/ miércoles 1 de mayo de 2024

Segundo debate presidencial: calumnias, propuestas y serenidad política

El segundo enfrentamiento verbal entre las candidatas y el candidato que buscan el voto popular el 2 de junio para llegar a la presidencia de la República, se realizó en medio de una catarata de calumnias de la aspirante prianista contra la abanderada de la izquierda, Claudia Sheinbaum, quien se limitó con prudencia a exponer su proyecto de gobierno.

La táctica de Xóchitl Gálvez fue diseñada por su equipo de asesores a partir de la necesidad de superar el rezagado lugar que ocupa en las preferencias populares. No le importó violar todas las reglas del debate. Quiso ser ella misma, enérgica y contundente, pero solo consiguió presentarse como persona majadera y tramposa. Quiso impedir que Claudia Sheinbaum expusiera sus propuestas con fluidez, a sabiendas de que la exjefa de Gobierno de la CdMx maneja esos temas a fondo.

El dilema de la candidata de izquierda fue: o dedicar su tiempo a responder las agresiones de la exsenadora hidalguense, dejándose arrastrar a su nivel, o centrarse en la exposición de su propuesta de gobierno. Claudia Sheinbaum decidió exponer sus logros principales: electrificación de parte del transporte urbano (líneas de trolebuses y el cablebús). Estableció paneles solares para el autoabastecimiento: construyó plantas tratadoras de basura y de reciclado para luchar contra la contaminación ambiental. Cuando Xóchitl Gálvez propuso que el Lago de Texcoco debería usarse para almacenar agua, Claudia le explicó que las aguas del Lago son saladas.

Claudia expuso su proyecto de establecer, al llegar a la Presidencia, cien polos de desarrollo con participación de empresarios mexicanos, a fin de captar las inversiones extranjeras que llegarán con motivo del nearshoring, o sea la relocalización mundial de las plantas industriales para ubicarlas en lugares cercanos a los mercados de consumo. Insistió en que esas empresas paguen buenos salarios y prestaciones sociales a las y los trabajadores, además de cuidar el medio ambiente.

El aspirante de MC, Jorge Álvarez Máynez, en esta ocasión respondió con soltura las preguntas de los moderadores, y abusó menos de las sonrisas, pero cometió el error de señalar con frecuencia a los estados de Jalisco y Nuevo León –gobernados por emecistas—como si fueran territorios excepcionales en el país, como islas de seguridad y bienestar en un país convulso, pobre y atrasado. El aspirante naranja perdió así buena parte del avance logrado en la exposición de sus ideas. (Jalisco, por ejemplo, es una de las entidades más convulsionadas del país, y el gobierno de Alfaro ha demostrado que carece de capacidad para combatir a las bandas del crimen organizado asentadas en ese territorio).

La candidata del PRIAN, Xóchitl Gálvez, en el primer debate había intentado deslindarse de los partidos políticos que la postularon y trató de asumir el papel de “candidata ciudadana”. Las razones son muy claras: el PAN es hoy el partido con el más amplio rechazo popular, seguido por el PRI. Junto con el PRD, acumulan cerca del 70% del rechazo ciudadano. En este segundo ejercicio decidió ser ella misma: se vistió con un elegante huipil y afirmó ser la orgullosa candidata de esos tres partidos. Tuvo un arranque de sinceridad, porque el doble juego le venía resultando contraproducente. Recibió muchos señalamientos durante el debate: cuando fue alcaldesa de Miguel Hidalgo, permitió que una empresa construyera edificios con más pisos de los autorizados por el reglamento de uso de suelo. Además, la empresa no dejó las áreas libres que estipula la legislación. A cambio de ello, Xóchitl Gálvez adquirió una casa que costó muchos millones, pero obtuvo un descuento sustancial por parte de la constructora, además de que su empresa OMEI (Operadora de Edificios Inteligentes) recibió contratos para prestar servicio a los mismos.

Además de esos actos de corrupción, Xóchitl Gálvez enmudeció cuando escuchó la acusación de haber sido cómplice de Vicente Fox –de cuyo gabinete formó parte—cuando el entonces presidente, con el apoyo de Enrique Peña Nieto, en mayo de 2006 ordenaron la brutal represión de Atenco. Era la época en que el gobierno federal buscaba terrenos para construir el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México. Después de un pesado intervalo, la candidata se defendió alegando que: “Fox es Fox y está en su rancho..”.

