/ lunes 22 de enero de 2024

Una mirada crítica al actual programa sectorial de educación

Ante la proximidad del término del presente plan sectorial de educación 2020 -2024, resulta interesante repasar sus alcances y contrastar con lo que hasta ahora se ha vivido en la realidad educativa, y que no escapa de las intencionalidades de un proyecto de nación que se gesta a partir de una prometida transformación. Venir desde el rechazo de una fallida reforma educativa, supondría la disposición de un terreno fértil para redimensionar alcances y convenir, desde una visión humanista, en un proyecto educativo realizable.

Se requiere retomar sobre qué va, el todavía vigente, plan sectorial, y partir del hecho de que este representa el documento eje para el desarrollo y fortalecimiento del Sistema Educativo Nacional (SEN). En él, es clara la intención de fortalecer la excelencia de la educación y garantizar el acceso para todos los estudiantes mexicanos.

A partir del propósito relacionado a la inclusión, se busca asegurar que todos los niños y jóvenes mexicanos tengan acceso a una educación, mediante la eliminación de barreras de aprendizaje y la promoción de un ambiente propicio para el mismo, teniendo en cuenta especialmente a aquellos con discapacidades o que viven en situaciones vulnerables. Asimismo, se reconoce la importancia de la formación docente para contar con maestros altamente capacitados y comprometidos, que puedan atender las diversas necesidades de aprendizaje de niños y jóvenes. Buscando fortalecer la formación inicial de los profesores, así como ofertar programas de actualización y desarrollo profesional. No olvidar la promoción de la equidad en la educación, dado que se prioriza la necesidad de eliminar las brechas existentes entre las diferentes regiones del país, así como entre los diferentes grupos sociales. Por lo tanto; se insta a garantizar que todos los estudiantes tengan igualdad de oportunidades y acceso a recursos educativos de calidad, sin importar su origen socioeconómico.

Finalmente, retomar la búsqueda hacia el fortalecimiento de la educación técnica y la formación para el trabajo. Reconociendo así la importancia de brindar a los jóvenes las habilidades y competencias necesarias para ingresar al mercado laboral y contribuir al desarrollo económico del país. A partir de estas ideas, se desprenden sus seis objetivos prioritarios:

Educación para todas y todos, sin dejar a nadie atrás. Si bien se han hecho importantes esfuerzos por incrementar la oferta educativa de las instituciones públicas de educación en nuestro país, esto ha sido a costa de poner al límite las capacidades institucionales. A las escuelas públicas se les demanda año con año incrementar los espacios educativos, sin que se haga una inversión acorde; de infraestructura física o tecnológica, de condiciones laborales óptimas para docentes y administrativos, de más y mejor capacitación y de acceso a un mayor número de recursos educativos de calidad. Reconociendo que el reporte Education at a Glance 2023, reveló que México es el país dentro de la OCDE que menos invierte en educación, cabe la duda sobre los medios que estarían permitiendo alcanzar este objetivo.

Educación de excelencia para aprendizajes significativos. Se refiere a la reducción de los niveles de abandono, así como el aumento de eficiencia terminal. Las intenciones, aunque válidas y necesarias, han carecido de acciones que permitan materializar una educación de excelencia en el aula. Además, quedan muchas dudas sobre los indicadores, que actualmente están midiendo el tan usado término de bienestar. Un aspecto rescatable en este rubro es el que corresponde a la concordancia de los aprendizajes con el contexto de los estudiantes, lo cual permitiría una formación pertinente y relevante para los educandos, considerando proyectos comunitarios y la participación de la comunidad educativa en decisiones fundamentales. En contraste, preocupan más no ocupan, los últimos resultados de los estudiantes mexicanos en la prueba PISA 2022, que muestran un retroceso en las puntuaciones obtenidas respecto a los niveles de 2018 en todas sus áreas.

Maestras y maestros como agentes de la transformación educativa. No se puede cuestionar la intención de revalorizar la labor docente y dejar atrás las reformas que dictaban consecuencias punitivas para estos. Sin embargo, esta prioridad no se ha concretado en una propuesta de acciones realizables y medibles, que den cuenta del cómo se pretende revalorizar e impulsar a los maestros. Incluso, al inicio del presente ciclo escolar; tras el revuelo que causó la expedición de los nuevos libros de texto gratuitos, se evidenció que no ha habido capacitación alguna para los profesores ante los nuevos materiales educativos.

