/ lunes 6 de noviembre de 2023

Sudán, de nuevo olvidado

Omer Freixa


La centralidad de lo que acontece en Gaza opaca la atención sobre otros dramas, como el conflicto que ingresó en su séptimo mes en el país africano

A fines de abril, cuando la noticia aún ganaba lugar en la agenda mediática, publiqué en este espacio acerca del choque entre el ejército de línea sudanés y una milicia paramilitar denominada Fuerzas de Acción Rápida (FAR), comandada por un warlord apodado Hemedti, la que, a partir del 15 de ese mes, se alzó en armas. Lo hizo luego de algunos desacuerdos previos, y echando por la borda la unión castrense en torno a los actores protagónicos del golpe ocurrido en octubre de 2021 que coronaría una supuesta transición democrática tras la prolongada dictadura de Omar al-Bashir (1989-2019). Este catálogo de problemas se une al triste historial de una nación que ha vivido dos largas guerras civiles (1955-1972 y 1983-2005). Con esos recuerdos, el presente evoca los fantasmas desgarradores del ayer.

Sin dudas, al reciente ingreso en los siete meses de contienda, se puede hablar con propiedad de que Sudán atraviesa una tercera guerra civil. De resultados inciertos y con cifras catastróficas al momento, nadie puede avizorar que esta nueva conflagración no vaya a durar muchos años como las dos previas.

La voluntad de llegar a un entendimiento parece una quimera como dan prueba las rondas de negociaciones fallidas en la ciudad saudí de Yeddah, en la cual las partes enfrentadas no han alcanzado los consensos básicos esperados y las treguas fueron incumplidas rápidamente. Pero continúan mientras el líder de la junta militar, el general al-Burhan, en una coyuntura bajo presiones, anunció la destitución de cuatro de sus ministros.

A más de medio año de guerra

Volviendo a las cifras, hay que hablar de un número que supera las 10.000 muertes en más de un semestre, cantidad récord en el mundo en un conflicto que obligó a más de 7 millones de personas a abandonar sus hogares y casi la mitad del país bajo la urgente necesidad de ayuda humanitaria. Es decir, casi 25 millones de almas padecen esta realidad a diario, aunque el inventario de penurias puede continuar. Como explicaba en abril, la crisis sudanesa desequilibra el ya muy delicado panorama de la región con masivas expulsiones a contextos críticos como son Sudán del Sur o Chad.

Mientras tanto, la población civil del país en cuestión se enfrenta al fuego cruzado de una rivalidad entre dos facciones militares. A propósito, a fines de agosto, la ONU advirtió que la crisis en Sudán amenaza con consumir al país entero. La zona que peor la pasa es Darfur, que evidencia el primer genocidio del siglo XXI, con alrededor de medio millón de vidas perdidas desde 2003.

Hay fuertes sospechas de delitos de lesa humanidad cometidos contra la población civil, en particular en perjuicio de las milicias FAR y grupos aliados que no son más que la continuación de las temibles fuerzas Janjaweed que se manejan con la mayor impunidad hace años.

Al-Burhan, líder de las fuerzas armadas, parece perder terreno en esta región tan problemática. Unos días atrás, mientras se preparaban las negociaciones en Arabia Saudita, la fuerza miliciana enemiga capturó la segunda ciudad sudanesa más grande y capital del Estado de Darfur del Sur, Nyala. Luego, con las conversaciones en curso, tampoco los combates se detuvieron y cayó bajo las FAR otra urbe importante, Zalingei, cabecera del Darfur Central.

Negociaciones fallidas e historias repetidas

El pasado africano está plagado de intentos de pacificación que no llevaron a buen puerto a la hora de destrabar conflictos duraderos, lo que en buena parte explica su continuidad como en el caso sudanés y sus dos largas guerras. Tal vez un caso positivo sea el de Etiopía respecto de la crisis en Tigray que, tras dos años de guerra, se pudo allanar la paz en noviembre de 2022, aunque el país del Cuerno de África diste de estar pacificado. Su vecino árabe, entre junio y los días que corren, atraviesa una experiencia farragosa de intento de alcanzar la paz definitiva, o al menos una tregua. al-Burhan amenazó con retirarse de las negociaciones si el líder de las FAR, hace tiempo ya considerado rebelde, no cede en su postura.

De las negociaciones también participan el gobierno saudí y el de los Estados Unidos. Los actores africanos no están excluidos, si bien son secundarios en el proceso. Intervienen representantes de la Unión Africana y de la agrupación regional Autoridad Intergubernamental sobre el Desarrollo (IGAD, en inglés, de África Oriental).

En general, de nada de esto se habla ahora, frente al panorama al comienzo y durante las primeras semanas de guerra, cuando la coyuntura sudanesa aún atraía atención. Como suele ocurrir, la noticia va perdiendo interés, aunque la guerra haya llegado para quedarse y millones la sufren a diario. Lo mismo ocurrirá respecto de Gaza, Israel y la crisis en Medio Oriente. Ya se viene dando respecto de la guerra en Ucrania o el conflicto que enfrenta a Armenia y Azerbaiyán. Como siempre, el interés en materia de Internacionales siempre resulta ser pasajero.


