El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) indica que el primer semestre del año Morelos redujo la pobreza laboral en un 4.0 por ciento con respecto al 2022; sin embargo, también señala que aún cerca del 50 por ciento de la población no puede adquirir la canasta básica.
Ahora bien, el Coneval señala que a nivel nacional el ingreso promedio de los mexicanos se incrementó un 6.8 por ciento en el referido lapso de tiempo, es decir, que pasó de 2 mil 862.645 pesos a 3 mil 058.60 pesos para el 2023, para este rubro sólo el estado de Michoacán presentó una disminución.
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Respecto a Morelos, la entidad presentó un incremento del 7.6 por ciento, lo que la colocó por arriba de la media nacional. El que cerca de la mitad de la población en Morelos no pueda adquirir la canasta básica porque se encuentra dentro del esquema de pobreza laboral coloca a la entidad en focos rojos.
La Canasta Básica en el país promedia un costo de entre 1600 a 1700 pesos, lo cual aún la coloca a un precio por demás elevado para la economía mexicana, toda vez que si comparamos el costo con la de hace cinco años no rondaba entre los 700 y los mil pesos.
La organización reveló que Morelos es de los tres estados con menor rendimiento de empleos formales registrados ante el Instituto Mexicano del Seguro social (IMSS), pues registró un avance del 1.3 por ciento.
Esto también afectó al denominado “Plato del Buen Comer” que para el año 2023 presentó la Secretaría de Salud, cuya recomendación es comer bastantes frutas y verduras, así como cereales integrales y granos enteros como la tortilla de maíz, la cual ha subido de precio de manera desmedida en los últimos años, al pasar de 16 pesos a 28 pesos en la zona metropolitana del estado de Morelos.
El salario promedio de los morelenses es de 6 mil 200 pesos, es decir, alrededor de 207 pesos diarios; sin embargo, según la Secretaría de Desarrollo Económico, a cargo de Ana Cecilia Rodríguez, el reto es lograr que el salario de los morelenses sea de entre 8 mil y 9 mil pesos
Por su parte el presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Antonio Sánchez Purón admitió que es una problemática que se debe atender “desde la raíz” y en conjunto con las autoridades del Gobierno del Estado, pues debe mejorar situaciones de seguridad para atraer la inversión y con ello generar mayores empleos.
Manifestó que el sector continúa recuperándose después de dos años por la situación de la pandemia. Pero señaló que es necesario el trabajo en equipo.
Retos y desafíos
Morelos se enfrenta a una problemática que desafía el progreso: el hambre. A pesar de los programas implementados en años anteriores, como la Cruzada contra el Hambre, el desafío persiste. Para entender a fondo la situación, es crucial examinar las iniciativas pasadas y presentes y evaluar su eficacia en la lucha contra la inseguridad alimentaria.
Cruzada contra el hambre
Durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, la Cruzada contra el hambre surgió con ambiciones claras: eliminar el hambre y la malnutrición en todo el país. Esta iniciativa, aunque abarcadora, eventualmente dejó de funcionar, dejando un vacío en la estrategia contra el hambre.
Se trató de una estrategia instaurada que pretendía abatir de manera masiva la pobreza, la desnutrición y la marginación social en México, cuya implementación fue otorgada a la Secretaría de Desarrollo Social. Años después llegarían las denuncias por malversación de recursos y su aplicación para financiar candidaturas electorales en varias partes del país, especialmente en Veracruz.
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Miguel Ángel Chávez Ortíz, presidente de la asociación civil "Comprometidos y Humanistas Apoyando el Desarrollo Integral (Chadim), lo recuerda:
“Con la desaparición de este programa surgieron nuevos esfuerzos estatales para apoyar a la población vulnerable, pero en realidad sus resultados son nulos, como lo fueron los de la Cruzada".
Panorama actual en Morelos
La situación en Morelos se describe con números alarmantes. Chávez Ortíz revela que de más de un millón 200 mil habitantes, el 83 por ciento vive en pobreza moderada, con el resto en pobreza extrema. Estas cifras reflejan un aumento sostenido en los niveles de pobreza, exacerbado por el aumento de precios en productos básicos, impactando directamente en la alimentación.
Más allá de los números, es crucial escuchar a las comunidades. Sandra Bahena López, presidenta del DIF de Ayala, menciona que existen 13 comunidades indígenas en el municipio. Si bien hay esfuerzos para proveer alimentos, la demanda supera la oferta: “Nunca es suficiente”, admite Bahena López.
¿Y los programas actuales?
Con la Cruzada contra el Hambre fuera del panorama, surgieron nuevos programas. Chávez Ortíz apunta que se han lanzado iniciativas dirigidas a jóvenes estudiantes y familias monoparentales, así como a mujeres embarazadas.
