Los artesanos de Tlamacazapán en el estado de Guerrero, enfrentan la crisis de la pandemia del Covid-19, nos cuenta Mario Pajita, quien dice que no puede regresar a su pueblo sin vender la mercancía, ya que de su venta depende la sobrevivencia de su familia.
Tendieron su puesto en la banqueta, pegado a la estructura metálica del colosal estadio de futbol, Agustín “coruco” Díaz, se observan abanicos, una gran variedad de bolsas, petates, tapetes, sobreros, manteles y canastas, elaborados de palma pintada con brillantes colores. Como único alimento cada uno compro una gelatina de esas de cinco pesos, pues debían cuidar no gastar de más, los dejamos saborear y rescatar hasta el último pedazo que se pegó en el papel.
La mujer no tardo en preguntar cuando nos acercamos “qué le damos”, se quedó callada, casi muda, cuando le pregunte si me podrían dar una entrevista, agacho la cabeza y trato de ignorarme, pero su esposo no tardo en preguntar ¿para qué?, así rompimos el hielo cuando le dije que era importante que se supiera de donde vienen esas hermosas artesanías.
“Venimos de un pueblo del municipio de Taxco Guerrero que se llama Tlamacazapa”, dijo al reconocer que no solo son vendedores, también trabajan en la elaboración de estos productos, en su pueblo todos se dedican a tejer la palma a hacer todos estos productos, desde los más sencillos hasta los más elaborados, como lo son las bolsas grandes, que los llevan hasta una semana realizarlas.
La rica variedad de sus artículos de palma que decenas de familias salen a vender en diferentes puntos del país, son producto del trabajo de manos de artesanos, hay familias que solo se dedican a elaborar y otros como ellos, que hacen y compran en su mismo pueblo para tener mayor variedad a la hora de vender.
Cuando hay buenas ventas, regresan solo a comprar, pero en estos últimos meses salen 15 días y se quedan otros 15 días a tejer palma, “porque no hay movimiento”, nos dicen al reconocer que desde Semana Santa que se suspendió la venta de ramos por la cancelación de las celebraciones se encuentra en crisis, pues las artesanías no son productos esenciales.
“Esto está muy tranquilo y es que la gente no tiene dinero”, al seguir platicando nos comentan que muchas veces no sacan ni para comer, mucho menos para pagar la renta de un cuarto, por lo que se quedan donde les dan permiso, donde les den un espacio para protegerse del frio, mientras terminan de sacar la mercancía que trajeron pues no pueden regresarse con ella, ya que de la venta depende también el alimento para sus familias.
Esperaban un repunte en navidad, como lo esperan para estos últimos días del año para poder llevar algo a sus familias, a sus hijos que dejaron encargados y que los esperan en su tierra, no los quisieron exponer al frio y al hambre que les toca padecer, la pandemia se ha ensañado con ellos también y saben el riesgo de poder contagiarse, pero no pueden quedarse en sus casas esperando que esto pases y sin tener que comer.
Junto a ellos hay otros comerciantes semifijos, que temen que en cualquier momento la autoridad municipal les prohíba seguir trabajando en las banquetas de la calle Escuadrón 201, del centro de esta cabecera municipal. Son los mismos artesanos que en semana santa trae sus cargas de palma para el domingo de ramos.
Llevan 15 días fuera de casa, esperando vender sus productos como regalos de fin de año, saben que algunos padres de familia podrían comprarles regalos de los reyes magos para las niñas, una bolsa, una canasta o un alhajero, con gran esperanza aguardan a que lleguen las ansiadas ventas.