Entornos educativos dignos y sana convivencia. En lo que respecta a los entornos educativos, se reconoce que las escuelas reciben recursos de manera directa para el fortalecimiento de sus infraestructuras. En estos programas de mejora no se ha incluido al nivel superior. Es de llamar la atención, lo que sucede en algunas instituciones públicas, cuyas condiciones generales son cada vez más precarias, justificadas a partir de las políticas de austeridad. Sin duda es un asunto preocupante, ya que la ciencia y tecnología sigue avanzando a la par de la población estudiantil, sin que se vean aumentadas las capacidades ya mencionadas.

Deportes para todas y todos. Este objetivo sea quizá el más desarticulado, en vista de que no se ha vivido en nuestro país, desde el sector educativo, un impulso a la actividad física y el deporte. Más allá de las dos horas obligatorias por semana que se asignan en las escuelas de nivel básico para esta actividad, no hay otro mecanismo que se encamine a la consecución de este objetivo. El tema no ha de subestimarse. Basta con tener presente que, de acuerdo con la UNICEF, México está entre los primeros lugares en obesidad a nivel mundial.

Rectoría del Estado en la educación y consenso social. La rectoría del Estado en el ámbito educativo no solo es necesaria, sino fundamental para el buen funcionamiento del SEN. En contraste, no ha habido un liderazgo educativo por parte de la Secretaría de Educación Pública (SEP), ni continuidad o congruencia en las políticas públicas en esta materia. De hecho, se percibe que el proyecto educativo no ha sido prioritario y ha llevado a sus dirigentes a anteponer aspiraciones políticas por encima de tamaño encomienda.

De esta forma, se avista la conclusión del presente sexenio sin poder compartir datos que muestren algún avance. Las intenciones se han ido difuminando en el camino y nuevamente el proyecto educativo se desdibuja ante la falta de acciones y resultados. Al contrario, preocupa contar con datos que indican retrocesos. No que el tamaño de reto sea sencillo, por el contrario, se parte del reconocimiento de la complejidad que lo caracteriza, y precisamente por ello la necesidad de ubicarlo como prioridad de cualquier agenda de trabajo. Ante el inicio de una nueva administración y la reformulación de los planes sectoriales. ¿Será que se prioriza al ámbito educativo y se le dota de mecanismos para avanzar? O, por el contrario, se seguirá retrocediendo.

TANYA GONZÁLEZ es profesora de tiempo completo en la Escuela Superior de Comercio y Administración, Unidad Santo Tomás, en el IPN. Es Maestra en Innovación en la Universidad Intercontinental. Se ha desempeñado como subdirectora de Formación Docente del IPN.

Ante la proximidad del término del presente plan sectorial de educación 2020 -2024, resulta interesante repasar sus alcances y contrastar con lo que hasta ahora se ha vivido en la realidad educativa, y que no escapa de las intencionalidades de un proyecto de nación que se gesta a partir de una prometida transformación. Venir desde el rechazo de una fallida reforma educativa, supondría la disposición de un terreno fértil para redimensionar alcances y convenir, desde una visión humanista, en un proyecto educativo realizable.

Se requiere retomar sobre qué va, el todavía vigente, plan sectorial, y partir del hecho de que este representa el documento eje para el desarrollo y fortalecimiento del Sistema Educativo Nacional (SEN). En él, es clara la intención de fortalecer la excelencia de la educación y garantizar el acceso para todos los estudiantes mexicanos.

A partir del propósito relacionado a la inclusión, se busca asegurar que todos los niños y jóvenes mexicanos tengan acceso a una educación, mediante la eliminación de barreras de aprendizaje y la promoción de un ambiente propicio para el mismo, teniendo en cuenta especialmente a aquellos con discapacidades o que viven en situaciones vulnerables. Asimismo, se reconoce la importancia de la formación docente para contar con maestros altamente capacitados y comprometidos, que puedan atender las diversas necesidades de aprendizaje de niños y jóvenes. Buscando fortalecer la formación inicial de los profesores, así como ofertar programas de actualización y desarrollo profesional. No olvidar la promoción de la equidad en la educación, dado que se prioriza la necesidad de eliminar las brechas existentes entre las diferentes regiones del país, así como entre los diferentes grupos sociales. Por lo tanto; se insta a garantizar que todos los estudiantes tengan igualdad de oportunidades y acceso a recursos educativos de calidad, sin importar su origen socioeconómico.

