/ lunes 24 de octubre de 2022

El Zarco reunió a la crema y nata de la región

En la década de los 90, esta discoteca ganó popularidad entre los habitantes de la zona y visitantes de la Ciudad de México; incluso varios famosos estuvieron aquí

Existen momentos inolvidables en nuestras vidas que permanecen grabados en nuestras memorias y recuerdos. La juventud de Cuautla vivió una de sus mejores épocas a finales de los 80, para dar paso a los 90 e inicios de la primera década del 2000.

En ese tiempo El Zarco era la discoteca de moda, la única capaz de concentrar a cientos de jóvenes los fines de semana; iniciaba desde los jueves para bailar las canciones y música del momento; no tenía cabida la salsa, ni la cumbia, sólo se bailaba rap, la música house y rock.

Todo mundo quería ir al Zarco, lugar emblemático en donde iniciaron los más bellos romances, donde se conocieron a los amigos, el lugar ideal para los clásicos rompecorazones y que también frecuentaba la crema y nata de la sociedad cuautlense.

Cortesía | DJ Pablo Cházares

Su historia

Era el año de 1988 cuando la discoteca El Zarco abrió sus puertas en Cuautla, con inversión de empresarios de Cuernavaca, que a la par abrieron en la capital del estado la disco Samanna.

Al inicio el dueño era el capitán militar Humberto Morera pero luego de un año lo cedió a sus hermanos que lo administraron hasta su cierre. Los grandes hits en español e internacionales eran parte de su debutante historial musical.

Meseros, personal de seguridad, la gerencia encabezada por Amalia Ramírez Guerrero, y demás trabajadores, sin faltar desde luego el personal de iluminación y los DJ (Disc Jockey) que ambientaban cada noche el lugar, fueron los actores principales de esta historia de música, amistad y romance.

Uno de los principales DJ fue Pablo Chazares Balbuena, quien antes de llegar a El Zarco en 1992, había trabajado en su única competencia en Cuautla: Candiles Discotheque; el joven todavía con 17 años tenía experiencia en sonidos como el Black Diamond de Yautepec y Polimarchs.

Pablo, nos relata, tuvo sus inicios como mesero, pero envuelto por el rítmico ambiente descubrió su pasión por las mezclas musicales y no dudó en capacitarse con un amigo de la capital del país hasta que se convirtió en uno de los más grandes DJ de la época y que tuvo trabajo en El Zarco en dos etapas, de 1992 hasta 2002, y regresó sólo por unos meses en 2004.

Desde la consola, cada noche Cuautla vivió y vibró con las manos mágicas de Pablo que daba los sonidos perfectos con los discos de vinil, con esa manipulación de pistas y combinación inigualable.

En aquella época, recuerda, empezaron a aparecer los CD. Era el gran boom comercial en ese ambiente de la música. Pero El Zarco le siguió dando ritmo a sus nutridos visitantes adaptándose a la nueva modernidad.

Llegaba gente de toda la región e incluso de otros estados, principalmente del entonces Distrito Federal y de Puebla.

“Cada 15 días tenía que viajar a México por más música y estar así a la vanguardia”, señala Chazares.

Cortesía | DJ Pablo Cházares

El día a día

El Zarco Discotheque en sus primeros años funcionaba de jueves a sábado, de 9:30 de la noche a 5 de la mañana. Luego el servicio se extendió también los domingos en un horario recortado, de 8 de la noche a una de la mañana.

En una jornada de trabajo en El Zarco, los primeros en llegar eran los bar tender, meseros y los guardias de seguridad (que normalmente eran 10), a las 7:30 de la noche. Los DJ's llegaban a las 9, y el acceso a la gente se daba media hora después.

La diversión se abría con videos musicales en una pantalla de 2x 2 metros con música a volumen regulado, y eran pasadas las 11 de la noche cuando iniciaba el juego de luces manipulado por Sergio Rebollar, y la nube de humo que anunciaba la apertura de la pista para dar paso a las mezclas musicales de las manos mágicas de los disc jocker.

En el área de bebidas se servían coctelería. Entre los favoritos estaban la conga, el búfalo gris, el charro negro y la bomba.

La capacidad del lugar era para mil personas hasta el full, cifras que se llegaron a alcanzar los sábados principalmente y en los eventos especiales como las tardeadas que eran para escuelas de niveles básico; estas se hacían los viernes con apertura desde las 4 de la tarde.