Asimismo, la aspirante prianista se abstuvo de comentar que, cuando ella dirigía el Instituto indígenista en el gobierno mencionado, éste autorizó la apertura en todo el país de 10 minas a cielo abierto en terrenos de las comunidades indígenas. Con su silencio convalidó estos atropellos, aunque siempre se ha esmerado en presentarse como abanderada de las luchas por un país sustentable, y defensora de los derechos de los pueblos indígenas.

La candidata prianista finalizó su intervención con su slogan: vida, verdad y libertad. Todas con un acentuado tufo ultraderechista tipo Milei. Vida para enfrentar la muerte que, dijo, causa el gobierno de AMLO. Verdad para enfrentar sus mentiras y libertad para defenderse del autoritarismo del actual gobierno.

Al abordar los diversos temas, Xóchitl Gálvez exhibió solo trozos deshilvanados de un discurso presidencial que no domina. No tiene profundidad en el análisis porque carece de conocimientos e información. Durante su presentación dio la impresión de estar en un mitin placero y no en un debate presidencial ante millones de ciudadanos, ávidos de conocer propuestas de gobierno, para decidir quién, con su el voto, manejará las riendas del estado mexicano desde finales de este mismo año.

El Instituto Nacional Electoral (INE) organizador del evento realizado en los famosos Estudios Churubusco, mejoró su desempeño en algunos aspectos. Los conductores, Alejandro Cacho y Adriana Pérez Cañedo, fueron mucho más congruentes con su función, e incluso llegaron a corregir en varios momentos a Xóchitl Gálvez, quien mañosamente levantaba pancartas que aparecían en pantalla en varios momentos, cuando no era su turno en el uso de la palabra.

El formato del debate fue mucho más flexible que el primero, con menos protagonismo de los moderadores y con preguntas formuladas por personas de la población civil residentes en varias partes, las cuales aparecían en videos. Con este formato se impidió que los moderadores interpretaran a su modo las preguntas de la población, lo cual en el debate anterior dio lugar a mucho protagonismo verbal de los conductores.

En varios momentos del debate la transmisión se suspendió por diversas causas. Por tal razón, muchos televidentes se molestaron y así lo hicieron saber. Los organizadores del evento le echaron la culpa a fallas del internet (a pesar del costo tan alto del evento).

El segundo enfrentamiento verbal entre las candidatas y el candidato que buscan el voto popular el 2 de junio para llegar a la presidencia de la República, se realizó en medio de una catarata de calumnias de la aspirante prianista contra la abanderada de la izquierda, Claudia Sheinbaum, quien se limitó con prudencia a exponer su proyecto de gobierno.

La táctica de Xóchitl Gálvez fue diseñada por su equipo de asesores a partir de la necesidad de superar el rezagado lugar que ocupa en las preferencias populares. No le importó violar todas las reglas del debate. Quiso ser ella misma, enérgica y contundente, pero solo consiguió presentarse como persona majadera y tramposa. Quiso impedir que Claudia Sheinbaum expusiera sus propuestas con fluidez, a sabiendas de que la exjefa de Gobierno de la CdMx maneja esos temas a fondo.

El dilema de la candidata de izquierda fue: o dedicar su tiempo a responder las agresiones de la exsenadora hidalguense, dejándose arrastrar a su nivel, o centrarse en la exposición de su propuesta de gobierno. Claudia Sheinbaum decidió exponer sus logros principales: electrificación de parte del transporte urbano (líneas de trolebuses y el cablebús). Estableció paneles solares para el autoabastecimiento: construyó plantas tratadoras de basura y de reciclado para luchar contra la contaminación ambiental. Cuando Xóchitl Gálvez propuso que el Lago de Texcoco debería usarse para almacenar agua, Claudia le explicó que las aguas del Lago son saladas.

Claudia expuso su proyecto de establecer, al llegar a la Presidencia, cien polos de desarrollo con participación de empresarios mexicanos, a fin de captar las inversiones extranjeras que llegarán con motivo del nearshoring, o sea la relocalización mundial de las plantas industriales para ubicarlas en lugares cercanos a los mercados de consumo. Insistió en que esas empresas paguen buenos salarios y prestaciones sociales a las y los trabajadores, además de cuidar el medio ambiente.

