/ lunes 31 de julio de 2023

Rusia y África: las apuestas del Kremlim

Por Omer Freixa

La segunda cumbre entre el gobierno ruso y los países africanos se dio en un momento álgido de la guerra en ucrania

Pese a las presiones principalmente de los Estados Unidos, la ciudad rusa de San Petersburgo vio un nivel aceptable de asistencia de naciones africanas a la segunda cumbre Rusia - África, celebrada entre el 27 y el 28 de julio, con el presidente ruso Vladimir Putin como anfitrión en un momento central en la guerra de Ucrania. Asistieron 17 líderes y 49 delegaciones, una merma rotundamente visible respecto de la presencia de mandatarios en la primera cumbre, que había sido de 43.

El encuentro, que continúa las líneas establecidas en Sochi (octubre de 2019), tuvo como objetivo afianzar vínculos africanos, buscar adhesión en contra de las sanciones unilaterales de Occidente y, ligado a lo anterior, reforzar apoyos respecto del frente ucraniano, crucial para Moscú como superpotencia y en el enfrentamiento sobre todo con los Estados Unidos, de lo cual se desprende la importancia rusa de presentarse como “amiga” de los países africanos contra los poderes tradicionales, incluyendo las antiguas metrópolis. En efecto, hay un nexo con el pasado: la Unión Soviética apoyó a los movimientos de liberación africanos por sus independencias, en la lucha contra el apartheid, y esta retórica anticolonial fue aclamada en el transcurso de la reunión.

La llegada de Putin al poder, a comienzos del presente siglo, marcó un momento bisagra en el acercamiento a África, luego de una década de dejadez tras la hecatombe que implicó la disolución del régimen soviético en 1991.

Desde 2000, la política del Kremlin no dejó de interesarse por el continente y en los últimos años la importancia africana para Moscú creció muchísimo. De hecho, Putin indicó en San Petersburgo que el comercio con África alcanzó aproximadamente los u$s 18.000 millones en 2022 y este vínculo se incrementó un 35% en el primer semestre de este año. Si bien esos números están muy por debajo de los del principal socio comercial africano, China, Rusia, sin embargo, es el primer exportador de armas al continente.

Objetivos primordiales

Yendo a lo pragmático, la II cumbre tuvo metas específicas. En primer lugar, la cuestión alimentaria. Es sabido que varios espacios del continente africano padecen graves crisis humanitarias, como el Sahel o el Cuerno de África, millones de personas necesitan ayuda más que urgente. Por ello, y ante críticas de la Unión Africana frente al incumplimiento ruso de provisión de granos producto de un compromiso firmado con Kiev el año pasado, el Kremlin garantizó la provisión de grano al continente. Puntualmente, el presidente ruso prometió el suministro gratuito de hasta 50.000 toneladas (a unos cuatro meses) a seis países: Burkina Faso, Eritrea, Zimbabwe, Malí, Somalía y República Centroafricana, todos de muy buenas relaciones con la nación anfitriona. Su mandatario agregó que espera que África no sólo logre la autosuficiencia, sino que pueda transformarse en un exportador neto de alimentos al mundo, condición con la que Moscú está dispuesta a cooperar. Denunció que Occidente lo culpa de todo lo malo y que sus sanciones limitaron la entrega de alimentos.

En segundo término, el softpower. La política rusa hacia África planea la apertura de más sedes diplomáticas y la expansión de agencias informativas oficiales como Russia Today, Sputnik y Tass. Estas intenciones persiguen la finalidad de combatir la prensa antirrusa y demás manifestaciones de rusofobia por parte de Occidente, que aísla y sancionó al gobierno de Putin por la guerra en Ucrania.

En tercer lugar, el bloque BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica). Varios países del mundo han solicitado su incorporación al mismo (los hay africanos) y el asunto debatido fue el de las unidades monetarias, fundamentalmente la implementación de una moneda en común de esta alianza para desafiar al dólar en abierta disputa con la hegemonía estadounidense. Entonces, en un mundo que refuerza su carácter multipolar, en San Petersburgo el mandatario ruso indicó que África será un socio clave para la nación rusa y un actor de peso global. Al respecto, habrá que ver qué depara la cumbre BRICS en Sudáfrica en agosto, a la cual, de mutuo acuerdo y a raíz del pedido de captura internacional (por delitos de guerra cometidos en Ucrania), Putin no asistirá. Por último, el titular del Kremlin manifestó interés y dialogó en torno a la posible declaración como miembro permanente en el G20 de la Unión Africana, asunto a tratarse en la cumbre de septiembre en la India.

Voces críticas y ausencias

Un ausente destacado a la cumbre ruso-africana fue el presidente de Kenia, William Ruto, quien manifestó su desagrado por el hecho de que Rusia no cumpliera lo pautado respecto a la provisión de grano, según se acordara un año atrás. Tampoco asistió el presidente ruandés, Paul Kagame. En coincidencia con su par keniano, declaró que la vía de relación con poderes externos a África debe ser la Unión Africana y no los vínculos bilaterales. Por su parte, tanto Nairobi como Kigali son excelentes aliados de Washington.

Una presencia particular: la del jefe de las controvertidas milicias Wagner, inculpadas en varios excesos en sus frentes de acción, algunos de estos africanos, y una fuerza a la que hace poco más de un mes se la acusó de complotar contra Putin. Como sea, al mencionado Yevgeny Prigozhin se lo vio tendiendo encuentros con representantes africanos, si bien se informó que eran reuniones de carácter extraoficial, al margen de la formalidad de la cumbre.

