/ sábado 27 de octubre de 2018

Interacciones plantas, aves y cultura

El Tlacuache

El cuacuiyó: protector del Yocó en el Putumayo colombo ecuatoriano

Para la comunidad siona y kichwa de San José de Wisuya en el Putumayo, la vida se concibe entorno al consumo de dos plantas el yajé (Malpighiaceae: Banisteriopsis caapi) y el yocó (Sapindacee: Paullinia cf. yoco); en la dinámica biocultural, éstos representan elementos de gran importancia a la hora de hablar de salud tradicional, organización sociopolítica, revitalización cultural, conocimiento etnobiológico y espiritualidad.

Por una parte el Yajé en palabras de los hombres de sabiduría siona “es el rey de las plantas medicinales y de todo lo que concierne al territorio” brinda sentidos al espacio, las especies vegetales y animales del entorno y permite trascender a los otros mundos descritos por la cosmovisión siona, en donde habitan los abuelos, animales sagrados y otros seres que dan vitalidad a todo cuanto existe alrededor, su consumo se da periódicamente según las necesidades de la población.

Por otra parte “El Yocó tiene espíritu y es concebido como un ser que «aconseja» (yëhuoye), es decir, que guía y estimula a las personas que lo consumen en dosis y circunstancias adecuadas” (Belaunde y Echeverri; 2008: 90), es un bejuco con importancia espiritual para la purificación, su uso diario en los procesos de formación de los niños y niñas de la comunidad permite procesos efectivos de revitalización cultural, los mismos que nacen en la familia y se transmiten a través de la enseñanza de las labores cotidianas, así como ambienta el espacio para contar historias por parte de los mayores, con el fin de aconsejar y guiar a los más jóvenes. Es un espacio en el que se replican las actividades que la gente Yocó viviente hace en el cielo. Entendiendo como cielo a un espacio que dentro de la cosmogonía siona es habitado por los seres espirituales protectores.

En las ceremonias de Yajé según Belaunde y Echeverri (2008) se cuenta con la presencia de los espíritus de Yocó los que habitan en las esferas celestiales del cosmos, ambas plantas funcionan en sincronía y desde la cultura complementan los sentidos simbólicos espirituales de pertenencia. Mientras el Yajé es consumido con cierta periodicidad el Yocó es consumido diariamente y cumple una función especial para el fortalecimiento y revitalización cultural dentro de la familia.

Vista del Río Putumayo /Catalina Campo Imbaquingo

Las dos plantas se complementan en el shamanismo mediante las dos se accede a los poderes para comunicarse con los espíritus y con la gente terrenal que está lejos [permite que los tomadores de Yocó] mantengan un estado de meditación, su producción es difícil [en el espacio terrenal] pero en el cielo ya tienen la técnica. (entrevista Luke Weiss).

Desde el ingreso de las órdenes religiosas y como parte de la colonización a varias prácticas espirituales, se les dio un carácter negativo con el fin de despojar de sentido cultural a las prácticas estructurales de la población facilitando así la dominación con varios fines, entre ellos los extractivos.

El uso del Yajé no estuvo exento de esta carga, sin embargo el Yocó no corrió con la misma suerte, en gran medida porque su efecto es menos fuerte que el del Yajé; sin embargo podría suponer que tampoco se logró conocer la dimensión espiritual y cultural que encarna el Yocó y/o en el sucinto conocimiento de los foráneos, fue funcionalizado para intereses comerciales mediante el procesamiento y consumo como inhibidor alimentario y energizante, lo que generó procesos de recolección intensivos mermando su población y consecuentemente disminuyendo significativamente su producción natural.

El Yocó en términos de salud es purgante, fortalece el sistema digestivo, es considerado un tónico natural y disminuye las posibilidades de contraer paludismo entre quienes lo consumen. (Universidad del Rosario 2006)

Paullinia pinnata

Existe una ritualidad para su cosecha, pues los hombres deben estar equilibrados, limpios en su cuerpo y espíritu, y su recolección en el monte tiene una carga espiritual importante pues al ser encontrado en este lugar, debe ser bien tratado y transportado hasta su consumo en buenas condiciones, con respeto y cuidado para que la selva siga proveyendo el bejuco. Su domesticación además de ser compleja, contrapone elementos de relacionalidad en la integralidad cosmogónica.