El aspirante de MC, Jorge Álvarez Máynez, en esta ocasión respondió con soltura las preguntas de los moderadores, y abusó menos de las sonrisas, pero cometió el error de señalar con frecuencia a los estados de Jalisco y Nuevo León –gobernados por emecistas—como si fueran territorios excepcionales en el país, como islas de seguridad y bienestar en un país convulso, pobre y atrasado. El aspirante naranja perdió así buena parte del avance logrado en la exposición de sus ideas. (Jalisco, por ejemplo, es una de las entidades más convulsionadas del país, y el gobierno de Alfaro ha demostrado que carece de capacidad para combatir a las bandas del crimen organizado asentadas en ese territorio).

La candidata del PRIAN, Xóchitl Gálvez, en el primer debate había intentado deslindarse de los partidos políticos que la postularon y trató de asumir el papel de “candidata ciudadana”. Las razones son muy claras: el PAN es hoy el partido con el más amplio rechazo popular, seguido por el PRI. Junto con el PRD, acumulan cerca del 70% del rechazo ciudadano. En este segundo ejercicio decidió ser ella misma: se vistió con un elegante huipil y afirmó ser la orgullosa candidata de esos tres partidos. Tuvo un arranque de sinceridad, porque el doble juego le venía resultando contraproducente. Recibió muchos señalamientos durante el debate: cuando fue alcaldesa de Miguel Hidalgo, permitió que una empresa construyera edificios con más pisos de los autorizados por el reglamento de uso de suelo. Además, la empresa no dejó las áreas libres que estipula la legislación. A cambio de ello, Xóchitl Gálvez adquirió una casa que costó muchos millones, pero obtuvo un descuento sustancial por parte de la constructora, además de que su empresa OMEI (Operadora de Edificios Inteligentes) recibió contratos para prestar servicio a los mismos.

Además de esos actos de corrupción, Xóchitl Gálvez enmudeció cuando escuchó la acusación de haber sido cómplice de Vicente Fox –de cuyo gabinete formó parte—cuando el entonces presidente, con el apoyo de Enrique Peña Nieto, en mayo de 2006 ordenaron la brutal represión de Atenco. Era la época en que el gobierno federal buscaba terrenos para construir el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México. Después de un pesado intervalo, la candidata se defendió alegando que: “Fox es Fox y está en su rancho..”.

Asimismo, la aspirante prianista se abstuvo de comentar que, cuando ella dirigía el Instituto indígenista en el gobierno mencionado, éste autorizó la apertura en todo el país de 10 minas a cielo abierto en terrenos de las comunidades indígenas. Con su silencio convalidó estos atropellos, aunque siempre se ha esmerado en presentarse como abanderada de las luchas por un país sustentable, y defensora de los derechos de los pueblos indígenas.

La candidata prianista finalizó su intervención con su slogan: vida, verdad y libertad. Todas con un acentuado tufo ultraderechista tipo Milei. Vida para enfrentar la muerte que, dijo, causa el gobierno de AMLO. Verdad para enfrentar sus mentiras y libertad para defenderse del autoritarismo del actual gobierno.

Al abordar los diversos temas, Xóchitl Gálvez exhibió solo trozos deshilvanados de un discurso presidencial que no domina. No tiene profundidad en el análisis porque carece de conocimientos e información. Durante su presentación dio la impresión de estar en un mitin placero y no en un debate presidencial ante millones de ciudadanos, ávidos de conocer propuestas de gobierno, para decidir quién, con su el voto, manejará las riendas del estado mexicano desde finales de este mismo año.

El Instituto Nacional Electoral (INE) organizador del evento realizado en los famosos Estudios Churubusco, mejoró su desempeño en algunos aspectos. Los conductores, Alejandro Cacho y Adriana Pérez Cañedo, fueron mucho más congruentes con su función, e incluso llegaron a corregir en varios momentos a Xóchitl Gálvez, quien mañosamente levantaba pancartas que aparecían en pantalla en varios momentos, cuando no era su turno en el uso de la palabra.

El formato del debate fue mucho más flexible que el primero, con menos protagonismo de los moderadores y con preguntas formuladas por personas de la población civil residentes en varias partes, las cuales aparecían en videos. Con este formato se impidió que los moderadores interpretaran a su modo las preguntas de la población, lo cual en el debate anterior dio lugar a mucho protagonismo verbal de los conductores.

En varios momentos del debate la transmisión se suspendió por diversas causas. Por tal razón, muchos televidentes se molestaron y así lo hicieron saber. Los organizadores del evento le echaron la culpa a fallas del internet (a pesar del costo tan alto del evento).