A los 12 años aprendió a dibujar rostros humanos, con lápiz o carbón. Los comenzó a hacer por gusto; después fue su manera de sobrevivir. A distancia, cuenta que, aunque no lleva el número de cuadros vendidos durante su trayectoria, calcula que pueden ser más de 10 mil.
Nació en Argentina y llegó a la Ciudad de México hace 24 años o quizá poco más, luego decidió aterrizar en Cuernavaca, donde tuvo a su hijo, que ahora lo impulsa. Es la historia de Omar Gómez, pintor “errante” que se coloca todos los fines de semana en calle Hidalgo para tratar de vender algún cuadro o retrato.
La venta al público la comencé cuando tenía 17 años; mi primer retrato fue a un basquetbolista que había muerto, era hijo de una vecina de mi colonia. Muchas veces el retrato tienen una connotación de homenaje.
Al llegar a la ciudad comenzó a vender en la Plazuela del Zacate, luego en el Callejón del Arte y ahora se ubica en Calle Hidalgo, todo en el mismo cuadro de la capital.
“Colocarme aquí es a título personal porque la Asamblea del Callejón del Arte acordó retirarse, pero si no lo hago, ¿de qué vivo?, estaré aquí los fines de semana de 11 de la mañana a las 6 de la tarde y también en Instagram como Omar Gómez”.
Lápiz, carboncillo, óleo y acrílico son las técnicas más comunes que utiliza; “últimamente he incursionado en el tallado con madera reciclada que consigo en los desechos”. El tiempo de elaboración varía entre 45 minutos hasta una semana si es el óleo, puede que su faborita es la “caricatura” como centro de su oficio.
“Un día pinté el retrato de un psiquiatra, su familia me trajo una fotografía y la hice, la pude borrar y rehacer unas diez veces, vino su familiar y se lo llevó al poco tiempo lo regresó y le dijo no gustó tu retrato pregunté porqué y contestó que porque a sus pacientes les mostraba su patología, yo le respondí que si en la foto la persona está triste expresará tristeza o enojo no puedo inventarle yo porque puede que salga o no”.
El único vendedor en la calle, utiliza su paliacate como cubre bocas y se resiste a dejar de ofrecer sus cuadros ya que de la venta de ellos es como subsiste, paga renta y se alimenta.
“Formo parte de la cadena económica de mi colonia, pago renta; a quien se la pago de eso vive, y así movemos la economía”.