En este contexto, en la sociedad siona kichwa existe un conocimiento ambiental tradicional basto lo que permite hasta la actualidad un aprovechamiento de la producción natural de la selva, en este sentido y de forma concreta para el caso del Yocó, la comunidad identifica con claridad los suelos en donde crecen los árboles que servirán como guía para que las lianas de yocó se enreden, de igual forma las especies animales que darán pautas a manera de bioindicadores sobre el proceso de desarrollo de misma.

En este marco a estos seres que contribuyen a que el bejuco pueda crecer y dispersarse le otorgan una carga simbólica sobre la que se teje una relación con la naturaleza de corte espiritual y ritual, la misma que da sentidos de existencia en el proceso de vitalidad de los indígenas y el espacio biocultural en el que se desenvuelven.

Como lo señala Belaunde y Echeverri (2008), la presencia del cuacuiyó (Lipaugus vociferans, guardabosques gritón) es asumido por el pueblo siona como el dueño del Yocó (yoco ëjaë), y su presencia permite identificar el periodo de fructificación, pues el ave se alimenta de las semillas y a la vez cumple una función dispersora, de esta forma el cuacuiyó es el responsable de bajar desde las copas de los árboles para dispersar la semilla, la misma que germinará lentamente con las lluvias, para lo siona es el ave que cría el Yocó en la selva.

Cuacuiyó (Lipaugus vociferans, guardabosques gritón)

Así mismo, la anidación de cuacuiyó está determinada por la existencia de las lianas de Yocó las mismas que acogerán a las crías, el proceso de dispersión se da en el marco de su alimentación, pues el fruto es consumido por ellas y las pepas desechadas, las que como señalamos anteriormente son germinadas en la tierra.

De aquí que la reproducción de la especie y la alimentación de los polluelos brinda pautas para una interpretación del proceso mismo de vitalidad del Yocó en el territorio, con la vitalidad cultural en las familias y la comunidad en general. Así como el cuacuiyó alimenta a los polluelos y dispersa la semilla del Yocó para su germinación, los mayores en cada familia alimentan culturalmente a los más jóvenes para la vitalidad cultural. Esto refleja un comportamiento que la población toma del entorno, el mismo que juega un rol preponderante en la interpretación de la cultura y su cosmogonía, para la sinergia en el relacionamiento con los otros seres que hacen un todo cultural; esto permite entender lo que señala Ramos y Corona (2017) la interacción fauna – humanos permite dotar de sentidos en varios aspectos a este relacionamiento, los mismos que se reflejan en lo cotidiano como en lo ritual.

En esta lectura de acciones concretas en los territorios bioculturales, se evidencia ese relacionamiento con las otras dimensiones que componen la cosmogonía siona, en donde en el cielo la gente de Yocó lo siembran y usan para enseñar a su gente en la tierra a través del ejemplo el buen uso del bejuco. Así mismo los encargados de la siembra en la dimensión terrenal son los cuacuiyós quien son considerados los dueños del bejuco.

Banisteriopsis caapi

Al existir una interrelación estrecha entre los distintos mundos de su cosmogónía, los seres y los sentidos culturales en la dimensión terrenal no están deslindados de aquellos seres de poder que hacen posible la existencia integral, de los seres terrenales con los seres de poder, en este sentido, el cuacuiyó se origina en la lucha entre la luna y el trueno, la razón de aquella lucha nace cuando el trueno se lleva a las mujeres de la luna, quien aprovechó un descuido del trueno para cambiar sus espadas y partir al trueno en dos con su propia espada, de la sangre que brotó de este último nace el ave. En ese contexto el Yocó mal usado tiene una connotación de peligro que puede causar la muerte cuando su consejo no es escuchado, sentido y practicado.


