/ martes 27 de noviembre de 2018

Reivindican a Saramago

Escritores y editores lo recuerdan como "humanista compasivo", comprometido y feminista

Un "humanista compasivo", con un alto compromiso moral y con un pensamiento feminista que volcó en su literatura; así recordaron escritores, editores y amigos a José Saramago en una mesa de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara dedicada al portugués.

Era de izquierdas, comunista, y sobre todo un humanista, un humanista compasivo, y solo desde esa humanidad se pueden entender obras como 'Ensayo sobre la ceguera' o 'Ensayo sobre la lucidez', aseveró su viuda, Pilar del Río.

El portugués (1922-2010) -relató- defendía que "todos tenemos derecho a la injerencia", es decir, a hacer críticas y reflexiones sobre países ajenos, y este concepto lo aplicó en México, un lugar que "amaba" pero en el que también se pronunció contra las cosas "que no podía soportar".

Sealtiel Alatriste, quien fuera editor de Saramago en México, rememoró el viaje que hicieron, a petición del propio autor, al estado de Chiapas en 1998, pocos meses después de que ocurriera la masacre de Acteal, en la que un grupo paramilitar asesinó a más de 40 indígenas.

En el lugar de la tragedia "Saramago se cubrió el rostro. No era religioso, pero parecía pedir clemencia para un pueblo que no quiere sino la dignidad de vivir en paz".

Tenía un compromiso moral inquebrantable", así como "fe en la amistad y en el amor, opinó Alatriste.

Saramago defendió vivamente el alzamiento zapatista de 1994, y se ofreció a apoyarlo en la medida de sus posibilidades.

El activista y escritor Hermann Bellinghausen recordó que Saramago llegó a tener sus discrepancias con los zapatistas, pero que aún así no dejó de participar en mesas de debate en el extranjero en las que hablaba a su favor, porque se consideraba "un soldado de los zapatistas".

Sabía lo que era la disciplina política; se veía como un instrumento, había una cosa de responsabilidad especial que no es común ni en las más grandes estrellas de la literatura, remarcó.

Por otra parte, la periodista y escritora Lydia Cacho subrayó que Saramago era feminista, aunque no se ha hablado demasiado de ello, y que esto se puede percibir en la lectura de sus novelas, sobre todo al analizar los personajes femeninos.

"Saramago entendía perfectamente lo que significa la irritación feminista", alegó Cacho, quien hizo referencia al personaje de María Dolores de "La balsa de piedra", que decía que era "antropóloga de formación y feminista por irritación".

En el turno de preguntas, hubo oportunidad de tratar otros temas en relación a Saramago, como el momento en el que le nombraron ganador del Nobel de Literatura de 1998 o lo que opinaba de Carlos Fuentes, de quien no soportaba que "siempre eligiera bien la corbata y siempre llevara la raya de los pantalones bien hecha", bromeó Del Río.

Cacho también recordó unos comentarios emitidos por Saramago poco después de que se realizara una multitudinaria marcha contra el supuesto fraude electoral cometido en 2006 contra el ahora presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador.

El portugués dijo que él no podía saber si había habido fraude, porque no era "contador de votos", pero defendió que lo que tenía que hacer el izquierdista era juntar a la izquierda y trabajar para, en las siguientes elecciones, convertirse en presidente.

"López Obrador estaba muy enojado con Saramago por los comentarios que hizo, pero tenía toda la razón", concluyó la periodista.

Un "humanista compasivo", con un alto compromiso moral y con un pensamiento feminista que volcó en su literatura; así recordaron escritores, editores y amigos a José Saramago en una mesa de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara dedicada al portugués.

Era de izquierdas, comunista, y sobre todo un humanista, un humanista compasivo, y solo desde esa humanidad se pueden entender obras como 'Ensayo sobre la ceguera' o 'Ensayo sobre la lucidez', aseveró su viuda, Pilar del Río.

El portugués (1922-2010) -relató- defendía que "todos tenemos derecho a la injerencia", es decir, a hacer críticas y reflexiones sobre países ajenos, y este concepto lo aplicó en México, un lugar que "amaba" pero en el que también se pronunció contra las cosas "que no podía soportar".

Sealtiel Alatriste, quien fuera editor de Saramago en México, rememoró el viaje que hicieron, a petición del propio autor, al estado de Chiapas en 1998, pocos meses después de que ocurriera la masacre de Acteal, en la que un grupo paramilitar asesinó a más de 40 indígenas.

En el lugar de la tragedia "Saramago se cubrió el rostro. No era religioso, pero parecía pedir clemencia para un pueblo que no quiere sino la dignidad de vivir en paz".

Tenía un compromiso moral inquebrantable", así como "fe en la amistad y en el amor, opinó Alatriste.

Saramago defendió vivamente el alzamiento zapatista de 1994, y se ofreció a apoyarlo en la medida de sus posibilidades.

El activista y escritor Hermann Bellinghausen recordó que Saramago llegó a tener sus discrepancias con los zapatistas, pero que aún así no dejó de participar en mesas de debate en el extranjero en las que hablaba a su favor, porque se consideraba "un soldado de los zapatistas".

Sabía lo que era la disciplina política; se veía como un instrumento, había una cosa de responsabilidad especial que no es común ni en las más grandes estrellas de la literatura, remarcó.

Por otra parte, la periodista y escritora Lydia Cacho subrayó que Saramago era feminista, aunque no se ha hablado demasiado de ello, y que esto se puede percibir en la lectura de sus novelas, sobre todo al analizar los personajes femeninos.

"Saramago entendía perfectamente lo que significa la irritación feminista", alegó Cacho, quien hizo referencia al personaje de María Dolores de "La balsa de piedra", que decía que era "antropóloga de formación y feminista por irritación".

En el turno de preguntas, hubo oportunidad de tratar otros temas en relación a Saramago, como el momento en el que le nombraron ganador del Nobel de Literatura de 1998 o lo que opinaba de Carlos Fuentes, de quien no soportaba que "siempre eligiera bien la corbata y siempre llevara la raya de los pantalones bien hecha", bromeó Del Río.

Cacho también recordó unos comentarios emitidos por Saramago poco después de que se realizara una multitudinaria marcha contra el supuesto fraude electoral cometido en 2006 contra el ahora presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador.

El portugués dijo que él no podía saber si había habido fraude, porque no era "contador de votos", pero defendió que lo que tenía que hacer el izquierdista era juntar a la izquierda y trabajar para, en las siguientes elecciones, convertirse en presidente.

"López Obrador estaba muy enojado con Saramago por los comentarios que hizo, pero tenía toda la razón", concluyó la periodista.

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