/ jueves 22 de octubre de 2020

[VIDEO] Mueve el arte al estudio GxP

La creatividad de Enrique e Isaí les permitió subsistir durante la pandemia, pues a pesar de haber cerrado el negocio de tatuajes continuaron con la venta de cuadros

La historia del estudio creativo “GxP” se remonta a 2016, cuando Enrique e Isaí, dos jóvenes unidos por el placer de hacer graffiti, decidieron convertir aquella pasión callejera en un espacio donde pudieran instalarse y echar a volar sus ideas, y en el que otros jóvenes con el mismo interés pudieran trabajar con libertad. Actualmente, el estudio se encuentra en el centro del municipio de Yautepec y ha estrechado lazos con el gobierno municipal, pero no siempre fue así.

“Empezamos a bordo de la carretera que va de Yautepec a Tlayacapan, en Oacalco; ahí rentamos un local donde pintábamos y sacábamos las pinturas a secar, entonces pasaba la gente, las veía y se detenían a comprar”, recuerda Enrique Muñoz, conocido en el mundo del arte urbano como “Noble”.

Noble tiene 26 años de edad y ha participado en festivales internacionales de arte urbano. Ha viajado a Europa. Ha pintado en España, Alemania, Italia, Grecia y Suiza y se ha contagiado (o acaso siempre lo tuvo) de un espíritu que busca no sólo la libertad creativa para él, sino para las nuevas generaciones.

“El proyecto inició por necesidad, porque éramos tres personas que en ese tiempo queríamos tener un espacio donde pudiéramos trabajar a gusto, nos reuniéramos, estuviéramos horas trabajando, se trataba de cooperar para pagar la renta de un local y exhibir ahí lo que teníamos: cuadros, pinturas, pero no lo veíamos tanto por el comercio, sino como un punto de reunión”, recuerda.

Hoy el estudio creativo “GxP” no sólo reúne el talento de Enrique e Isaí, los dos fundadores, sino de tatuadores y pintores como Erik Castellanos y Roberto Martínez.

“Yo entré este año y estoy aprendiendo de los tres compañeros, no sólo del tatuaje, sino de varias ramas del arte: aquí nos damos consejos, existe la ayuda de todos y aquí andamos, aprendiendo”, relata Roberto, de 24 años de edad, quien se inició en el arte como pintor de caballete y hoy lleva su talento a la piel de las personas.

La pandemia del Covid-19

Para el equipo de tatuajes del estudio “GxP” las limitaciones fueron claras: durante la contingencia sanitaria del Covid-19 el taller creativo tuvo que cerrar definitivamente. Imposible no hacerlo: ante una enfermedad que se transmitía por el contacto entre personas, un trabajo como éste, que va más allá del contacto, podía convertirse en un riesgo de contagio. No fue sencillo.

“Ha bajado mucho la actividad, porque no nos dedicamos a algo de primera necesidad, sino que somos los de hasta abajo, ahora sí que algo que la gente busca por gusto. Pero hemos estado rascándole por todos lados para poder pasar por esta situación”, explica Noble.

Durante las semanas más complicadas, los ingresos del estudio se redujeron a las ventas de las pinturas y cuadros, así como de los murales que hacían para los clientes.

“Aquí hacemos cuadros, murales, tatuajes, así que si no tenemos chamba de un lado podemos enfocarnos en otro”, dice Mocs.

Una vez que tuvieron la oportunidad de reabrir el estudio, los jóvenes implementaron una serie de medidas para garantizar la seguridad y la salud de la gente, entre ellas la realización de tatuajes sólo mediante citas y limitar el acceso de acompañantes, de manera que sólo ingrese la persona cuya piel será tatuada.

“Volvimos a empezar hace un mes, con medidas de seguridad, con pocos clientes y bajo cita para que no llegue tanta gente; que sólo venga una persona. Tratamos de llevar a cabo todas las medidas necesarias para que puedan venir y que todo esté bien”, agrega Noble.

Reivindicando el graffiti

Tradicionalmente relacionado con actos ilegales, el graffiti no solía gozar de buena reputación hasta hace algunos años, cuando una generación de artistas urbanos pasó de pintar o rallar mensajes simples en las paredes, generalmente durante la noche y siempre rehuyendo de la policía, a especializarse en un terreno que hoy puede identificarse más con la pintura y el muralismo.

“Ahora la gente lo toma mejor, y hay muchos mejores materiales que permiten hacer un mejor trabajo”, refiere Isaí Castillo, de 33 años de edad, conocido en este otro mundo como “Mocs”.

Mocs ha viajado a El Salvador y participó en el programa televisivo “Tunéame la nave”. En su infancia y adolescencia, Mocs compartía el gusto de rallar con otros amigos de la escuela pero, al contrario de ellos, que fueron casándose y tuvieron hijos y que abandonaron el camino, él insistió en su deseo de consolidar una forma de vida haciendo lo que le gustaba.

“Antes no cobrabas por pintar, pero ahora sí, ya es justo”, afirma.

