/ sábado 11 de noviembre de 2017

Argentina, el paraíso de la ilegalidad

Argentina se ha convertido en uno de los principales puntos de tránsito de droga

BUENOS AIRES.- Argentina se ha convertido en uno de los principales puntos de tránsito de droga hacia Estados Unidos y Europa, un nuevo centro de producción de clorhidrato de cocaína y en un paraíso para blanquear capitales, actividad en la que -al parecer-incluso están implicados la esposa y el hijo del ex narcotraficante colombiano Pablo Escobar.

Un informe de 150 páginas publicado en marzo pasado por la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de la ONU confirmó esas tendencias: “No se trata solo de un país de tránsito. Ahora también hay producción de clorhidrato de cocaína y un alarmante aumento del consumo de esta droga y de marihuana en especial entre los estudiantes secundarios, franja en la que Argentina muestra una de las tasas más altas de Sudamérica”.

Esas nuevas tendencias fueron confirmadas por el primer Estudio de Consumo de Sustancias realizado por la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar). El consumo de drogas por parte de adolescentes de 12 a 17 años “aumentó en términos alarmantes desde 2010”, precisa.

Tomando en cuenta el total de la población, se calcula que al menos 1.5% consumió al menos una vez cocaína en los últimos 12 meses, el hábito asciende a 3.2% con el cannabis, a 0.9% con las anfetaminas, a 0.3% para los opiáceos y 0.2% para el éxtasis. En términos concretos, eso significa que al menos 1.8 millones de personas -sobre 40 millones de habitantes- tiene un consumo de drogas relativamente regular.

Uno de los aspectos más inquietantes es el aumento del tráfico por vía aérea y fluvial por el norte del país.

La situación alcanzó tales proporciones que algunos tribunales norteños -donde están ubicados los corredores aéreos utilizados por las avionetas procedentes de Perú y Bolivia- se encuentran saturadas y no tienen lugar para alojar a los detenidos por narcotráfico, reconoce el juez federal Aldo Alurralde.

“El contrabando ilegal por vía aérea se realiza a un promedio de 50 vuelos por día, según el subsecretario de Lucha contra el Narcotráfico, Martín Verrier. En algunos casos, las avionetas «bombardean» marihuana y cocaína en campos alejados de las zonas urbanas. Cada vuelo transporta hasta dos mil kilos de cocaína.

Mucho más interesante es realizar los envíos por vía fluvial, donde cada barcaza puede transportar -en forma oculta- el equivalente de la carga de 30 avionetas. La hidrovía que forman los ríos Paraguay y Paraná constituye una auténtica autopista de tráfico clandestino de drogas, por la cual ingresan en barcazas unas 10 mil toneladas anuales de cannabis y 700 toneladas de cocaína, destinadas esencialmente a la exportación. En ese trayecto de tres mil 442 kilómetros hay más de 50 terminales fluviales sobre el Paraná que constituyen puntos ideales de desembarco.

Como resultado de ese fenómeno, la cantidad de presos por tráfico de alcaloides prácticamente se duplicó en los últimos 20 años hasta llegar a 73 mil detenidos en 2016, según estadísticas de la Procuración Penitenciaria de la Nación (PPN).En el caso de las mujeres, nueve de cada 10 extranjeras detenidas por delitos relacionados con drogas actuaban como “correos” y la gran mayoría no tenía antecedentes.

Una parte de ese tráfico está controlado por clanes peruanos, según reveló Cristian Alarcón en su libro “Si me querés, quereme transa”.

Otro fenómeno de relevante importancia en el país es el volumen de negocios realizados por traficantes colombianos y mexicanos para blanquear narcodólares en Argentina. El último episodio fue la investigación abierta a mediados de octubre a la viuda y el hijo de Pablo Escobar Gaviria. Ambos están acusados de haber intervenido en una maniobra de lavado de dinero de un grupo dirigido por el zar colombiano José Piedrahíta Ceballos, que efectuó importantes inversiones inmobiliarias en la Argentina.

Gracias a la “protección” del ex presidente Carlos Menem, ambos habían ingreso al país, donde recibieron las nuevas identidades de María Isabel Santos y Sebastián Marroquín.

Ese fenómeno no es nuevo porque las posibilidades de lavado o de residencia que existen en Argentina también fueron utilizadas al parecer por Amado Carrillo, alias “El señor de los cielos”, y otros mexicanos o colombianos que terminaron detenidos o acribillados a balazos, entre ellos Luis Caicedo Velandia, Ignacio Álvarez Meyendorff y Henry de Jesús López Londoño, alias «Mi Sangre», que poseían fastuosas viviendas en el lujoso barrio de Nordelta.

Desde su residencia, el colombiano “Mi Sangre” manejaba una red mafiosa que abastecía de droga a los grandes carteles internacionales, como el mexicano Los Zetas, según confirmó el director de la Policía Nacional de Colombia, el general José Roberto León.

La penetración del narcotráfico en Argentina bajo todas sus formas fue posible gracias a la complicidad que tuvieron los mafiosos con sectores del peronismo durante los gobiernos de Carlos Menem (1989-2003), Néstor Kirchner (2003-2007) y su esposa Cristina (2007-2015), según revelaron Virginia Messi y Juan Manuel Bordón en su libro “Narcolandia”.

Desde que asumió el poder en 2015, el presidente Mauricio Macri intenta combatir o reducir las proporciones de ese fenómeno. Pero, en su informe de marzo último, la ONU reconoció que la mayoría de los progresos logrados fueron esencialmente “en el plano discursivo”.

