/ miércoles 2 de febrero de 2022

[Juntos Crecemos] Nunca es tarde para emprender un negocio

Entre los límites de Cuautla y Ayala, el matrimonio de Jorge y Yolanda decidió poner un puesto de kekas con un sabor único

Tras una vida juntos, Yolanda y Jorge vienen a demostrarnos que nunca es tarde para emprender un negocio. Ella, de 60; él, de 62. Hace tres años, ambos llegaron a vivir a la colonia Arboledas, en el municipio de Ayala, procedentes de la Ciudad de México. Él se acababa de jubilar del trabajo de chofer de camiones de carga que desempeñó con pasión y orgullo durante el tiempo necesario, mientras que ella tuvo que despedirse de la fonda que estaba acostumbrada a atender en la capital del país.

“Yo vendía en México, pero quería seguir trabajando, porque me gusta que la gente saboree lo que preparo, me gusta guisar, que se vayan contentos con lo que cocino”, confiesa Yolanda García.

Doña Yolanda pudo aguantar durante tres años, que se le hicieron eternos, las ganas de volver a cocinar para los demás, hasta que un día se lo contó a su esposo. Después de un tiempo disfrutando la vida de jubilado, sin hacer prácticamente nada, pero dándose los gustos que no había gozado mientras conducía, Jorge reconoció en su esposa a una mujer incansable y dispuesta a volver a empezar, e hizo lo que le correspondía: apoyarla.

“Lo que pasa es que yo empecé a cocinar desde que tenía unos 20, 22 años… Desde ahí me gusta mucho. Mi mamá me enseñó muchas cosas, a guisar como debe ser, y a mí me encantaba. Me gusta hacer de comer”, agrega Yolanda.

Para Jorge se han terminado las tardes de fútbol, pero no la alegría de estar junto a ella. Cada tarde, de lunes a sábado, ambos salen de casa y se instalan en el local que rentaron a principios de año, ubicado sobre la avenida Del Jagüey, para recibir a sus clientes. Es un negocio nuevo, inaugurado apenas el tres de enero pasado, y que sorprende no sólo por la perseverancia de sus emprendedores, sino por la época en que empezó, la plena cuarta ola de contagios de la pandemia en Morelos y el país.

Emprender en tiempos complicados

Muchos podrían pensar que la pandemia no es un buen momento para emprender. Sin embargo, en los últimos meses hemos ido descubriendo casos de emprendimiento sorprendentes, que demuestran que, cuando las cosas inician con perseverancia, los obstáculos pueden vencerse.

Ciertamente, “Kekas Yola” abrió sus puertas al público en semáforo epidémico verde. Al principio, el lugar se llenaba y Yolanda y Jorge estaban contentos. Ella confía en su sazón.

“La gente aquí puede ser difícil. Nos ha tocado trabajar, pero ahí vamos. Yo sé que con mi actitud y las ganas que tengo de salir adelante le voy a demostrar a mucha gente que mis guisos son los número uno. Lo importante es darme a conocer, aquí y en todos lados, donde se pueda”, afirma Yolanda.

Y Jorge, por su parte, no está sino convencido de que todo lo que ella dice es verdad. Claro: ha vivido 20 años saboreando sus guisados, y los años que le faltan por tener esa fortuna.

“Yo tengo muchísima confianza en los guisados de mi esposa. Por muchos años, gente que no es de la familia y ha probado sus guisados ha quedado muy encantada: le gustan, tiene sazón y un toque exacto”, dice Jorge.

Cuando Yolanda le contó lo que tenía en mente, Jorge puso manos a la obra. En cuanto pudo, buscó un local cerca de casa, aunque aquel primer prospecto les fue finalmente negado. Decidida a hacer lo que se había planteado, Yolanda le recomendó optar por otro, que es donde se encuentran ahora. Pasan de las seis de la tarde y hemos probado las quesadillas de pata de res, la especialidad de la casa, así como los pambazos.

“Nunca es tarde para empezar, y cuando se tienen las ganas, y cuando los dos estamos de acuerdo, es mucho más fácil. Aparte de los guisados, hacemos lo de la casa, la mantenemos en orden durante el día, para que en la tarde podamos venirnos a trabajar. Se acabaron las tardes de fútbol. Ahora es puro estar acá, en el negocio”, cuenta él.