Finalmente, retomar la búsqueda hacia el fortalecimiento de la educación técnica y la formación para el trabajo. Reconociendo así la importancia de brindar a los jóvenes las habilidades y competencias necesarias para ingresar al mercado laboral y contribuir al desarrollo económico del país. A partir de estas ideas, se desprenden sus seis objetivos prioritarios:

Educación para todas y todos, sin dejar a nadie atrás. Si bien se han hecho importantes esfuerzos por incrementar la oferta educativa de las instituciones públicas de educación en nuestro país, esto ha sido a costa de poner al límite las capacidades institucionales. A las escuelas públicas se les demanda año con año incrementar los espacios educativos, sin que se haga una inversión acorde; de infraestructura física o tecnológica, de condiciones laborales óptimas para docentes y administrativos, de más y mejor capacitación y de acceso a un mayor número de recursos educativos de calidad. Reconociendo que el reporte Education at a Glance 2023, reveló que México es el país dentro de la OCDE que menos invierte en educación, cabe la duda sobre los medios que estarían permitiendo alcanzar este objetivo.

Educación de excelencia para aprendizajes significativos. Se refiere a la reducción de los niveles de abandono, así como el aumento de eficiencia terminal. Las intenciones, aunque válidas y necesarias, han carecido de acciones que permitan materializar una educación de excelencia en el aula. Además, quedan muchas dudas sobre los indicadores, que actualmente están midiendo el tan usado término de bienestar. Un aspecto rescatable en este rubro es el que corresponde a la concordancia de los aprendizajes con el contexto de los estudiantes, lo cual permitiría una formación pertinente y relevante para los educandos, considerando proyectos comunitarios y la participación de la comunidad educativa en decisiones fundamentales. En contraste, preocupan más no ocupan, los últimos resultados de los estudiantes mexicanos en la prueba PISA 2022, que muestran un retroceso en las puntuaciones obtenidas respecto a los niveles de 2018 en todas sus áreas.

Maestras y maestros como agentes de la transformación educativa. No se puede cuestionar la intención de revalorizar la labor docente y dejar atrás las reformas que dictaban consecuencias punitivas para estos. Sin embargo, esta prioridad no se ha concretado en una propuesta de acciones realizables y medibles, que den cuenta del cómo se pretende revalorizar e impulsar a los maestros. Incluso, al inicio del presente ciclo escolar; tras el revuelo que causó la expedición de los nuevos libros de texto gratuitos, se evidenció que no ha habido capacitación alguna para los profesores ante los nuevos materiales educativos.

Entornos educativos dignos y sana convivencia. En lo que respecta a los entornos educativos, se reconoce que las escuelas reciben recursos de manera directa para el fortalecimiento de sus infraestructuras. En estos programas de mejora no se ha incluido al nivel superior. Es de llamar la atención, lo que sucede en algunas instituciones públicas, cuyas condiciones generales son cada vez más precarias, justificadas a partir de las políticas de austeridad. Sin duda es un asunto preocupante, ya que la ciencia y tecnología sigue avanzando a la par de la población estudiantil, sin que se vean aumentadas las capacidades ya mencionadas.

Deportes para todas y todos. Este objetivo sea quizá el más desarticulado, en vista de que no se ha vivido en nuestro país, desde el sector educativo, un impulso a la actividad física y el deporte. Más allá de las dos horas obligatorias por semana que se asignan en las escuelas de nivel básico para esta actividad, no hay otro mecanismo que se encamine a la consecución de este objetivo. El tema no ha de subestimarse. Basta con tener presente que, de acuerdo con la UNICEF, México está entre los primeros lugares en obesidad a nivel mundial.

Rectoría del Estado en la educación y consenso social. La rectoría del Estado en el ámbito educativo no solo es necesaria, sino fundamental para el buen funcionamiento del SEN. En contraste, no ha habido un liderazgo educativo por parte de la Secretaría de Educación Pública (SEP), ni continuidad o congruencia en las políticas públicas en esta materia. De hecho, se percibe que el proyecto educativo no ha sido prioritario y ha llevado a sus dirigentes a anteponer aspiraciones políticas por encima de tamaño encomienda.

De esta forma, se avista la conclusión del presente sexenio sin poder compartir datos que muestren algún avance. Las intenciones se han ido difuminando en el camino y nuevamente el proyecto educativo se desdibuja ante la falta de acciones y resultados. Al contrario, preocupa contar con datos que indican retrocesos. No que el tamaño de reto sea sencillo, por el contrario, se parte del reconocimiento de la complejidad que lo caracteriza, y precisamente por ello la necesidad de ubicarlo como prioridad de cualquier agenda de trabajo. Ante el inicio de una nueva administración y la reformulación de los planes sectoriales. ¿Será que se prioriza al ámbito educativo y se le dota de mecanismos para avanzar? O, por el contrario, se seguirá retrocediendo.

TANYA GONZÁLEZ es profesora de tiempo completo en la Escuela Superior de Comercio y Administración, Unidad Santo Tomás, en el IPN. Es Maestra en Innovación en la Universidad Intercontinental. Se ha desempeñado como subdirectora de Formación Docente del IPN.