Catalina Campo Imbaquingo, Universidad del Cauca, Colombia. Doctorado Etnobiología y Estudios Bioculturales

El cuacuiyó: protector del Yocó en el Putumayo colombo ecuatoriano

Para la comunidad siona y kichwa de San José de Wisuya en el Putumayo, la vida se concibe entorno al consumo de dos plantas el yajé (Malpighiaceae: Banisteriopsis caapi) y el yocó (Sapindacee: Paullinia cf. yoco); en la dinámica biocultural, éstos representan elementos de gran importancia a la hora de hablar de salud tradicional, organización sociopolítica, revitalización cultural, conocimiento etnobiológico y espiritualidad.

Por una parte el Yajé en palabras de los hombres de sabiduría siona “es el rey de las plantas medicinales y de todo lo que concierne al territorio” brinda sentidos al espacio, las especies vegetales y animales del entorno y permite trascender a los otros mundos descritos por la cosmovisión siona, en donde habitan los abuelos, animales sagrados y otros seres que dan vitalidad a todo cuanto existe alrededor, su consumo se da periódicamente según las necesidades de la población.

Por otra parte “El Yocó tiene espíritu y es concebido como un ser que «aconseja» (yëhuoye), es decir, que guía y estimula a las personas que lo consumen en dosis y circunstancias adecuadas” (Belaunde y Echeverri; 2008: 90), es un bejuco con importancia espiritual para la purificación, su uso diario en los procesos de formación de los niños y niñas de la comunidad permite procesos efectivos de revitalización cultural, los mismos que nacen en la familia y se transmiten a través de la enseñanza de las labores cotidianas, así como ambienta el espacio para contar historias por parte de los mayores, con el fin de aconsejar y guiar a los más jóvenes. Es un espacio en el que se replican las actividades que la gente Yocó viviente hace en el cielo. Entendiendo como cielo a un espacio que dentro de la cosmogonía siona es habitado por los seres espirituales protectores.

En las ceremonias de Yajé según Belaunde y Echeverri (2008) se cuenta con la presencia de los espíritus de Yocó los que habitan en las esferas celestiales del cosmos, ambas plantas funcionan en sincronía y desde la cultura complementan los sentidos simbólicos espirituales de pertenencia. Mientras el Yajé es consumido con cierta periodicidad el Yocó es consumido diariamente y cumple una función especial para el fortalecimiento y revitalización cultural dentro de la familia.

Vista del Río Putumayo /Catalina Campo Imbaquingo

Las dos plantas se complementan en el shamanismo mediante las dos se accede a los poderes para comunicarse con los espíritus y con la gente terrenal que está lejos [permite que los tomadores de Yocó] mantengan un estado de meditación, su producción es difícil [en el espacio terrenal] pero en el cielo ya tienen la técnica. (entrevista Luke Weiss).

Desde el ingreso de las órdenes religiosas y como parte de la colonización a varias prácticas espirituales, se les dio un carácter negativo con el fin de despojar de sentido cultural a las prácticas estructurales de la población facilitando así la dominación con varios fines, entre ellos los extractivos.

El uso del Yajé no estuvo exento de esta carga, sin embargo el Yocó no corrió con la misma suerte, en gran medida porque su efecto es menos fuerte que el del Yajé; sin embargo podría suponer que tampoco se logró conocer la dimensión espiritual y cultural que encarna el Yocó y/o en el sucinto conocimiento de los foráneos, fue funcionalizado para intereses comerciales mediante el procesamiento y consumo como inhibidor alimentario y energizante, lo que generó procesos de recolección intensivos mermando su población y consecuentemente disminuyendo significativamente su producción natural.

El Yocó en términos de salud es purgante, fortalece el sistema digestivo, es considerado un tónico natural y disminuye las posibilidades de contraer paludismo entre quienes lo consumen. (Universidad del Rosario 2006)

Paullinia pinnata

Existe una ritualidad para su cosecha, pues los hombres deben estar equilibrados, limpios en su cuerpo y espíritu, y su recolección en el monte tiene una carga espiritual importante pues al ser encontrado en este lugar, debe ser bien tratado y transportado hasta su consumo en buenas condiciones, con respeto y cuidado para que la selva siga proveyendo el bejuco. Su domesticación además de ser compleja, contrapone elementos de relacionalidad en la integralidad cosmogónica.

