/ miércoles 2 de enero de 2019

El ejemplo de Cuernavaca

Si a las tensiones evidentes en el Congreso del Estado, sumamos las que se viven en Cuernavaca desde días antes de la instalación del Ayuntamiento, y añadimos los problemas de inseguridad, y los líos aún irresueltos en otros municipios como Xoxocotla y Hueyapan; el escenario para el primer mes del 2019 es francamente aterrador en Morelos.

Porque por más buenos deseos que se hayan cruzado en las fiestas de inicio de año, lo que ocurre en Cuernavaca es terrible en tanto más que reeditarse una historia (esas cosas no ocurren), parece profundizarse más la crisis política alrededor de un cabildo que se ve bastante cohesionado en torno al alcalde, Antonio Villalobos Adán. El nuevo alcalde tuvo el tino de tejer fino con los regidores y con gente de diversos sectores sociales para construir un equipo que de inicio luce lo bastante sólido como para enfrentar los embates que vendrán, seguramente, en las próximas semanas o meses. Si el equipo será o no suficiente para trabajar por mejorar la ciudad en serio, se verá en el mismo tiempo, pero habrá que reconocer al alcalde Villalobos que, sin descuidar sus defensas legales, fue capaz de sumar en escenarios en que otros se han aislado. Cierto que ser arropado por la plana mayor de Morena en la región, senadores, diputados federales, diputados locales y los dirigentes nacional y estatal, fue simbólicamente un gran golpe, pero eso significaría muy poco si Villalobos no fuera capaz de hacer equipo.

Mal cálculo de quienes le obligaron a rendir protesta en la calle. Ahí en la Avenida Morelos, entre Catedral y el Museo de la Ciudad de Cuernavaca, Villalobos se convirtió en alcalde, dejó de ser una casualidad y adquirió una estatura que muchos le han regateado. Nervioso, con algunos tropezones en un discurso adecuado a la ocasión, el alcalde de Cuernavaca se transformó en político, en una pieza importante de la política estatal, cualidad que les fue negada a los dos suplentes de su antecesor real, Cuauhtémoc Blanco Bravo. Ni Denisse Arizmendi, ni Juan Hernández Limonchi, tuvieron nunca la cancha suficiente para ser relevantes; a Villalobos se la regalaron. El problema ahora es que la exigencia será mucho mayor, y si ya de por sí era una labor compleja por la situación de Cuernavaca, administrar la comuna se convertirá en el reto de la vida de Villalobos cuya carrera política entera está en esa apuesta.

Y podría parecer descabellado, pero en esta etapa por lo menos convendría, y mucho, hablar con la síndica. Si como todo indica, el cabildo completo está lleno de gente bien intencionada, así los definen quienes les conocen de cerca, marginar a una parte importante del mismo sería un desperdicio de talento imperdonable. ¿O tan mal está la situación que se vuelve imposible construir un acuerdo que dé tránsito a la normalidad?

En esta construcción, por cierto, serán vitales las figuras de los regidores independientes, cuya postura más ciudadana puede ayudar a la construcción de acuerdos lejanos a los intereses partidistas, legítimos o no, legales o supralegales. Porque aunque parezca innecesario advertirlo, muchos en ambos bandos parecen seguir instalados en el lenguaje de campaña, en el choque innecesario de presuntos poderes. Cuernavaca, con sus enormes necesidades y conflictos, está urgida ya de diálogo, de trabajo, de acuerdos, de conciliación.

La señal que tendría que dar Cuernavaca es que se pueden trazar acuerdos, trabajar en paz, generar condiciones para la gobernabilidad, ese ejemplo serviría a todos; de hecho, probablemente mucho de lo que pasa en el estado sea un reflejo de la crisis política que desde hace muchos años ahoga a su capital.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Si a las tensiones evidentes en el Congreso del Estado, sumamos las que se viven en Cuernavaca desde días antes de la instalación del Ayuntamiento, y añadimos los problemas de inseguridad, y los líos aún irresueltos en otros municipios como Xoxocotla y Hueyapan; el escenario para el primer mes del 2019 es francamente aterrador en Morelos.

Porque por más buenos deseos que se hayan cruzado en las fiestas de inicio de año, lo que ocurre en Cuernavaca es terrible en tanto más que reeditarse una historia (esas cosas no ocurren), parece profundizarse más la crisis política alrededor de un cabildo que se ve bastante cohesionado en torno al alcalde, Antonio Villalobos Adán. El nuevo alcalde tuvo el tino de tejer fino con los regidores y con gente de diversos sectores sociales para construir un equipo que de inicio luce lo bastante sólido como para enfrentar los embates que vendrán, seguramente, en las próximas semanas o meses. Si el equipo será o no suficiente para trabajar por mejorar la ciudad en serio, se verá en el mismo tiempo, pero habrá que reconocer al alcalde Villalobos que, sin descuidar sus defensas legales, fue capaz de sumar en escenarios en que otros se han aislado. Cierto que ser arropado por la plana mayor de Morena en la región, senadores, diputados federales, diputados locales y los dirigentes nacional y estatal, fue simbólicamente un gran golpe, pero eso significaría muy poco si Villalobos no fuera capaz de hacer equipo.

Mal cálculo de quienes le obligaron a rendir protesta en la calle. Ahí en la Avenida Morelos, entre Catedral y el Museo de la Ciudad de Cuernavaca, Villalobos se convirtió en alcalde, dejó de ser una casualidad y adquirió una estatura que muchos le han regateado. Nervioso, con algunos tropezones en un discurso adecuado a la ocasión, el alcalde de Cuernavaca se transformó en político, en una pieza importante de la política estatal, cualidad que les fue negada a los dos suplentes de su antecesor real, Cuauhtémoc Blanco Bravo. Ni Denisse Arizmendi, ni Juan Hernández Limonchi, tuvieron nunca la cancha suficiente para ser relevantes; a Villalobos se la regalaron. El problema ahora es que la exigencia será mucho mayor, y si ya de por sí era una labor compleja por la situación de Cuernavaca, administrar la comuna se convertirá en el reto de la vida de Villalobos cuya carrera política entera está en esa apuesta.

Y podría parecer descabellado, pero en esta etapa por lo menos convendría, y mucho, hablar con la síndica. Si como todo indica, el cabildo completo está lleno de gente bien intencionada, así los definen quienes les conocen de cerca, marginar a una parte importante del mismo sería un desperdicio de talento imperdonable. ¿O tan mal está la situación que se vuelve imposible construir un acuerdo que dé tránsito a la normalidad?

En esta construcción, por cierto, serán vitales las figuras de los regidores independientes, cuya postura más ciudadana puede ayudar a la construcción de acuerdos lejanos a los intereses partidistas, legítimos o no, legales o supralegales. Porque aunque parezca innecesario advertirlo, muchos en ambos bandos parecen seguir instalados en el lenguaje de campaña, en el choque innecesario de presuntos poderes. Cuernavaca, con sus enormes necesidades y conflictos, está urgida ya de diálogo, de trabajo, de acuerdos, de conciliación.

La señal que tendría que dar Cuernavaca es que se pueden trazar acuerdos, trabajar en paz, generar condiciones para la gobernabilidad, ese ejemplo serviría a todos; de hecho, probablemente mucho de lo que pasa en el estado sea un reflejo de la crisis política que desde hace muchos años ahoga a su capital.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

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