La madre de Yamilé aún conservalas muñecas con las que su hija jugaba cuando era pequeña. Suropa y sus útiles escolares están en el mismo lugar en el que losdejó aquella mañana de enero, en que salió de casa para novolver. Ha pasado poco más de un año desde que desapareció, y sucorazón aún conserva la esperanza de encontrarla viva.
“Aquí no está mi niña”,asegura Rosa Isela Sotelo Zúñiga, de 43 años de edad, quien hallegado con su madre al panteón municipal de Jojutla parasolidarizarse con las familias que buscan a sus desaparecidos enuna fosa común de este cementerio.
◗ Una estudianteperfecta
A los 12 años de edad, YamiléSilahua Sotelo era una niña que destacaba entre las demás por susbuenas calificaciones y por la fe en Dios que albergaba en sucorazón.
“Era una niña muy cariñosa,responsable y alegre; muy estudiosa y detallista; le gustaba muchoir a la iglesia, así que tengo recuerdos muy bonitos con ella”,explica su madre.
Esos recuerdos, grabados hoy ensus memorias, son lo que más lastima la existencia de quienessiguen buscándola en la calle donde desapareció, en los cerros,en bares, ríos y canales de riego, lugares en los que sólo hanpodido encontrar su mochila. “Y nada más”, pronuncia su madreen un suspiro.
El 11 de enero de 2016, Yamiléfue vista por última vez. La última persona que la vio sonreírfue su propia hermana, con quien caminaba rumbo a la escuela sobrela Avenida Reforma, de la colonia Santa Rosa 30, en el municipio deTlaltizapán.
“Iban juntas a la escuelacuando un tipo se bajó de un carro que estaba estacionado, lacargó y la subió al auto. Su hermana trató de ayudarla, dedefenderla, pero no pudo hacer nada porque eran dos niñas contraun hombre; lo único que pudo hacer fue correr detrás del auto,pidiendo auxilio a la gente, y fue entonces cuando comenzó labúsqueda, aunque hasta el momento no hay nada”.
Bajo la árida tierra de estecementerio, en una fosa que ha sido abierta con una máquinaretroexcavadora, reposan cuerpos de personas que perdieron la vidaantes del año 2014, cuando fueron traídos aquí con laautorización de las autoridades municipales.
Rosa Isela asegura que su hija noestá aquí, pero eso no ha sido impedimento para venir a apoyar aquienes pasan por una situación similar y, con la misma esperanzaque la lleva a creer que Yamilé está viva, darlesfortaleza.
◗ Que sus raptores sehagan buenos
- ¿Qué le diría si pudieraescucharla?
- Que la estamos buscando, que nose desespere, ni desanime, ni pierda la fe, que la vamos aencontrar porque estamos haciendo todo lo posible porbuscarla.
Cuando le reza a Dios, la madrede Yamilé pide que las personas que iban en aquella camioneta searrepientan de lo que hicieron y la traigan de vuelta.
“Que tengan compasión de ella,de nosotros, y pido por su conversión, porque ellos tambiéntienen familia, hijos, una madre y un corazón”, nos dice, a lasombra de un guamúchil, acumulando fuerzas para seguir consolandoa las mujeres que, como ella, siguen buscando a sushijos.
