfica que comunicaba la Ciudad de México con el poblado de Nopalucan, Puebla.

Las líneas fueron creciendo de manera progresiva y, para la época del Porfiriato, alcanzaron más de 40 mil kilómetros de longitud, con más de 400 oficinas en todo el país. Todavía en la segunda mitad del siglo pasado, las sucursales de telégrafos eran un ruido incesante del que uno salía agotado, según recordó Ángel, quien quedó un poco sordo del oído izquierdo.

Tenías a compañeros a tu izquierda, a tu derecha, hacia adelante y hacia atrás, enviando y recibiendo mensajes, sobre todo en fechas especiales como el día de las madres, el día del maestro o navidad

La carga de trabajo era tal, que los telegrafistas terminaban de enviar los mensajes del día de las madres a mediados de junio.

El futuro de la clave Morse

Desarrollada en Estados Unidos, 1930, por Alfred Vail y Samuel Morse, la clave Morse es un sistema de representación de letras y números mediante señales emitidas de forma intermitente, a través de puntos y rayas.

Considerado como un lenguaje difícil de dominar (los telegrafistas solían dedicar cerca de un año a su aprendizaje y dominio), actualmente tiene un uso casi exclusivo en el ámbito de los radioaficionados y scouts. Además, es utilizada en la aviación instrumental para sintonizar las estaciones VOR, ILS y NDB.

En Jantetelco, al Oriente de Morelos, Ángel Contreras tiene un sueño: que los niños del pueblo aprendan la clave Morse y se encarguen de mantener vivo su lenguaje. En estas vacaciones de verano, sacó sus antiguos aparatos y los instaló en el auditorio de Amatzongo, donde ofreció varias clases.

"El Morse es mágico", afirmó Ángel mientras emitió un suspiro.

Datos:

  • Las líneas telegráficas de México llegaron a alcanzar más de 40,000 kilómetros de longitud
  • 400 oficinas de telégrafos había en el país durante el Porfiriato
  • 1850 año en que llegó el telegrama a México
  • 1992 año en que se envió el último telegrama
  • 5 MIL telegrafistas jubilados existen en el país


La noticia cayó de golpe: el telégrafo había muerto. Aquel día, Ángel, que pasó los mejores años de su vida enviando y recibiendo mensajes para Telégrafos Nacionales, salió de las oficinas de Yautepec, a casi 100 kilómetros de la Ciudad de México, con una gran pena en los hombros, que sólo pudo asimilar después de tomarse varias cervezas con sus colegas. Todos telegrafistas. Todos llenos del mismo pesar.

"Creíamos que el telegrama se usaría para siempre, pero no fue así", recordó Ángel, sentado ante el escritorio en el que aún conserva su viejo aparato telegráfico, su Vibroplex y su antigua máquina de escribir Olympia. Vive en Jantetelco, con su familia, pero la unión que tiene con esos tres objetos es especial.

El último telegrama enviado en México fue escrito por Romeo Jiménez Gómez el 22 de diciembre de 1992. El mensaje circuló por todo el país ese mismo día y, al recibirlo en sus oficinas, los telegrafistas supieron que ya no había vuelta atrás. Al final, Jiménez había agregado una frase que pasaría a la posteridad: "Adiós, mi querido Morse, adiós".

Adiós, mi querido Morse, adiós

Ángel Contreras tiene hoy 59 años y es un sobreviviente de esa época. Desde hace dos años, Ángel y otros telegrafistas jubilados han tomado la costumbre de reunirse una vez al año para hablar de sus buenos tiempos: en las reuniones del grupo "Somos de punto y raya", integrada por telegrafistas de todo el país, abunda la nostalgia y las ganas de retroceder en el tiempo.

"Siento mucha nostalgia, porque el Morse fue nuestra clave, nuestro lenguaje, con esto nos comunicábamos, hablábamos con estos aparatos", relató Ángel después de haber vuelto a vivir la experiencia de enviar un telegrama. El mensaje dice: "Estoy Jantetelco, Telegrafista Angel (sic), demostración telegrama". Para enviarlo, me ha hecho llenar el formulario tal como solía acostumbrarse. Me habría costado veinte pesos, si el telegrama todavía fuera un medio de comunicación.

El telegrama en México

La historia del telegrama en nuestro país se remonta al año de 1850, cuando el empresario Juan de la Granja hizo una demostración pública enviando un telegrama entre el Palacio Nacional y el Colegio de Minería. Un año después, en noviembre de 1851, el presidente Mariano Arista inauguró la primera línea telegráfica que comunicaba la Ciudad de México con el poblado de Nopalucan, Puebla.

Las líneas fueron creciendo de manera progresiva y, para la época del Porfiriato, alcanzaron más de 40 mil kilómetros de longitud, con más de 400 oficinas en todo el país. Todavía en la segunda mitad del siglo pasado, las sucursales de telégrafos eran un ruido incesante del que uno salía agotado, según recordó Ángel, quien quedó un poco sordo del oído izquierdo.

Tenías a compañeros a tu izquierda, a tu derecha, hacia adelante y hacia atrás, enviando y recibiendo mensajes, sobre todo en fechas especiales como el día de las madres, el día del maestro o navidad

La carga de trabajo era tal, que los telegrafistas terminaban de enviar los mensajes del día de las madres a mediados de junio.

El futuro de la clave Morse

Desarrollada en Estados Unidos, 1930, por Alfred Vail y Samuel Morse, la clave Morse es un sistema de representación de letras y números mediante señales emitidas de forma intermitente, a través de puntos y rayas.

Considerado como un lenguaje difícil de dominar (los telegrafistas solían dedicar cerca de un año a su aprendizaje y dominio), actualmente tiene un uso casi exclusivo en el ámbito de los radioaficionados y scouts. Además, es utilizada en la aviación instrumental para sintonizar las estaciones VOR, ILS y NDB.

En Jantetelco, al Oriente de Morelos, Ángel Contreras tiene un sueño: que los niños del pueblo aprendan la clave Morse y se encarguen de mantener vivo su lenguaje. En estas vacaciones de verano, sacó sus antiguos aparatos y los instaló en el auditorio de Amatzongo, donde ofreció varias clases.

"El Morse es mágico", afirmó Ángel mientras emitió un suspiro.

Datos:

  • Las líneas telegráficas de México llegaron a alcanzar más de 40,000 kilómetros de longitud
  • 400 oficinas de telégrafos había en el país durante el Porfiriato
  • 1850 año en que llegó el telegrama a México
  • 1992 año en que se envió el último telegrama
  • 5 MIL telegrafistas jubilados existen en el país


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