[Extranjeros en Morelos] Abundancia y maravillas en los pueblos morelenses

Sir Henry George Ward fue el primer embajador inglés ante el México independiente en 1827. Leamos algunas referencias morelenses que hace en su libro:

“Comienza la bajada a Cuernavaca y continúa hasta el pueblo de Huitzilac, donde aparecen indicios de que está uno aproximándose a la tierra caliente. Estos aumentan rápidamente hasta que el clima y las producciones de la costa remplazan de golpe a los de la Mesa Central”.

“Cuernavaca no es en sí un lugar de gran importancia y su único interés se debe a la riqueza del distrito que lo rodea. Visité dos de las grandes haciendas azucareras, San Gabriel y Atlacomulco (hoy Hotel Hacienda de Cortés), la primera pertenece a la familia Yermo y la segunda a la del duque de Monteleone, actual representante de la casa de (Hernán) Cortés. En ambas encontré la misma fertilidad exuberante del suelo, la misma abundancia de agua e igual falta de atención para la comodidad y la limpieza en la vecindad de la casa, la cual, en los valles de Cuautla y de Cuernavaca, pocas veces denota con su apariencia el valor de la hacienda”.

“La abundancia de la caza (particularmente liebres y perdices) me hubieran inducido a prolongar mi estancia.”

“Yautepec es uno de los más bellos lugares que recuerde haber visto. La riqueza de los habitantes consiste en las huertas de naranjos que rodean sus casas y de las que se abastecen tanto la capital como la ciudad de Puebla”.

“Cocoyoc es una hacienda perteneciente a don Antonio Velasco, suegro del general Terán, quien tuvo la gentileza de alojarme allí por unos cuantos días. Es un país ricamente cultivado, regado por cientos de riachuelos y tachonado de haciendas, la más grande de las cuales (San Carlos) visitamos en nuestro camino. Nada más espléndido que aquel paisaje; y el vigoroso crecimiento de las cañas, aunque plantadas mucho más cerca de lo que acostumbran en las islas de las Antillas, atestiguaba la riqueza del suelo, que sin ayuda de abono, rara vez deja de dar cosechas muy abundantes”.

Tierra de historia

“Visitamos Cuautla de Amilpas (que tenía curiosidad de ver por estar relacionada con la historia de la revolución [de Independencia] y las hazañas de Morelos) y las haciendas de Pantitlán, Casasano, Santa Inés, Calderón y Coahuistla”.

“La población del valle muestra evidentes trazas de una mezcla reciente con sangre africana. El color de la piel es más oscuro, y al cabello lacio, peculiar de los aborígenes, remplazan los bucles rizados o lanudos. Los hombres son de una magnífica constitución atlética, pero salvajes, tanto en su aspecto como en sus hábitos; se deleitan con los colores brillantes, al igual que con la música ruidosa de los negros, y ofrecen un sorprendente contraste, al calor del licor y del baile después de las labores diarias, con el comportamiento humilde y sumiso de los indios de la Mesa Central”.

“Cuautla de Amilpas se ha recuperado completamente de los estragos de los primeros años de la guerra civil. El suburbio de los indios es sumamente bonito, pero el pueblo en sí, debido a la poca altura de las casas, que en su mayoría son de tepetate, y al ancho de las calles, parece muy poco adecuado para resistir el ataque de una fuerza regular”.

“Desde Cocoyoc, nada hay más maravilloso que la vista del Popocatépetl desde el balcón donde acostumbrábamos sentarnos a gozar de la brisa de la tarde, después de las fatigas de nuestra cabalgata matutina. También constituye un bello objeto una plantación de café cruzada por avenidas de naranjos”.

“En las afueras del valle de Cuautla hay dos pequeños ranchos, cerca de los cuales se cultiva gran parte de los plátanos que abastecen el mercado mexicano”.

Estragos de la guerra

Cuautla de Amilpas se ha recuperado completamente de los estragos de los primeros años de la guerra civil. El suburbio de los indios es sumamente bonito, pero el pueblo... parece muy poco adecuado para resistir el ataque de una fuerza regular