Ejemplo de ellos son las propuestas estatales Programa de Apoyo Alimentario Básico Emergente y las despensas para niños menores de 5 años. Sin embargo, a menudo estos no se traducen en una nutrición adecuada o encuentran barreras culturales.
Bahena López resalta el programa local de despensas a familias vulnerables: aunque se intenta focalizar la ayuda, las barreras culturales y lingüísticas en comunidades indígenas complican su implementación.
Una mirada hacia el futuro
"Para generar un verdadero cambio, es imperativo que las autoridades gubernamentales, las organizaciones civiles y las comunidades trabajen conjuntamente. Debemos ir más allá de simplemente distribuir alimentos; hace falta una estrategia integral", explica.
Si bien reconoce el trabajo que realizan los DIF municipales entregando despensas en comunidades y escuelas, el activista considera que el combate al hambre abarca aspectos mucho más profundos, que tienen que ver con el valor nutrimental de los alimentos, el acceso de las familias a productos de la canasta básica y servicios médicos adecuados. "No tenemos hambruna, pero sí problemas de desnutrición que son igualmente preocupantes", sentencia.
Desaprovechado, el 37% de los alimentos
En Morelos, alrededor del 37 por ciento de los alimentos que se producen son desperdiciados o desaprovechados.
De ese total, aproximadamente entre 1.5 y dos por ciento es rescatado por el Banco de Alimentos de Cuernavaca, que lo distribuye a personas que lo necesitan.
Así como esa institución existen otras que también se dedican a armar paquetes alimentarios y los entregan a gente de escasos recursos.
Rafael Ernesto Jiménez Salazar, director del Banco de Alimentos de Cuernavaca, asegura que una de las principales problemáticas que existen no solo en Morelos, sino a nivel país y mundial, es el alto porcentaje de desperdicio de alimentos.
Precisa que en la entidad se tiene un estimado del 37 por ciento de comida desaprovechada, pero de la cual la asociación solo retoma un porcentaje menor:
"Y con eso hacemos maravillas. Nosotros tenemos la oportunidad de armar paquetes alimentarios para entregarlos a la gente que más lo necesita”.
Pandemia elevó la demanda
Detalla que antes de la pandemia por Covid distribuían alrededor de cuatro mil despensas al mes; sin embargo, con el avance de la emergencia sanitaria incrementó la demanda de paquetes alimentarios en virtud de que muchas personas se quedaron sin trabajo y, por ende, sin ingresos para solventar sus comidas.
Incluso agrega que hubo un momento de la pandemia donde entregaron más de 22 mil despensas: “Nos encontramos en el proceso postpandemia y han bajado esos niveles de crisis, ya está entrando más a la normalidad y ahora entregamos más de nueve mil paquetes mensuales”.
Lo anterior significa que el Banco de Alimentos apoya a unas nueve mil 800 familias, lo cual representa una ayuda para un aproximado de 30 mil personas.
Vulnerabilidad alimentaria
Pero, acota Jiménez Salazar, pareciera que dichas cifras indican un apoyo mayor; no obstante, al revisar los datos de pobreza otorgados por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) se dan cuenta de que el esfuerzo que se necesita debe ser extraordinario, además de contar con más auxilio de empresas del sector privado, público, así como de los sindicatos.
“El Coneval nos dice que tenemos en vulnerabilidad alimentaria a cerca de 500 mil personas y en pobreza a más de un millón de personas, por lo tanto, las despensas que hoy entregamos le hacen falta aún a mucha gente”.
Empresas aliadas
La pandemia representó un reto para muchos sectores y en el caso del Banco de Alimentos algunas empresas aliadas tuvieron ciertas dificultades, pero poco a poco se han reintegrado junto con otras organizaciones.
Señala que la Red de Bancos de Alimentos de México está compuesta por 55, por lo que no solo reciben apoyo alimentario de empresas aliadas locales, sino también nacionales.
Asimismo, en Morelos diariamente 40 tiendas o cadenas de autoservicio donan productos, como pan, verduras, frutas y artículos de abarrotes, que son de un día anterior o con fechas próximas a caducar:
“(Pero) nosotros los movemos de una forma muy rápida para que puedan llegar y estar en perfecto estado”. Aclara que para acceder a los paquetes se necesita como requisito encontrarse en estado de vulnerabilidad alimentaria.
En caso de ser así las personas deberán acudir a las oficinas en Cuernavaca donde se les realizará un estudio socionutricio. La cuota de recuperación tiene un costo de 120 pesos. Los paquetes alimenticios están integrados por 10 y 12 kilos, dependiendo de los productos donados.
Con información de Emmanuel Ruiz y Jessica Arellano
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