Por qué no reinventarnos

Las Vueltas que da la Vida

Lya Gutiérrez Quintanilla

  · domingo 10 de enero de 2021

En medio de tantas noticias alarmantes y tristes de decesos de personas entrañables que no tenían porqué morir tan jóvenes, está el caso, entre muchos otrosque están ocurriendo en todo Morelos, de la muy querida América Preciado Bahena que además de sus cualidades humanas y profesionales era una excelente declamadora: “Mi oso chino” le decía su padre QEPD, el abogado, militar y funcionario Fernando Preciado Legorreta cuando la miraba orgulloso de muy jovencita recitar poemas recibiendo las indicaciones de su padre de cómo decirlos y de cómo moverse al hacerlo. Qué pérdida para su familia y para sus preciosas hermanas tan unidasdesde siempre.Pensar que nadie nos enseña a enfrentar estos momentossobre todo cuando sabemos que el“irnos” algún día es lo único seguro que tenemos en la vida desde que nacemos.En uno de los dos altibajos que he tenido en mi vida a causa de dos dolorosas pérdidas, cómo se aprende en estos momentos, todavía recuerdo a un muy querido médico amigo mío decirme: “Lya, cuánto crees que vas a durar muerta -cuando mueras-. Ponle números en billones, trillones de años y así en cantidades infinitas, entonces, -agregó-, ¿porqué no luchas por vivir el mayor tiempo que puedas en esta vida que es la única que tienes ya la que llegaste aquí a través de un milagro?”. O aquel otro entrañable médico al quetenemos de feliz regreso en Cuernavaca todos sus amigosy pacientes que lo extrañamos cuando se fue a Michoacána dirigir varios años una importante institución médica oficial, cuando pasó a verme ala camilla donde me encontraba en el área de emergencia de un hospital y apretando suavemente mi brazo, me dijo con vehemencia: “Quiérete”. Esas dos frases que se las confieso y se las compartoqueridos lectores sin ningún rubor, junto al incondicional e inmenso amor que les tengo a mis hijos, lograron en míel deseo de alargar cada día mi vida y aprender a luchar de nuevo a ser feliz con lo que soy, con lo que tengo, con lo que hago, con mis libros y mis amigos y mis animalitos y con mis sueños. Y es en estos momentos de tanto sufrimiento para tanta genteque ve mermada sus ganancias o su familia, cuando pienso en el inmenso valor que tiene la vida misma y en lo rápido que se nos escapa sobre todo cuando menos esperamos perderla. Descansa en paz querida América,te recordaremos siempre con mucho cariño. Pongo un punto y seguido y al hacerlo,me quedo un momento absorta frente a mi compu y a pesar de la preciosa escandalera que hacen dos periquitos silvestres que me llegaron de repente sin yo esperarlos, me pregunto recordando ese “Quiérete” de hace tantos años: ¿Realmente me he querido y me quiero tal como soy?porque caso contrario ¿qué pasaría si un día me paro frente a una especie de espejo mágico que no refleje la imagen que yo tengo de mí sino la que realmente es y descubro que soy espantosamente diferente a lo que yo creía?A ver, permítanme en medio de tanto dolor, tanto que tal pareciera que estamos comenzando a ver, metafóricamente, cómo se acerca uno de los jinetes del Apocalipsis, el de la enfermedad,y con todo respeto que recuerde una lección que me dio y que le aprendí a mi amigo el antropólogo y navegante Santiago Genovés, respecto a que siempre hay que jugar en toda situaciónaunque sea un poquito, así es que sigo. ¡Sí!, qué pasaría si en lugar de la Lya buena onda, comprensiva, positiva, solidaria siempre con los perdedores, descubro que no soy así, sino una mezcla de horror, alguien con quien no me identificoen lo absoluto y para colmo descubro que ese es mi verdadero yo. Aquí hago un paréntesis, mi psicoanalista, el gran e inolvidable Alejandro Chao Barona estaría encantado de escucharme, lo haría con mucha atención, sentado en su terraza de espalda a su jardín y oyéndome sin parpadear. Sigo.Cuántas veces las personas deben verse a sí mismas como extrañas en el mundo, como ajenastanto a sí mismas, como a sus semejantes y a la naturaleza para poder volver a ser ellas mismas. Así hasta llegar a catalogar como libertario el primer acto del ser humano que fue la desobediencia a decir de Erich Fromm. Y mientras Santiago Ramírez asegura que “Infancia es Destino”, Sigmund Freud nos dice que a pesar de que la infancia quedó en el olvido, quedan residuos que nos permitirán reconstruirnos en nuestra etapa adulta. Así es que yo los invito a que sabiendo que el primer acto de libertad del hombre fue la desobediencia, -remember la manzana-, pues con libertad cada una a partir del dolor o del sufrimiento, nos reconstruyamos. Porque la vida es la visa y hay que seguirla viviendo. No digo que para mejor, porque ¿Qué es lo mejor para cada quien?.Y hasta el próximo lunes.

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