Sorteando la pandemia

Los clientes han bajado, pero la sazón de los sopes sigue siendo la misma. En el transcurso de enero, la pareja sobrelleva los últimos cambios en el semáforo epidémico de Morelos con la confianza de que las cosas van a mejorar y la calidad de los platillos de Doña Yola será conocida por cada vez más gente. Él con las tres dosis contra la enfermedad de la covid-19 y ella con dos, el lugar cuenta con gel antibacterial y se encargan de portar siempre el cubrebocas.

“Es duro, pero yo siento que si le echamos ganas y siendo precavidos todo va a salir bien. Y ser muy limpios. Yo preparo y él cobra. Así que no hay problema de que yo tenga que agarrar el dinero o que alguien se enferme por lo que preparo, porque todo está limpio”, afirma Yolanda.

En el mediano plazo, si las cosas salen tal como ellos las planean, el siguiente paso será encontrar un espacio en Cuautla, donde sin duda habrá más gente que pruebe las kekas.

“Sí nos moveríamos, si nos dieran la oportunidad de acercarnos adónde haya más tráfico de gente, para que probaran los guisos de mi esposa”, cuenta él, orgulloso.

Don Jorge, además, es mago en sus tiempos libres

“Yo fui el mago de mis hijos”, cuenta casi antes de despedirnos. Y va por una bolsa, colocada encima del refri, y saca un artilugio, una baraja y un trapo que convierte en ave y en dos bebés recién nacidos. Se nota que tiene experiencia en los actos: logra sorprender. Para la próxima, tendrá que revelarme los trucos.


¿Qué puedes probar aquí?

El lugar se llama “Kekas Yola” y, efectivamente, hay quesadillas. Pero las kekas son sólo uno de los componentes del menú, que también está integrado por sopes sencillos y combinados, pambazos y tostadas de pata, tinga, res, pollo y picadillo. En cuanto a las quesadillas, hay de flor de calabaza, hongos, huitlacoche, tinga de res, tinga de pollo, sesos, queso, pana, picadillo, chicharrón, papa sola y papa con longaniza.


El local abre de lunes a sábado a partir de las 18:00 horas y hasta las 22:30 horas. Probar estos platillos no sólo es encontrar pambazos como solo se venden en la Ciudad de México, y las tostadas de pata con su preparación especial, sino que también representa la oportunidad de conocer a dos personas con mucho que contar, entusiastas de la vida y compenetrados en su matrimonio.


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Tras una vida juntos, Yolanda y Jorge vienen a demostrarnos que nunca es tarde para emprender un negocio. Ella, de 60; él, de 62. Hace tres años, ambos llegaron a vivir a la colonia Arboledas, en el municipio de Ayala, procedentes de la Ciudad de México. Él se acababa de jubilar del trabajo de chofer de camiones de carga que desempeñó con pasión y orgullo durante el tiempo necesario, mientras que ella tuvo que despedirse de la fonda que estaba acostumbrada a atender en la capital del país.

“Yo vendía en México, pero quería seguir trabajando, porque me gusta que la gente saboree lo que preparo, me gusta guisar, que se vayan contentos con lo que cocino”, confiesa Yolanda García.

Doña Yolanda pudo aguantar durante tres años, que se le hicieron eternos, las ganas de volver a cocinar para los demás, hasta que un día se lo contó a su esposo. Después de un tiempo disfrutando la vida de jubilado, sin hacer prácticamente nada, pero dándose los gustos que no había gozado mientras conducía, Jorge reconoció en su esposa a una mujer incansable y dispuesta a volver a empezar, e hizo lo que le correspondía: apoyarla.

“Lo que pasa es que yo empecé a cocinar desde que tenía unos 20, 22 años… Desde ahí me gusta mucho. Mi mamá me enseñó muchas cosas, a guisar como debe ser, y a mí me encantaba. Me gusta hacer de comer”, agrega Yolanda.

Para Jorge se han terminado las tardes de fútbol, pero no la alegría de estar junto a ella. Cada tarde, de lunes a sábado, ambos salen de casa y se instalan en el local que rentaron a principios de año, ubicado sobre la avenida Del Jagüey, para recibir a sus clientes. Es un negocio nuevo, inaugurado apenas el tres de enero pasado, y que sorprende no sólo por la perseverancia de sus emprendedores, sino por la época en que empezó, la plena cuarta ola de contagios de la pandemia en Morelos y el país.