Omer Freixa de la Universidad Nacional de Tres de Febrero / Universidad de Buenos Aires, Argentina. Pueden seguirlo en Twitter: @OmerFreixa


Omer Freixa


La centralidad de lo que acontece en Gaza opaca la atención sobre otros dramas, como el conflicto que ingresó en su séptimo mes en el país africano

A fines de abril, cuando la noticia aún ganaba lugar en la agenda mediática, publiqué en este espacio acerca del choque entre el ejército de línea sudanés y una milicia paramilitar denominada Fuerzas de Acción Rápida (FAR), comandada por un warlord apodado Hemedti, la que, a partir del 15 de ese mes, se alzó en armas. Lo hizo luego de algunos desacuerdos previos, y echando por la borda la unión castrense en torno a los actores protagónicos del golpe ocurrido en octubre de 2021 que coronaría una supuesta transición democrática tras la prolongada dictadura de Omar al-Bashir (1989-2019). Este catálogo de problemas se une al triste historial de una nación que ha vivido dos largas guerras civiles (1955-1972 y 1983-2005). Con esos recuerdos, el presente evoca los fantasmas desgarradores del ayer.

Sin dudas, al reciente ingreso en los siete meses de contienda, se puede hablar con propiedad de que Sudán atraviesa una tercera guerra civil. De resultados inciertos y con cifras catastróficas al momento, nadie puede avizorar que esta nueva conflagración no vaya a durar muchos años como las dos previas.

La voluntad de llegar a un entendimiento parece una quimera como dan prueba las rondas de negociaciones fallidas en la ciudad saudí de Yeddah, en la cual las partes enfrentadas no han alcanzado los consensos básicos esperados y las treguas fueron incumplidas rápidamente. Pero continúan mientras el líder de la junta militar, el general al-Burhan, en una coyuntura bajo presiones, anunció la destitución de cuatro de sus ministros.

A más de medio año de guerra

Volviendo a las cifras, hay que hablar de un número que supera las 10.000 muertes en más de un semestre, cantidad récord en el mundo en un conflicto que obligó a más de 7 millones de personas a abandonar sus hogares y casi la mitad del país bajo la urgente necesidad de ayuda humanitaria. Es decir, casi 25 millones de almas padecen esta realidad a diario, aunque el inventario de penurias puede continuar. Como explicaba en abril, la crisis sudanesa desequilibra el ya muy delicado panorama de la región con masivas expulsiones a contextos críticos como son Sudán del Sur o Chad.

Mientras tanto, la población civil del país en cuestión se enfrenta al fuego cruzado de una rivalidad entre dos facciones militares. A propósito, a fines de agosto, la ONU advirtió que la crisis en Sudán amenaza con consumir al país entero. La zona que peor la pasa es Darfur, que evidencia el primer genocidio del siglo XXI, con alrededor de medio millón de vidas perdidas desde 2003.

Hay fuertes sospechas de delitos de lesa humanidad cometidos contra la población civil, en particular en perjuicio de las milicias FAR y grupos aliados que no son más que la continuación de las temibles fuerzas Janjaweed que se manejan con la mayor impunidad hace años.

Al-Burhan, líder de las fuerzas armadas, parece perder terreno en esta región tan problemática. Unos días atrás, mientras se preparaban las negociaciones en Arabia Saudita, la fuerza miliciana enemiga capturó la segunda ciudad sudanesa más grande y capital del Estado de Darfur del Sur, Nyala. Luego, con las conversaciones en curso, tampoco los combates se detuvieron y cayó bajo las FAR otra urbe importante, Zalingei, cabecera del Darfur Central.

Negociaciones fallidas e historias repetidas

El pasado africano está plagado de intentos de pacificación que no llevaron a buen puerto a la hora de destrabar conflictos duraderos, lo que en buena parte explica su continuidad como en el caso sudanés y sus dos largas guerras. Tal vez un caso positivo sea el de Etiopía respecto de la crisis en Tigray que, tras dos años de guerra, se pudo allanar la paz en noviembre de 2022, aunque el país del Cuerno de África diste de estar pacificado. Su vecino árabe, entre junio y los días que corren, atraviesa una experiencia farragosa de intento de alcanzar la paz definitiva, o al menos una tregua. al-Burhan amenazó con retirarse de las negociaciones si el líder de las FAR, hace tiempo ya considerado rebelde, no cede en su postura.

De las negociaciones también participan el gobierno saudí y el de los Estados Unidos. Los actores africanos no están excluidos, si bien son secundarios en el proceso. Intervienen representantes de la Unión Africana y de la agrupación regional Autoridad Intergubernamental sobre el Desarrollo (IGAD, en inglés, de África Oriental).

En general, de nada de esto se habla ahora, frente al panorama al comienzo y durante las primeras semanas de guerra, cuando la coyuntura sudanesa aún atraía atención. Como suele ocurrir, la noticia va perdiendo interés, aunque la guerra haya llegado para quedarse y millones la sufren a diario. Lo mismo ocurrirá respecto de Gaza, Israel y la crisis en Medio Oriente. Ya se viene dando respecto de la guerra en Ucrania o el conflicto que enfrenta a Armenia y Azerbaiyán. Como siempre, el interés en materia de Internacionales siempre resulta ser pasajero.


Omer Freixa de la Universidad Nacional de Tres de Febrero / Universidad de Buenos Aires, Argentina. Pueden seguirlo en Twitter: @OmerFreixa