En este contexto, en la sociedad siona kichwa existe un conocimiento ambiental tradicional basto lo que permite hasta la actualidad un aprovechamiento de la producción natural de la selva, en este sentido y de forma concreta para el caso del Yocó, la comunidad identifica con claridad los suelos en donde crecen los árboles que servirán como guía para que las lianas de yocó se enreden, de igual forma las especies animales que darán pautas a manera de bioindicadores sobre el proceso de desarrollo de misma.

En este marco a estos seres que contribuyen a que el bejuco pueda crecer y dispersarse le otorgan una carga simbólica sobre la que se teje una relación con la naturaleza de corte espiritual y ritual, la misma que da sentidos de existencia en el proceso de vitalidad de los indígenas y el espacio biocultural en el que se desenvuelven.

Como lo señala Belaunde y Echeverri (2008), la presencia del cuacuiyó (Lipaugus vociferans, guardabosques gritón) es asumido por el pueblo siona como el dueño del Yocó (yoco ëjaë), y su presencia permite identificar el periodo de fructificación, pues el ave se alimenta de las semillas y a la vez cumple una función dispersora, de esta forma el cuacuiyó es el responsable de bajar desde las copas de los árboles para dispersar la semilla, la misma que germinará lentamente con las lluvias, para lo siona es el ave que cría el Yocó en la selva.

Cuacuiyó (Lipaugus vociferans, guardabosques gritón)

Así mismo, la anidación de cuacuiyó está determinada por la existencia de las lianas de Yocó las mismas que acogerán a las crías, el proceso de dispersión se da en el marco de su alimentación, pues el fruto es consumido por ellas y las pepas desechadas, las que como señalamos anteriormente son germinadas en la tierra.

De aquí que la reproducción de la especie y la alimentación de los polluelos brinda pautas para una interpretación del proceso mismo de vitalidad del Yocó en el territorio, con la vitalidad cultural en las familias y la comunidad en general. Así como el cuacuiyó alimenta a los polluelos y dispersa la semilla del Yocó para su germinación, los mayores en cada familia alimentan culturalmente a los más jóvenes para la vitalidad cultural. Esto refleja un comportamiento que la población toma del entorno, el mismo que juega un rol preponderante en la interpretación de la cultura y su cosmogonía, para la sinergia en el relacionamiento con los otros seres que hacen un todo cultural; esto permite entender lo que señala Ramos y Corona (2017) la interacción fauna – humanos permite dotar de sentidos en varios aspectos a este relacionamiento, los mismos que se reflejan en lo cotidiano como en lo ritual.

En esta lectura de acciones concretas en los territorios bioculturales, se evidencia ese relacionamiento con las otras dimensiones que componen la cosmogonía siona, en donde en el cielo la gente de Yocó lo siembran y usan para enseñar a su gente en la tierra a través del ejemplo el buen uso del bejuco. Así mismo los encargados de la siembra en la dimensión terrenal son los cuacuiyós quien son considerados los dueños del bejuco.

Banisteriopsis caapi

Al existir una interrelación estrecha entre los distintos mundos de su cosmogónía, los seres y los sentidos culturales en la dimensión terrenal no están deslindados de aquellos seres de poder que hacen posible la existencia integral, de los seres terrenales con los seres de poder, en este sentido, el cuacuiyó se origina en la lucha entre la luna y el trueno, la razón de aquella lucha nace cuando el trueno se lleva a las mujeres de la luna, quien aprovechó un descuido del trueno para cambiar sus espadas y partir al trueno en dos con su propia espada, de la sangre que brotó de este último nace el ave. En ese contexto el Yocó mal usado tiene una connotación de peligro que puede causar la muerte cuando su consejo no es escuchado, sentido y practicado.


Catalina Campo Imbaquingo, Universidad del Cauca, Colombia. Doctorado Etnobiología y Estudios Bioculturales

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