BUENOS AIRES.- Argentina se ha convertido en uno de los principales puntos de tránsito de droga hacia Estados Unidos y Europa, un nuevo centro de producción de clorhidrato de cocaína y en un paraíso para blanquear capitales, actividad en la que -al parecer-incluso están implicados la esposa y el hijo del ex narcotraficante colombiano Pablo Escobar.

Un informe de 150 páginas publicado en marzo pasado por la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de la ONU confirmó esas tendencias: “No se trata solo de un país de tránsito. Ahora también hay producción de clorhidrato de cocaína y un alarmante aumento del consumo de esta droga y de marihuana en especial entre los estudiantes secundarios, franja en la que Argentina muestra una de las tasas más altas de Sudamérica”.

Esas nuevas tendencias fueron confirmadas por el primer Estudio de Consumo de Sustancias realizado por la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar). El consumo de drogas por parte de adolescentes de 12 a 17 años “aumentó en términos alarmantes desde 2010”, precisa.

Tomando en cuenta el total de la población, se calcula que al menos 1.5% consumió al menos una vez cocaína en los últimos 12 meses, el hábito asciende a 3.2% con el cannabis, a 0.9% con las anfetaminas, a 0.3% para los opiáceos y 0.2% para el éxtasis. En términos concretos, eso significa que al menos 1.8 millones de personas -sobre 40 millones de habitantes- tiene un consumo de drogas relativamente regular.

Uno de los aspectos más inquietantes es el aumento del tráfico por vía aérea y fluvial por el norte del país.

La situación alcanzó tales proporciones que algunos tribunales norteños -donde están ubicados los corredores aéreos utilizados por las avionetas procedentes de Perú y Bolivia- se encuentran saturadas y no tienen lugar para alojar a los detenidos por narcotráfico, reconoce el juez federal Aldo Alurralde.

“El contrabando ilegal por vía aérea se realiza a un promedio de 50 vuelos por día, según el subsecretario de Lucha contra el Narcotráfico, Martín Verrier. En algunos casos, las avionetas «bombardean» marihuana y cocaína en campos alejados de las zonas urbanas. Cada vuelo transporta hasta dos mil kilos de cocaína.

Mucho más interesante es realizar los envíos por vía fluvial, donde cada barcaza puede transportar -en forma oculta- el equivalente de la carga de 30 avionetas. La hidrovía que forman los ríos Paraguay y Paraná constituye una auténtica autopista de tráfico clandestino de drogas, por la cual ingresan en barcazas unas 10 mil toneladas anuales de cannabis y 700 toneladas de cocaína, destinadas esencialmente a la exportación. En ese trayecto de tres mil 442 kilómetros hay más de 50 terminales fluviales sobre el Paraná que constituyen puntos ideales de desembarco.

Como resultado de ese fenómeno, la cantidad de presos por tráfico de alcaloides prácticamente se duplicó en los últimos 20 años hasta llegar a 73 mil detenidos en 2016, según estadísticas de la Procuración Penitenciaria de la Nación (PPN).En el caso de las mujeres, nueve de cada 10 extranjeras detenidas por delitos relacionados con drogas actuaban como “correos” y la gran mayoría no tenía antecedentes.

Una parte de ese tráfico está controlado por clanes peruanos, según reveló Cristian Alarcón en su libro “Si me querés, quereme transa”.

Otro fenómeno de relevante importancia en el país es el volumen de negocios realizados por traficantes colombianos y mexicanos para blanquear narcodólares en Argentina. El último episodio fue la investigación abierta a mediados de octubre a la viuda y el hijo de Pablo Escobar Gaviria. Ambos están acusados de haber intervenido en una maniobra de lavado de dinero de un grupo dirigido por el zar colombiano José Piedrahíta Ceballos, que efectuó importantes inversiones inmobiliarias en la Argentina.

Gracias a la “protección” del ex presidente Carlos Menem, ambos habían ingreso al país, donde recibieron las nuevas identidades de María Isabel Santos y Sebastián Marroquín.

Ese fenómeno no es nuevo porque las posibilidades de lavado o de residencia que existen en Argentina también fueron utilizadas al parecer por Amado Carrillo, alias “El señor de los cielos”, y otros mexicanos o colombianos que terminaron detenidos o acribillados a balazos, entre ellos Luis Caicedo Velandia, Ignacio Álvarez Meyendorff y Henry de Jesús López Londoño, alias «Mi Sangre», que poseían fastuosas viviendas en el lujoso barrio de Nordelta.

Desde su residencia, el colombiano “Mi Sangre” manejaba una red mafiosa que abastecía de droga a los grandes carteles internacionales, como el mexicano Los Zetas, según confirmó el director de la Policía Nacional de Colombia, el general José Roberto León.

La penetración del narcotráfico en Argentina bajo todas sus formas fue posible gracias a la complicidad que tuvieron los mafiosos con sectores del peronismo durante los gobiernos de Carlos Menem (1989-2003), Néstor Kirchner (2003-2007) y su esposa Cristina (2007-2015), según revelaron Virginia Messi y Juan Manuel Bordón en su libro “Narcolandia”.

Desde que asumió el poder en 2015, el presidente Mauricio Macri intenta combatir o reducir las proporciones de ese fenómeno. Pero, en su informe de marzo último, la ONU reconoció que la mayoría de los progresos logrados fueron esencialmente “en el plano discursivo”.

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