OMER FREIXA es profesor de la Universidad Nacional de Tres de Febrero y de la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Sígalo en @OmerFreixa

Por Omer Freixa

La segunda cumbre entre el gobierno ruso y los países africanos se dio en un momento álgido de la guerra en ucrania

Pese a las presiones principalmente de los Estados Unidos, la ciudad rusa de San Petersburgo vio un nivel aceptable de asistencia de naciones africanas a la segunda cumbre Rusia - África, celebrada entre el 27 y el 28 de julio, con el presidente ruso Vladimir Putin como anfitrión en un momento central en la guerra de Ucrania. Asistieron 17 líderes y 49 delegaciones, una merma rotundamente visible respecto de la presencia de mandatarios en la primera cumbre, que había sido de 43.

El encuentro, que continúa las líneas establecidas en Sochi (octubre de 2019), tuvo como objetivo afianzar vínculos africanos, buscar adhesión en contra de las sanciones unilaterales de Occidente y, ligado a lo anterior, reforzar apoyos respecto del frente ucraniano, crucial para Moscú como superpotencia y en el enfrentamiento sobre todo con los Estados Unidos, de lo cual se desprende la importancia rusa de presentarse como “amiga” de los países africanos contra los poderes tradicionales, incluyendo las antiguas metrópolis. En efecto, hay un nexo con el pasado: la Unión Soviética apoyó a los movimientos de liberación africanos por sus independencias, en la lucha contra el apartheid, y esta retórica anticolonial fue aclamada en el transcurso de la reunión.

La llegada de Putin al poder, a comienzos del presente siglo, marcó un momento bisagra en el acercamiento a África, luego de una década de dejadez tras la hecatombe que implicó la disolución del régimen soviético en 1991.

Desde 2000, la política del Kremlin no dejó de interesarse por el continente y en los últimos años la importancia africana para Moscú creció muchísimo. De hecho, Putin indicó en San Petersburgo que el comercio con África alcanzó aproximadamente los u$s 18.000 millones en 2022 y este vínculo se incrementó un 35% en el primer semestre de este año. Si bien esos números están muy por debajo de los del principal socio comercial africano, China, Rusia, sin embargo, es el primer exportador de armas al continente.

Objetivos primordiales

Yendo a lo pragmático, la II cumbre tuvo metas específicas. En primer lugar, la cuestión alimentaria. Es sabido que varios espacios del continente africano padecen graves crisis humanitarias, como el Sahel o el Cuerno de África, millones de personas necesitan ayuda más que urgente. Por ello, y ante críticas de la Unión Africana frente al incumplimiento ruso de provisión de granos producto de un compromiso firmado con Kiev el año pasado, el Kremlin garantizó la provisión de grano al continente. Puntualmente, el presidente ruso prometió el suministro gratuito de hasta 50.000 toneladas (a unos cuatro meses) a seis países: Burkina Faso, Eritrea, Zimbabwe, Malí, Somalía y República Centroafricana, todos de muy buenas relaciones con la nación anfitriona. Su mandatario agregó que espera que África no sólo logre la autosuficiencia, sino que pueda transformarse en un exportador neto de alimentos al mundo, condición con la que Moscú está dispuesta a cooperar. Denunció que Occidente lo culpa de todo lo malo y que sus sanciones limitaron la entrega de alimentos.

En segundo término, el softpower. La política rusa hacia África planea la apertura de más sedes diplomáticas y la expansión de agencias informativas oficiales como Russia Today, Sputnik y Tass. Estas intenciones persiguen la finalidad de combatir la prensa antirrusa y demás manifestaciones de rusofobia por parte de Occidente, que aísla y sancionó al gobierno de Putin por la guerra en Ucrania.

En tercer lugar, el bloque BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica). Varios países del mundo han solicitado su incorporación al mismo (los hay africanos) y el asunto debatido fue el de las unidades monetarias, fundamentalmente la implementación de una moneda en común de esta alianza para desafiar al dólar en abierta disputa con la hegemonía estadounidense. Entonces, en un mundo que refuerza su carácter multipolar, en San Petersburgo el mandatario ruso indicó que África será un socio clave para la nación rusa y un actor de peso global. Al respecto, habrá que ver qué depara la cumbre BRICS en Sudáfrica en agosto, a la cual, de mutuo acuerdo y a raíz del pedido de captura internacional (por delitos de guerra cometidos en Ucrania), Putin no asistirá. Por último, el titular del Kremlin manifestó interés y dialogó en torno a la posible declaración como miembro permanente en el G20 de la Unión Africana, asunto a tratarse en la cumbre de septiembre en la India.

Voces críticas y ausencias

Un ausente destacado a la cumbre ruso-africana fue el presidente de Kenia, William Ruto, quien manifestó su desagrado por el hecho de que Rusia no cumpliera lo pautado respecto a la provisión de grano, según se acordara un año atrás. Tampoco asistió el presidente ruandés, Paul Kagame. En coincidencia con su par keniano, declaró que la vía de relación con poderes externos a África debe ser la Unión Africana y no los vínculos bilaterales. Por su parte, tanto Nairobi como Kigali son excelentes aliados de Washington.

Una presencia particular: la del jefe de las controvertidas milicias Wagner, inculpadas en varios excesos en sus frentes de acción, algunos de estos africanos, y una fuerza a la que hace poco más de un mes se la acusó de complotar contra Putin. Como sea, al mencionado Yevgeny Prigozhin se lo vio tendiendo encuentros con representantes africanos, si bien se informó que eran reuniones de carácter extraoficial, al margen de la formalidad de la cumbre.

OMER FREIXA es profesor de la Universidad Nacional de Tres de Febrero y de la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Sígalo en @OmerFreixa