En Yautepec, a veces juntos y otras de manera individual, Enrique e Isaí han llevado a cabo varios proyectos en colaboración con autoridades municipales y otras instancias de gobierno, que han reconocido en estas expresiones no sólo un mecanismo para generar actividades que alejen a los jóvenes de la violencia, sino como un atractivo visual que vale la pena difundir. En la actualidad ambos esperan dar vida a un callejón artístico en el centro del municipio, donde las paredes presuman murales coloridos, de la mano con el Ayuntamiento.

Una fuente de empleo

Actualmente (y sólo por decirlo de esta forma), la plantilla laboral de estudio creativo es de cuatro personas: Enrique e Isaí están acompañados permanentemente por Roberto y Eric Castellanos, un tatuador de 28 años de edad que también ha hecho equipo con los fundadores. Sin embargo, “GxP” no sólo es la fuente de empleo de este cuarteto, sino que eventualmente, cuando los pedidos de murales requieren de manos extras, el equipo se puede extender hasta un total de ocho integrantes.

“Cuando nos sale un mural, contratamos hasta a cuatro personas a las que se les da trabajo. Cuando eso pasa lo que les encargamos son los rellenos, que no llevan tanto detalle”, explica Enrique.

Así, el estudio puede ser también la oportunidad de que otros talentos, menos experimentados, adquieran la técnica de quienes llevan más tiempo trabajando en ello, lo que convierte al estudio en una escuela de constante aprendizaje.

“Hay mucho material del cual ir aprendiendo, creciendo e ir practicando”, relata Eric.

Un buen tatuador

Para Eric, los dos grandes requisitos que se necesitan para convertirse en un buen tatuador son la higiene, recurso primordial en trabajo de esta clase, y el gusto por dibujar. Sólo así se evitará el cansancio después de horas de trabajo en un solo tatuaje, y hay algunos que pueden llevar días.

De acuerdo con el portal “TatuajeX”, los buenos tatuadores deben contar con capacidad creativa, capaces de crear diseños propios y no sólo de imitar los ajenos; dominio de múltiples estilos, del celta al realista, pasando por una gama de requerimientos que haga realidad los encargos más exigentes; y la precisión.

En “GxP”, Eric y Roberto afirman que el equipo es capaz de hacer realidad cualquier diseño que el cliente tenga en la imaginación.

El graffiti, una expresión antigua

Aunque podría parecer que el graffiti es una expresión artística surgida en la modernidad, lo cierto es que sus indicios se remontan al antiguo Imperio Romano, una época en la que era común encontrar inscripciones de carácter satírico y crítico en las paredes. A través de los siglos, estas inscripciones fueron dejando la simplicidad y se desarrollaron en formas y colores, hasta que en la década de 1940 apareció un aliado que permaneció con el graffiti hasta la actualidad: la lata de pintura en aerosol.

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La historia del estudio creativo “GxP” se remonta a 2016, cuando Enrique e Isaí, dos jóvenes unidos por el placer de hacer graffiti, decidieron convertir aquella pasión callejera en un espacio donde pudieran instalarse y echar a volar sus ideas, y en el que otros jóvenes con el mismo interés pudieran trabajar con libertad. Actualmente, el estudio se encuentra en el centro del municipio de Yautepec y ha estrechado lazos con el gobierno municipal, pero no siempre fue así.

“Empezamos a bordo de la carretera que va de Yautepec a Tlayacapan, en Oacalco; ahí rentamos un local donde pintábamos y sacábamos las pinturas a secar, entonces pasaba la gente, las veía y se detenían a comprar”, recuerda Enrique Muñoz, conocido en el mundo del arte urbano como “Noble”.

Noble tiene 26 años de edad y ha participado en festivales internacionales de arte urbano. Ha viajado a Europa. Ha pintado en España, Alemania, Italia, Grecia y Suiza y se ha contagiado (o acaso siempre lo tuvo) de un espíritu que busca no sólo la libertad creativa para él, sino para las nuevas generaciones.

“El proyecto inició por necesidad, porque éramos tres personas que en ese tiempo queríamos tener un espacio donde pudiéramos trabajar a gusto, nos reuniéramos, estuviéramos horas trabajando, se trataba de cooperar para pagar la renta de un local y exhibir ahí lo que teníamos: cuadros, pinturas, pero no lo veíamos tanto por el comercio, sino como un punto de reunión”, recuerda.

Hoy el estudio creativo “GxP” no sólo reúne el talento de Enrique e Isaí, los dos fundadores, sino de tatuadores y pintores como Erik Castellanos y Roberto Martínez.

“Yo entré este año y estoy aprendiendo de los tres compañeros, no sólo del tatuaje, sino de varias ramas del arte: aquí nos damos consejos, existe la ayuda de todos y aquí andamos, aprendiendo”, relata Roberto, de 24 años de edad, quien se inició en el arte como pintor de caballete y hoy lleva su talento a la piel de las personas.

La pandemia del Covid-19

Para el equipo de tatuajes del estudio “GxP” las limitaciones fueron claras: durante la contingencia sanitaria del Covid-19 el taller creativo tuvo que cerrar definitivamente. Imposible no hacerlo: ante una enfermedad que se transmitía por el contacto entre personas, un trabajo como éste, que va más allá del contacto, podía convertirse en un riesgo de contagio. No fue sencillo.

