Hasta hace dos décadas, era relativamente sencillo medir el éxito de un artista. Lo veíamos en la tele: tal estrella de la música pop, tal banda de rock, recibía un disco de oro o de platino por alcanzar tantas copias vendidas en cierto tiempo. Y aunque un extracto del canon llegó a conservarse todavía durante la etapa de las descargas musicales, la conquista del territorio por las plataformas de streaming han cambiado el escenario.
En los últimos años, los músicos han tenido que adaptarse a plataformas como Spotify, Deezer o Apple Music, pero ¿eso significa que el ideal de grabar un disco ha desaparecido? Eduardo Zittle, cantautor y productor a cargo de la compañía morelense Zittle Producciones, cree que no: “Las generaciones se van adaptando y, más allá de un cambio de ideal, es un cambio de metodología, de sistema, y de cómo dar a conocer las canciones”, explica Zittle.
Más allá del formato, los músicos siguen persiguiendo un sueño: lograr que sus canciones sean escuchadas por la gente, conectar con ellos.
Para Saúl Fimbres, compositor e intérprete influenciado por la música tradicional del sur de los Estados Unidos, con claras reminiscencias de Bob Dylan, no hay mayor problema: “A mí se me hacen muy naturales todas las plataformas digitales”, dice, a lo breve, el músico originario de Hermosillo, Sonora.
Saúl y Zittle pertenecen a una generación de compositores que tuvo poco tiempo de familiarizarse con los formatos tradicionales, pero el desapego hacia lo físico parece abarcar cualquier frontera.
“El formato físico siempre va a ser un plus, pero no es algo necesario. Hay más opciones para conseguir financiamiento. Uno, como mánager, puede conseguir recursos para las bandas noveles, para que puedan grabar, sin que sea una limitante. Lo importante es tener la posibilidad grabar”, dice Lina Stoner, conocida como “la mánager del rock” en la escena musical independiente de México, quien actualmente reside en Morelos.
¿Cómo se mide el éxito digital?
Lina Stoner ha vivido de cerca la evolución de los formatos tradicionales a la escucha en medios digitales, y, aunque ha atestiguado la batalla de bandas que intentan hacerse un lugar en la escena, sabe que, a final de cuentas, la meta es la misma: lograr que la gente conecte con su música. Un tema, por cierto, nada sencillo, y en el que interviene un factor social importante:
“No existen fórmulas básicas, pero debes conectar con tu contenido, con una historia verdadera, una lírica bien cimentada y una idea que conecte con lo que está sucediendo a nivel social. Hay que analizar también esta parte de la sociología, cómo funcionamos como sociedad y cómo conectamos con las situaciones que nos rodean, pero hay quienes sólo piensan en su música”, reflexiona.
Sin ecuaciones matemáticas que garanticen el éxito, éste, sin embargo, sigue midiéndose en números: las reproducciones de las canciones en Spotify, las reproducciones en YouTube, lo que puede ser sencillo para quienes están consolidados y cuentan con el respaldo de las grandes editoras, pero que requiere de mayor esfuerzo y sudor por parte de los músicos independientes.
Lina, además, subraya otra forma de medir el éxito: los eventos en vivo. “Nos medimos también a través de los eventos que se crean y generan estadísticas, y también es una manera en que nosotros como representantes o productores podemos definir cuánta gente está ingresando, pero además cuántos están generando conversación, interactuando con la banda…”.
Y está, finalmente, el factor monetización, un tema sobre el que se sabe realmente poco (Spotify, por ejemplo, es muy discreto con este aspecto), pero del que se pueden tener ciertos indicios: de acuerdo con Medium.com, hasta fines de 2021 cada reproducción en Spotify monetizaba un promedio de 0.0032 dólares, por lo que se necesitarían cerca de 315 reproducciones para alcanzar un dólar de ganancia.
¿Volverá los formatos tradicionales?
Particularmente los coleccionistas de música sueñan con la vuelta a la gloria de los acetatos y los formatos tradicionales. Cerca de la industria, los creadores lo consideran muy difícil, porque, además, producirlos es caro:
“Lo veo bien difícil, y desde lo que me toca a mí vivir en el día a día, lo veo cada vez más lejano. Producir un vinilo es costosísimo, y es para un nicho muy reducido. Si un músico quiere llegar a más gente, pues vámonos con las plataformas digitales”, concluye Lina Stoner.
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