/ lunes 10 de junio de 2024

Tiempos de reflexión

Difícil poder hacer un análisis del proceso electoral tan complejo como el que estamos viviendo después de conocer los resultados de la jornada del 2 de junio en la que Claudia Sheinbaum ganó con una amplísima ventaja.

Algunos alimentan el argumento de que hubo fraude, no sucedió tal cosa. Lo que si vivimos fue una elección de estado profundamente inequitativa, en donde todo el aparato de gobierno y el propio presidente de la República operó para su candidata. Desde el inicio del gobierno inventaron un ejército electoral pagado con recursos públicos al que llamaron “Siervos de la Nación”, que han ido de casa en casa con chalecos del mismo color de Morena promoviendo los programas sociales y presionando a los beneficiarios o hasta lanzando amenazas veladas o directas.

El presidente tuvo decenas de amonestaciones por parte del INE por intervenir en la elección desde la mañanera, y siguió haciéndolo sin que pasara nada.

Morena adelantó el proceso por lo menos dos años antes de los plazos legales, primero en la selección interna en la que participaron funcionarios derrochando recursos a lo largo del territorio; cientos de millones de pesos cuyo origen pudieran ser recursos públicos o de grupos extraños, como lo han denunciado algunos actores políticos.

Del lado de la oposición se construyó una propuesta a partir de la irrupción de lo que se llamó la Marea Rosa, primero en defensa del INE y contra el plan A, después contra el plan B; Xóchitl Gálvez cautivó en poco tiempo a millones de ciudadanos que vieron en ella la posibilidad de evitar la continuación de la 4T. Xóchitl hizo una gran campaña, es una guerrera incansable, tenaz e inteligente, una gran mujer.

El presidente se dedicó a atacar sistemáticamente a la candidata de la oposición asociándola con la narrativa de que Xóchitl quería desaparecer los programas sociales, algo totalmente falso que impactó en los negativos de la candidata.

La magnitud de la última concentración de la Marea Rosa el 19 de mayo en el Zócalo de la CDMX y en muchas plazas de los estados, así como las supuestas “encuestas” publicadas diariamente donde mostraban una elección competida y hasta en alguna se ponía a Xóchitl arriba de Claudia, generaron una expectativa de triunfo en el electorado de oposición.

Desgraciadamente esas “encuestas” nos engañaron, fueron mentiras, mantuvieron artificialmente la esperanza en mucha gente que hoy no se explica lo que sucedió. De ahí surgen las teorías del fraude a partir de la intervención de fuerzas oscuras utilizando inteligencia artificial y otras fantasías producto de la frustración. No busquemos explicaciones sobrenaturales, fue una elección de estado.

La narrativa de la existencia de un voto oculto a favor de Xóchitl no se cumplió; no había un voto oculto a favor de Xóchitl, lo decían las encuestas que daban una amplia ventaja a Claudia; esas encuestas que descalificó el equipo de Xóchitl haciéndonos creer que estaban equivocadas, en realidad ese voto oculto se manifestó como un voto mayoritario a favor de la candidata del oficialismo.

Todavía en la noche de la jornada electoral apareció Xóchitl rodeada de los dirigentes partidistas con expresiones de alegría, afirmando que había ganado la elección. Horas después volvió aparecer reconociendo la derrota después de que el INE en voz de su presidenta dio a conocer los resultados de la muestra levantada por el conteo rápido; un balde de agua helada cayó sobre nosotros.

Después de la elección vino el recuento, confirmando los resultados anunciados la madrugada del lunes 3 de junio, incluso con cifras aún mayores.

¿Qué viene?

La posibilidad de que el bloque gobiernista logre la mayoría calificada se dibuja como una amenaza, significa la posible aprobación de las veinte reformas planteadas en el llamado plan C, entre otras el desmantelamiento del Poder Judicial, del INE, de los organismos autónomos.

Una de las reacciones ante esta amenaza han sido la devaluación del peso y la caída de la bolsa de valores, los mercados se hacen presentes como contrapesos por la posible desaparición precisamente de estos contrapesos constitucionales.

En lo inmediato habrá que estar atentos y en su caso volver a movilizarnos si fuera necesario.

A corto plazo no está claro hacia donde vamos, todo es incierto.

Del lado de la oposición lo único claro es que los partidos tradicionales, PRI y PAN han tocado fondo y el PRD perderá el registro: una muerte anunciada desde hace años. Esos partidos, así como están ya no le sirven de mucho a la democracia ni a la ciudadanía.

El gran reto será seguir defendiendo la democracia, reforzar el sistema de partidos y la renovación de la clase política.

Vienen tiempos de mucha reflexión, de autocrítica, de diálogo abierto entre demócratas.

Por lo pronto hay que acabar de procesar lo que ha pasado antes de tomar decisiones.