“Ha bajado mucho la actividad, porque no nos dedicamos a algo de primera necesidad, sino que somos los de hasta abajo, ahora sí que algo que la gente busca por gusto. Pero hemos estado rascándole por todos lados para poder pasar por esta situación”, explica Noble.

Durante las semanas más complicadas, los ingresos del estudio se redujeron a las ventas de las pinturas y cuadros, así como de los murales que hacían para los clientes.

“Aquí hacemos cuadros, murales, tatuajes, así que si no tenemos chamba de un lado podemos enfocarnos en otro”, dice Mocs.

Una vez que tuvieron la oportunidad de reabrir el estudio, los jóvenes implementaron una serie de medidas para garantizar la seguridad y la salud de la gente, entre ellas la realización de tatuajes sólo mediante citas y limitar el acceso de acompañantes, de manera que sólo ingrese la persona cuya piel será tatuada.

“Volvimos a empezar hace un mes, con medidas de seguridad, con pocos clientes y bajo cita para que no llegue tanta gente; que sólo venga una persona. Tratamos de llevar a cabo todas las medidas necesarias para que puedan venir y que todo esté bien”, agrega Noble.

Reivindicando el graffiti

Tradicionalmente relacionado con actos ilegales, el graffiti no solía gozar de buena reputación hasta hace algunos años, cuando una generación de artistas urbanos pasó de pintar o rallar mensajes simples en las paredes, generalmente durante la noche y siempre rehuyendo de la policía, a especializarse en un terreno que hoy puede identificarse más con la pintura y el muralismo.

“Ahora la gente lo toma mejor, y hay muchos mejores materiales que permiten hacer un mejor trabajo”, refiere Isaí Castillo, de 33 años de edad, conocido en este otro mundo como “Mocs”.

Mocs ha viajado a El Salvador y participó en el programa televisivo “Tunéame la nave”. En su infancia y adolescencia, Mocs compartía el gusto de rallar con otros amigos de la escuela pero, al contrario de ellos, que fueron casándose y tuvieron hijos y que abandonaron el camino, él insistió en su deseo de consolidar una forma de vida haciendo lo que le gustaba.

“Antes no cobrabas por pintar, pero ahora sí, ya es justo”, afirma.

En Yautepec, a veces juntos y otras de manera individual, Enrique e Isaí han llevado a cabo varios proyectos en colaboración con autoridades municipales y otras instancias de gobierno, que han reconocido en estas expresiones no sólo un mecanismo para generar actividades que alejen a los jóvenes de la violencia, sino como un atractivo visual que vale la pena difundir. En la actualidad ambos esperan dar vida a un callejón artístico en el centro del municipio, donde las paredes presuman murales coloridos, de la mano con el Ayuntamiento.

Una fuente de empleo

Actualmente (y sólo por decirlo de esta forma), la plantilla laboral de estudio creativo es de cuatro personas: Enrique e Isaí están acompañados permanentemente por Roberto y Eric Castellanos, un tatuador de 28 años de edad que también ha hecho equipo con los fundadores. Sin embargo, “GxP” no sólo es la fuente de empleo de este cuarteto, sino que eventualmente, cuando los pedidos de murales requieren de manos extras, el equipo se puede extender hasta un total de ocho integrantes.

“Cuando nos sale un mural, contratamos hasta a cuatro personas a las que se les da trabajo. Cuando eso pasa lo que les encargamos son los rellenos, que no llevan tanto detalle”, explica Enrique.

Así, el estudio puede ser también la oportunidad de que otros talentos, menos experimentados, adquieran la técnica de quienes llevan más tiempo trabajando en ello, lo que convierte al estudio en una escuela de constante aprendizaje.

“Hay mucho material del cual ir aprendiendo, creciendo e ir practicando”, relata Eric.

Un buen tatuador

Para Eric, los dos grandes requisitos que se necesitan para convertirse en un buen tatuador son la higiene, recurso primordial en trabajo de esta clase, y el gusto por dibujar. Sólo así se evitará el cansancio después de horas de trabajo en un solo tatuaje, y hay algunos que pueden llevar días.

De acuerdo con el portal “TatuajeX”, los buenos tatuadores deben contar con capacidad creativa, capaces de crear diseños propios y no sólo de imitar los ajenos; dominio de múltiples estilos, del celta al realista, pasando por una gama de requerimientos que haga realidad los encargos más exigentes; y la precisión.

En “GxP”, Eric y Roberto afirman que el equipo es capaz de hacer realidad cualquier diseño que el cliente tenga en la imaginación.

El graffiti, una expresión antigua

Aunque podría parecer que el graffiti es una expresión artística surgida en la modernidad, lo cierto es que sus indicios se remontan al antiguo Imperio Romano, una época en la que era común encontrar inscripciones de carácter satírico y crítico en las paredes. A través de los siglos, estas inscripciones fueron dejando la simplicidad y se desarrollaron en formas y colores, hasta que en la década de 1940 apareció un aliado que permaneció con el graffiti hasta la actualidad: la lata de pintura en aerosol.

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