En la homilía dominical, el obispo Ramón Castro Castro conmemoró el misterio de la Solemnidad de la Santísima Trinidad, pidiendo a los laicos no olvidarse del Padre y el Espíritu Santo, en esta dogma central sobre la naturaleza de Dios, la cual trae una vivencia profunda del misterio del amor, que motiva, renueva y ofrece vida eterna.
Frente a cientos de feligreses, monseñor acentuó que la verdad plena del misterio de la Santísima Trinidad está más allá de la capacidad humana, ya que los misterios no se pueden entender del todo o explicar; sin embargo, al ser creyentes saben que no se les engaña y llegarán a comprender después de la muerte de manera plena.
Refirió que Jesús hizo una promesa, "habrá de venir el Espíritu Santo como vino en Pentecostés, que es el cumpleaños de nuestra iglesia y como viene a transformar los corazones y es la nueva presencia de Dios entre nosotros". No es fruto de una idea, una filosofía o ideología, es fruto de la revelación que Dios ha ido dando, estando invitados a tener fe en ese misterio relevado.
Señaló que el Padre es el creador, se ha manifestado siempre en el pueblo de Israel, un Dios cercano, que acompaña a su pueblo y le duele lo que le duele a su pueblo. Es la personificación de la sabiduría; Dios envió a su hijo único, tanto amó Dios al mundo que envió a su hijo único y Cristo estuvo en la tierra más de 30 años y fue uno de nosotros, menos en el pecado. Tanto nos amó que ha dado su vida por nosotros.
Mientras que el Espíritu Santo es el defensor, el espíritu de la verdad que los habrá de llevar a la casa del padre. Transforma y anima a los laicos, la nueva presencia de Dios motor de nuestras vidas, comunidades; además de que dirige la iglesia.
Insistió que el misterio de la Trinidad no se puede descifrar, pero sí pueden tener la certeza que es una realidad trinitaria de amor, el cual no es cuestión de solitarios, "O creemos o no creemos. Los invito a que digamos a que señor tú tienes palabras de vida eterna que nuestro cerebro no es capaz de comprender tanta grandeza, sabiduría y perfección. Por eso los invito a que aceptemos con fe este misterio, no es cuestión de descifrar el misterio sino de aceptar ese misterio", subrayó.