Aquí es importante recordar que en esas tardeadas infantiles se servía solo agua y refresco, y se admitía el ingreso de niños de nivel primaria acompañados de sus padres.

Cortesía | DJ Pablo Cházares

Grandes vivencias y anécdotas

Así pues, el Zarco Discotheque no era solo un lugar de baile, también era un espacio que se rentaba para eventos particulares, escuelas o empresas como las radiofónicas de Cuautla.

En este lugar se organizaban desde XV años, cumpleaños y demás eventos sociales, concursos de belleza, hasta grandes presentaciones artísticas.

En el escenario se contó con la participación de gente de la talla de Yuri, Napoleón, Humberto Cravioto y los Locos del Ritmo.

Incluso su pista sintió los pasos de personajes de la farándula que no pasaban desapercibidos, aunque lo intentaran, como Hugo Stiglitz, Jorge Rivero, y hasta el periodista Joaquín López Dóriga que tenia casa en Cuautla.

Como anécdota relevante, una noche del año 1994 llegó el príncipe de la canción, José José, con el único deseo de divertirse como todos lo que ingresaban al lugar.

Sin embargo, el cantante, que en esos momentos tenía importantes hits musicales en la radio fue reconocido de inmediato y la gente se abalanzó contra él. El asedio fue tal que el artista tuvo que salir por la puerta trasera escoltado por el personal de seguridad.

El final

En casi dos décadas, El Zarco fue testigo del inicio de grandes uniones fraternales, amistades, enemistades, y hasta matrimoniales de gente que se conoció en la disco y que poco después terminó en el altar.

Sin embargo, hacia el inicio del nuevo siglo, en el año 2000 la disco empezó a decaer en sus ingresos afectada por otros lugares que le compitieron como el antro El Calabozo, además de los bares y cantabares que empezaron a multiplicarse en la heroica sobre la avenida Insurgentes, señalan los ex trabajadores.

Esa competencia la resintió al grado que fue insostenible; en un intento por rescatarlo, el concepto cambió a Bongó metiendo grupos musicales de salsa y bachata, pero no funcionó y para sus propietarios fue imposible mantener la nómina de más de 30 trabajadores, por lo que en el 2008 terminó por cerrar sus puertas para siempre.


Existen momentos inolvidables en nuestras vidas que permanecen grabados en nuestras memorias y recuerdos. La juventud de Cuautla vivió una de sus mejores épocas a finales de los 80, para dar paso a los 90 e inicios de la primera década del 2000.

En ese tiempo El Zarco era la discoteca de moda, la única capaz de concentrar a cientos de jóvenes los fines de semana; iniciaba desde los jueves para bailar las canciones y música del momento; no tenía cabida la salsa, ni la cumbia, sólo se bailaba rap, la música house y rock.

Todo mundo quería ir al Zarco, lugar emblemático en donde iniciaron los más bellos romances, donde se conocieron a los amigos, el lugar ideal para los clásicos rompecorazones y que también frecuentaba la crema y nata de la sociedad cuautlense.

Cortesía | DJ Pablo Cházares

Su historia

Era el año de 1988 cuando la discoteca El Zarco abrió sus puertas en Cuautla, con inversión de empresarios de Cuernavaca, que a la par abrieron en la capital del estado la disco Samanna.

Al inicio el dueño era el capitán militar Humberto Morera pero luego de un año lo cedió a sus hermanos que lo administraron hasta su cierre. Los grandes hits en español e internacionales eran parte de su debutante historial musical.

Meseros, personal de seguridad, la gerencia encabezada por Amalia Ramírez Guerrero, y demás trabajadores, sin faltar desde luego el personal de iluminación y los DJ (Disc Jockey) que ambientaban cada noche el lugar, fueron los actores principales de esta historia de música, amistad y romance.

Uno de los principales DJ fue Pablo Chazares Balbuena, quien antes de llegar a El Zarco en 1992, había trabajado en su única competencia en Cuautla: Candiles Discotheque; el joven todavía con 17 años tenía experiencia en sonidos como el Black Diamond de Yautepec y Polimarchs.