Difícil poder hacer un análisis del proceso electoral tan complejo como el que estamos viviendo después de conocer los resultados de la jornada del 2 de junio en la que Claudia Sheinbaum ganó con una amplísima ventaja.

Algunos alimentan el argumento de que hubo fraude, no sucedió tal cosa. Lo que si vivimos fue una elección de estado profundamente inequitativa, en donde todo el aparato de gobierno y el propio presidente de la República operó para su candidata. Desde el inicio del gobierno inventaron un ejército electoral pagado con recursos públicos al que llamaron “Siervos de la Nación”, que han ido de casa en casa con chalecos del mismo color de Morena promoviendo los programas sociales y presionando a los beneficiarios o hasta lanzando amenazas veladas o directas.

El presidente tuvo decenas de amonestaciones por parte del INE por intervenir en la elección desde la mañanera, y siguió haciéndolo sin que pasara nada.

Morena adelantó el proceso por lo menos dos años antes de los plazos legales, primero en la selección interna en la que participaron funcionarios derrochando recursos a lo largo del territorio; cientos de millones de pesos cuyo origen pudieran ser recursos públicos o de grupos extraños, como lo han denunciado algunos actores políticos.

Del lado de la oposición se construyó una propuesta a partir de la irrupción de lo que se llamó la Marea Rosa, primero en defensa del INE y contra el plan A, después contra el plan B; Xóchitl Gálvez cautivó en poco tiempo a millones de ciudadanos que vieron en ella la posibilidad de evitar la continuación de la 4T. Xóchitl hizo una gran campaña, es una guerrera incansable, tenaz e inteligente, una gran mujer.

El presidente se dedicó a atacar sistemáticamente a la candidata de la oposición asociándola con la narrativa de que Xóchitl quería desaparecer los programas sociales, algo totalmente falso que impactó en los negativos de la candidata.

La magnitud de la última concentración de la Marea Rosa el 19 de mayo en el Zócalo de la CDMX y en muchas plazas de los estados, así como las supuestas “encuestas” publicadas diariamente donde mostraban una elección competida y hasta en alguna se ponía a Xóchitl arriba de Claudia, generaron una expectativa de triunfo en el electorado de oposición.

Desgraciadamente esas “encuestas” nos engañaron, fueron mentiras, mantuvieron artificialmente la esperanza en mucha gente que hoy no se explica lo que sucedió. De ahí surgen las teorías del fraude a partir de la intervención de fuerzas oscuras utilizando inteligencia artificial y otras fantasías producto de la frustración. No busquemos explicaciones sobrenaturales, fue una elección de estado.

La narrativa de la existencia de un voto oculto a favor de Xóchitl no se cumplió; no había un voto oculto a favor de Xóchitl, lo decían las encuestas que daban una amplia ventaja a Claudia; esas encuestas que descalificó el equipo de Xóchitl haciéndonos creer que estaban equivocadas, en realidad ese voto oculto se manifestó como un voto mayoritario a favor de la candidata del oficialismo.

Todavía en la noche de la jornada electoral apareció Xóchitl rodeada de los dirigentes partidistas con expresiones de alegría, afirmando que había ganado la elección. Horas después volvió aparecer reconociendo la derrota después de que el INE en voz de su presidenta dio a conocer los resultados de la muestra levantada por el conteo rápido; un balde de agua helada cayó sobre nosotros.

Después de la elección vino el recuento, confirmando los resultados anunciados la madrugada del lunes 3 de junio, incluso con cifras aún mayores.

¿Qué viene?

La posibilidad de que el bloque gobiernista logre la mayoría calificada se dibuja como una amenaza, significa la posible aprobación de las veinte reformas planteadas en el llamado plan C, entre otras el desmantelamiento del Poder Judicial, del INE, de los organismos autónomos.

Una de las reacciones ante esta amenaza han sido la devaluación del peso y la caída de la bolsa de valores, los mercados se hacen presentes como contrapesos por la posible desaparición precisamente de estos contrapesos constitucionales.

En lo inmediato habrá que estar atentos y en su caso volver a movilizarnos si fuera necesario.

A corto plazo no está claro hacia donde vamos, todo es incierto.

Del lado de la oposición lo único claro es que los partidos tradicionales, PRI y PAN han tocado fondo y el PRD perderá el registro: una muerte anunciada desde hace años. Esos partidos, así como están ya no le sirven de mucho a la democracia ni a la ciudadanía.

El gran reto será seguir defendiendo la democracia, reforzar el sistema de partidos y la renovación de la clase política.

Vienen tiempos de mucha reflexión, de autocrítica, de diálogo abierto entre demócratas.

Por lo pronto hay que acabar de procesar lo que ha pasado antes de tomar decisiones.

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