La vida de Jorge Mejía cambió drásticamente en 2010: dos meses después de participar en una apendicectomía a una menor, él y el médico que encabezó la cirugía fueron acusados de olvidar una gasa en su cuerpo y, con ello, causar su muerte. Una década después, su vida ha dado otro giro al ser exonerado por un nuevo tribunal.
De acuerdo con Jorge Cepeda Laureano, el abogado defensor que asumió el caso en 2016, la absolución del médico fue posible gracias a dos factores: la acusación (homicidio culposo y delito cometido en el ejercicio de una profesión) era jurídicamente imposible, pero además las pruebas para demostrar la existencia del textiloma fueron insuficientes.
En caso de haber existido, es importante señalar que tampoco se hizo durante la necropsia ningún análisis del cuerpo de la menor donde pudieran determinarse la existencia de rastros o vestigios textiles acumulados a lo largo de 60 días
En 2010
En junio de 2010, después de recibir a la niña en su consultorio, Jorge Mejía Iturbe asistió al cirujano que realizó la apendicectomía en una clínica particular de Cuautla. La menor, recuerda, enfrentaba un cuadro de peritonitis generalizada y el apéndice perforado, por lo que su estado de salud era grave y la intervención necesaria. A los dos meses, el deterioro en su salud llevó a sus padres a buscar atención en el Hospital General de Cuautla, donde por primera vez se mencionó la presencia del textiloma. Como resultado, el médico a su cargo realizó una laparatomía exploradora.
...y al palpar el intestino se observó dentro del intestino y al manipularlo es decir al moverlo con las manos se desvitaliza el tejido es decir se rompe el tejido
Sin embargo, Mejía Iturbe argumenta que médicamente la niña no habría sobrevivido dos meses con el textiloma en su interior, en caso de que éste hubiera sido olvidado en la intervención de la que formó parte. En cambio, aduce que su deceso tuvo otra causa.
Pruebas insuficientes
Mejía Iturbe sostiene que la muerte de la menor, ocurrida el 28 de agosto de 2010, fue causada por la intervención que recibió en el Hospital General de Cuautla, particularmente al tomar en cuenta que, en su declaración, el médico que realizó la laparatomía reconoció haber roto el tejido “al manipularlo”. Tanto Mejía como su abogado coinciden en señalar la omisión que habría cometido el Hospital del Niño Morelense, donde finalmente falleció después de una tercera operación, al no someter a estudios histopatológicos tanto el fragmento desgarrado del intestino como el textiloma, en caso de que éste hubiera existido. Ello, insiste, contravino las normas NOM-168-SSA1-1998 y NOM-087-ECOL-SSA1-2002.
En 2018, luego de que su caso fuera revisado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el médico logró que el Tribunal repusiera la audiencia en la que, cuatro años antes, había recibido la sentencia. En aquel momento fue sentenciado a nueve años de cárcel y a pagar dos millones de pesos para reparar el daño, pero esta vez fue absuelto.
Han sido 10 años de un desgaste laboral, familiar, personal y económico. Es muy lamentable que hasta la fecha los padres de la menor sigan con la duda de quién cometió realmente un ilícito en su hija