Pablo, nos relata, tuvo sus inicios como mesero, pero envuelto por el rítmico ambiente descubrió su pasión por las mezclas musicales y no dudó en capacitarse con un amigo de la capital del país hasta que se convirtió en uno de los más grandes DJ de la época y que tuvo trabajo en El Zarco en dos etapas, de 1992 hasta 2002, y regresó sólo por unos meses en 2004.

Desde la consola, cada noche Cuautla vivió y vibró con las manos mágicas de Pablo que daba los sonidos perfectos con los discos de vinil, con esa manipulación de pistas y combinación inigualable.

En aquella época, recuerda, empezaron a aparecer los CD. Era el gran boom comercial en ese ambiente de la música. Pero El Zarco le siguió dando ritmo a sus nutridos visitantes adaptándose a la nueva modernidad.

Llegaba gente de toda la región e incluso de otros estados, principalmente del entonces Distrito Federal y de Puebla.

“Cada 15 días tenía que viajar a México por más música y estar así a la vanguardia”, señala Chazares.

Cortesía | DJ Pablo Cházares

El día a día

El Zarco Discotheque en sus primeros años funcionaba de jueves a sábado, de 9:30 de la noche a 5 de la mañana. Luego el servicio se extendió también los domingos en un horario recortado, de 8 de la noche a una de la mañana.

En una jornada de trabajo en El Zarco, los primeros en llegar eran los bar tender, meseros y los guardias de seguridad (que normalmente eran 10), a las 7:30 de la noche. Los DJ's llegaban a las 9, y el acceso a la gente se daba media hora después.

La diversión se abría con videos musicales en una pantalla de 2x 2 metros con música a volumen regulado, y eran pasadas las 11 de la noche cuando iniciaba el juego de luces manipulado por Sergio Rebollar, y la nube de humo que anunciaba la apertura de la pista para dar paso a las mezclas musicales de las manos mágicas de los disc jocker.

En el área de bebidas se servían coctelería. Entre los favoritos estaban la conga, el búfalo gris, el charro negro y la bomba.

La capacidad del lugar era para mil personas hasta el full, cifras que se llegaron a alcanzar los sábados principalmente y en los eventos especiales como las tardeadas que eran para escuelas de niveles básico; estas se hacían los viernes con apertura desde las 4 de la tarde.

Aquí es importante recordar que en esas tardeadas infantiles se servía solo agua y refresco, y se admitía el ingreso de niños de nivel primaria acompañados de sus padres.

Cortesía | DJ Pablo Cházares

Grandes vivencias y anécdotas

Así pues, el Zarco Discotheque no era solo un lugar de baile, también era un espacio que se rentaba para eventos particulares, escuelas o empresas como las radiofónicas de Cuautla.

En este lugar se organizaban desde XV años, cumpleaños y demás eventos sociales, concursos de belleza, hasta grandes presentaciones artísticas.

En el escenario se contó con la participación de gente de la talla de Yuri, Napoleón, Humberto Cravioto y los Locos del Ritmo.

Incluso su pista sintió los pasos de personajes de la farándula que no pasaban desapercibidos, aunque lo intentaran, como Hugo Stiglitz, Jorge Rivero, y hasta el periodista Joaquín López Dóriga que tenia casa en Cuautla.

Como anécdota relevante, una noche del año 1994 llegó el príncipe de la canción, José José, con el único deseo de divertirse como todos lo que ingresaban al lugar.

Sin embargo, el cantante, que en esos momentos tenía importantes hits musicales en la radio fue reconocido de inmediato y la gente se abalanzó contra él. El asedio fue tal que el artista tuvo que salir por la puerta trasera escoltado por el personal de seguridad.

El final

En casi dos décadas, El Zarco fue testigo del inicio de grandes uniones fraternales, amistades, enemistades, y hasta matrimoniales de gente que se conoció en la disco y que poco después terminó en el altar.

Sin embargo, hacia el inicio del nuevo siglo, en el año 2000 la disco empezó a decaer en sus ingresos afectada por otros lugares que le compitieron como el antro El Calabozo, además de los bares y cantabares que empezaron a multiplicarse en la heroica sobre la avenida Insurgentes, señalan los ex trabajadores.

Esa competencia la resintió al grado que fue insostenible; en un intento por rescatarlo, el concepto cambió a Bongó metiendo grupos musicales de salsa y bachata, pero no funcionó y para sus propietarios fue imposible mantener la nómina de más de 30 trabajadores, por lo que en el 2008 terminó por cerrar sus puertas para siempre.


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