Emprender en tiempos complicados

Muchos podrían pensar que la pandemia no es un buen momento para emprender. Sin embargo, en los últimos meses hemos ido descubriendo casos de emprendimiento sorprendentes, que demuestran que, cuando las cosas inician con perseverancia, los obstáculos pueden vencerse.

Ciertamente, “Kekas Yola” abrió sus puertas al público en semáforo epidémico verde. Al principio, el lugar se llenaba y Yolanda y Jorge estaban contentos. Ella confía en su sazón.

“La gente aquí puede ser difícil. Nos ha tocado trabajar, pero ahí vamos. Yo sé que con mi actitud y las ganas que tengo de salir adelante le voy a demostrar a mucha gente que mis guisos son los número uno. Lo importante es darme a conocer, aquí y en todos lados, donde se pueda”, afirma Yolanda.

Y Jorge, por su parte, no está sino convencido de que todo lo que ella dice es verdad. Claro: ha vivido 20 años saboreando sus guisados, y los años que le faltan por tener esa fortuna.

“Yo tengo muchísima confianza en los guisados de mi esposa. Por muchos años, gente que no es de la familia y ha probado sus guisados ha quedado muy encantada: le gustan, tiene sazón y un toque exacto”, dice Jorge.

Cuando Yolanda le contó lo que tenía en mente, Jorge puso manos a la obra. En cuanto pudo, buscó un local cerca de casa, aunque aquel primer prospecto les fue finalmente negado. Decidida a hacer lo que se había planteado, Yolanda le recomendó optar por otro, que es donde se encuentran ahora. Pasan de las seis de la tarde y hemos probado las quesadillas de pata de res, la especialidad de la casa, así como los pambazos.

“Nunca es tarde para empezar, y cuando se tienen las ganas, y cuando los dos estamos de acuerdo, es mucho más fácil. Aparte de los guisados, hacemos lo de la casa, la mantenemos en orden durante el día, para que en la tarde podamos venirnos a trabajar. Se acabaron las tardes de fútbol. Ahora es puro estar acá, en el negocio”, cuenta él.

Sorteando la pandemia

Los clientes han bajado, pero la sazón de los sopes sigue siendo la misma. En el transcurso de enero, la pareja sobrelleva los últimos cambios en el semáforo epidémico de Morelos con la confianza de que las cosas van a mejorar y la calidad de los platillos de Doña Yola será conocida por cada vez más gente. Él con las tres dosis contra la enfermedad de la covid-19 y ella con dos, el lugar cuenta con gel antibacterial y se encargan de portar siempre el cubrebocas.

“Es duro, pero yo siento que si le echamos ganas y siendo precavidos todo va a salir bien. Y ser muy limpios. Yo preparo y él cobra. Así que no hay problema de que yo tenga que agarrar el dinero o que alguien se enferme por lo que preparo, porque todo está limpio”, afirma Yolanda.

En el mediano plazo, si las cosas salen tal como ellos las planean, el siguiente paso será encontrar un espacio en Cuautla, donde sin duda habrá más gente que pruebe las kekas.

“Sí nos moveríamos, si nos dieran la oportunidad de acercarnos adónde haya más tráfico de gente, para que probaran los guisos de mi esposa”, cuenta él, orgulloso.

Don Jorge, además, es mago en sus tiempos libres

“Yo fui el mago de mis hijos”, cuenta casi antes de despedirnos. Y va por una bolsa, colocada encima del refri, y saca un artilugio, una baraja y un trapo que convierte en ave y en dos bebés recién nacidos. Se nota que tiene experiencia en los actos: logra sorprender. Para la próxima, tendrá que revelarme los trucos.


¿Qué puedes probar aquí?

El lugar se llama “Kekas Yola” y, efectivamente, hay quesadillas. Pero las kekas son sólo uno de los componentes del menú, que también está integrado por sopes sencillos y combinados, pambazos y tostadas de pata, tinga, res, pollo y picadillo. En cuanto a las quesadillas, hay de flor de calabaza, hongos, huitlacoche, tinga de res, tinga de pollo, sesos, queso, pana, picadillo, chicharrón, papa sola y papa con longaniza.


El local abre de lunes a sábado a partir de las 18:00 horas y hasta las 22:30 horas. Probar estos platillos no sólo es encontrar pambazos como solo se venden en la Ciudad de México, y las tostadas de pata con su preparación especial, sino que también representa la oportunidad de conocer a dos personas con mucho que contar, entusiastas de la vida y compenetrados en su matrimonio.


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