“En los buenos tiempos llegaba a las 8:00 de la mañana y me retiraba a las 9:00 de la noche, ahora llego a las 12:00 y a las 4:00 de la tarde me voy, con unas tres o cuatro boleadas; para todos es parejo, a veces estamos parados viéndonos unos a los otros”, comentó Javier Ciro Hernández, boleador de Cuautla, recordó que en sus mejores años daba al día más de 20 boleadas.
Hoy, apenas si realiza cinco y es mucho, debido a que a la gente se le hace caro pagar 15 pesos o porque ya no les gusta traer limpios los zapatos. La moda del calzado tenis también influyó para que bajaran “las boleadas”, agregó. “Anteriormente, la novia de uno se fijaba en los zapatos del hombre, era muy delicada en ese aspecto, ahorita ya no. Yo siempre he pensado que el zapato ante todo es la mejor vista del hombre y de la mujer”, expresó Javier Ciro Hernández.
El oficio lo aprendió desde muy pequeño porque su padre le decía que no quería que estuviera de flojo sin hacer nada y se iba a las plazuelas de Poza Rica, Veracruz, luego a Xochimilco y después llegó a Cuautla. Con cierta nostalgia, recuerda cómo eran las calles del centro de esta ciudad y cómo pasaban los carros y la gasolinera por el ahora Zócalo, "la única calle empedrada era la 2 de Mayo", afirmó.
Los tiempos han cambiado y eso también incluye el oficio de la boleada, pero lo que nunca debe de cambiar es las ganas de trabajar en este oficio, que me ha dado mucho, ya no se gana igual, muchas veces apenas si uno saca los 100 pesos, pero aquí estaremos hasta que Dios no lo permita
SALE MÁS CARO EL CALDO...
Entre los gastos que un boleador de zapatos realiza está la compra de solventes, grasa, trapos y cepillos que mensualmente van de los 100 a los 300. 100 pesos es lo que logra ganar en un día 3 o 4 personas atiende al día 20 boleadas vendía en sus tiempos buenos.