El delicado sonido del agua que fluye en el río Cuautla solía estar acompañado por el tranquilo movimiento de la tortuga casquito (Kinosteron acutum), una especie cuyo caparazón asemeja al de los cascos que usaban los ejércitos durante la Primera Guerra Mundial y cuya función es casi la misma: proteger a la pequeña tortuga que vive dentro.
Sin embargo, el caparazón no fue lo suficientemente fuerte para resistir los embates de la especie más terrible de todas. Estas pequeñas y dóciles criaturas están hoy al borde de la extinción en su hábitat natural gracias al ser humano.
Salvando a la tortuga Casquito
La bióloga Karla Sofía Rivera ha tomado las riendas de un ambicioso proyecto: salvar y reintroducir la tortuga casquito en su entorno original. Rivera, quien dirige la Unidad de Manejo Ambiental (UMA) del parque Emiliano Zapata, en Cuautla, desde 2018, compartió la compleja situación de estos animales.
“La tortuga casquito es nativa del río Cuautla. Aunque su presencia ha sido notable en el estanque del parque durante años, es alarmante cómo ha disminuido su número en el río. En tres años, solo he visto una”, comenta Rivera. La creciente indiferencia humana y la contaminación del río han sido grandes obstáculos para la supervivencia de la especie.
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El parque Emiliano Zapata, ubicado en la colonia del mismo nombre, funciona como un refugio para la tortuga. Hoy en día, el estanque alberga 77 ejemplares. El objetivo es claro: rescatar y proteger a la tortuga casquito.
“A menudo, la gente encontraba estas tortugas en los ríos o las tenía como mascotas y, al no poder cuidarlas, las dejaba en nuestro parque. Ahora, con la situación de peligro que enfrentan, se vuelve más vital que nunca proteger a estos seres vulnerables”.
Una labor complicada
El rescate de esta especie no es una tarea sencilla. “Aunque la tortuga casquito tiene su peculiaridad de encerrarse por completo en su caparazón, es muy indefensa. No lucha por su alimento, y su pequeño tamaño la hace vulnerable a las corrientes del río y a los depredadores”, menciona Rivera.
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El proyecto actual busca no solo proteger y cuidar a las tortugas dentro del parque, sino también sensibilizar a la comunidad sobre la importancia de conservar las especies endémicas. Rivera y su equipo de voluntarios, que incluye a su familia y otros dos biólogos, trabajan incansablemente para garantizar el bienestar de estas criaturas, ofreciéndoles un ambiente limpio y alimento adecuado.
“La gente solía darles alimentos como chicharrones y trozos de sandía. Eso afectaba su salud. Ahora, con el permiso y el apoyo que hemos recibido, hemos establecido una dieta adecuada y las cuidamos diariamente”, señala Rivera.
A pesar de los desafíos, hay esperanza en el horizonte. Con la rehabilitación actual del parque Zapata, el ayuntamiento también trabaja en un nuevo espacio dedicado exclusivamente a la incubación, el desove y la cría de las tortugas.
Si bien reintroducirlas al río Cuautla aún es un objetivo lejano debido a las condiciones actuales de contaminación, hay planes para liberarlas en cuerpos de agua limpios y protegidos cuando haya un exceso de población en el parque.
“Devolverlas al río Cuautla ahora sería un error. No tiene las condiciones adecuadas para garantizar su supervivencia. Pero no perdemos la esperanza de que en el futuro, con el trabajo conjunto de la comunidad y las autoridades, podamos rehabilitar el río y ofrecerles un hogar seguro nuevamente”, reflexiona Rivera.
Casquito, noble e indefensa
Al observar a la tortuga casquito, no se puede evitar percibir su innata vulnerabilidad. Su pequeño tamaño, combinado con su naturaleza tranquila, la hace un blanco fácil en un mundo repleto de desafíos. Karla Rivera ofrece una perspectiva conmovedora sobre la personalidad de estos animales:
“Si pudiera describir la personalidad de la tortuga casquito, diría que es noble, pero muy indefensa. No saben defenderse. Tenemos que acercarlas, hay que buscarlas cuando arrojamos el alimento para que vayan por él. Si fuera por ellas, estarían dormidas todo el día. Todos los días las buscamos y las acercamos al estanque, al agua, para que vean el alimento y entren a comer”.
El que no luchan por su vida es un reflejo de su comportamiento pacífico y de confianza. Pero en un entorno donde enfrentan amenazas constantes, esta característica las coloca en una posición de desventaja. La naturaleza pacífica de la tortuga casquito, combinada con la creciente amenaza humana, ha llevado a la especie a un punto crítico.
“Pueden vivir hasta 30 o 40 años”, comenta Rivera, lo que sugiere que, bajo las condiciones adecuadas, la tortuga podría prosperar.
La labor de Rivera y otros defensores de la vida silvestre resalta la importancia de actuar ahora. “Estamos perdiendo grandes cantidades de especies”, reflexiona Rivera. “Pero ojalá que eso no suceda con la tortuga casquito”.
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