/ domingo 14 de octubre de 2018

Histórica derrota de aliados de Merkel en Baviera

Con 35.6% de votos, la CSU descendió 12 puntos con respecto a las elecciones de 2013 y perdió la mayoría absoluta que tenía desde hace 69 años en el parlamento regional

PARIS, Francia – La Unión Social Cristiana (CSU), aliada bávara de la canciller alemana Angela Merkel, sufrió una derrota histórica en las elecciones de este opulento land industrial, cuya onda expansiva llegará con extrema violencia a Berlín.


Con 35,6% de votos, la CSU descendió 12 puntos con respecto a las elecciones de 2013 y perdió la mayoría absoluta que tenía desde hace 69 años en el parlamento regional de Bavaria. El otro gran derrotado es el Partido Social Demócrata (SPD). Hasta ahora segunda fuerza política del land, el SPD quedó relegado a la cuarta posición con 9,5 %, el caudal más bajo de su historia, según los sondeos a boca de urna divulgados por la cadena de televisión pública ARD y la cadena de noticias NTV.


El SPD, socio de la Grosse Koalition nacional dirigida por Merkel que gobierna el país, perdió en Baviera 10,5 puntos desde 2013.

El segundo lugar, con 18,3% de los sufragios, le correspondió a la Alianza 90/Los Verdes, que al parecer atrajo a gran parte del voto socialdemócrata, y se ubicó delante del movimiento Electores Libres —una escisión de la CSU— que reunió 11,6%.

La fuerte progresión de los Verdes en Baviera coincide con la tendencia que mostraron los últimos sondeos a nivel nacional, que también lo ubican en segunda posición por encima del SPD.

En tercera posición quedó el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), con 10,9%, que capitalizó a los electores decepcionados con la CSU. Ese movimiento xenófobo, racista y anti-islámico esperaba un mejor resultado, pero quedó por debajo de la media nacional registrada en las elecciones legislativas de 2017 (12,6%) y de los 18 puntos que le acuerdan los últimos sondeos a nivel federal.

Los liberales del FDP reunieron 5,1% y superaron el mínimo necesario para ingresar al Parlamento regional. En cambio, con apenas 3,5% de sufragios, el partido ultra radical Die Linke (La Izquierda), no logró el mínimo requerido por la ley.

Con esos resultados, el Parlamento bávaro estará integrado por seis partidos y, por lo tanto, se verá obligado a recurrir a un juego de alianzas para formar el próximo gobierno regional.

Los resultados del domingo fueron un duro golpe para la gran coalición entre CDU/CSU y SPD que lidera Merkel y las frecuentes turbulencias de los últimos meses, provocadas por las criticas del ministro del Interior, Horst Seehofer —líder de la CSU—, contra la política inmigratoria de la canciller. Seehofer, feroz rival de Merkel, amenazó varias veces con renunciar y retirar a su partido de la alianza conservadora, lo que provocaría en forma casi automática la caída del gobierno. Por esa persistente acción de demolición, corre el riesgo de ser considerado como el principal “mariscal de la derrota”. Si resulta forzado a renunciar al liderazgo de la CSU, también deberá abandonar el ministerio del Interior.

El desastre que arrojaron ayer las urnas debilitó su posición personal y agudizó la pelea dentro de la CSU que mantiene con el primer ministro del estado regional, Markus Söder, que ocupó ese cargo cuando Seehofer viajó a Berlín para asumir el ministerio del Interior. Hasta el momento, ninguno de los dos habló de renunciar, pero los dirigentes de la nueva generación del partido están afilando los cuchillos para ajustar cuentas tras la derrota.

El impacto de la elección en Baviera desborda ampliamente las fronteras del land y amenaza con desestabilizar toda la coalición nacional CDU/CSU SPD. El presidente del Bundestag, Wolfgang Schäuble, confesó que “esperaba repercusiones”.

Más que un simple comentario, la declaración de esta figura respetada de la CDU fue interpretada como una advertencia. Desestabilizada en su región, la CSU seguramente va a intensificar la presión para desbordar a la canciller sobre su flanco derecho, lo que precipitará un nuevo capítulo de la batalla interna sobre la línea del partido y la preparación de la fase post-Merkel.

Todo dependerá, en definitiva, de la elección regional del domingo 28 en Hesse, estado ubicado en territorio de la ex Alemania comunista que la CDU dirige en coalición con los ecologistas. El ministro presidente, Volker Bouffier, uno de los pesos pesados de la CDU, aspira a la reelección.

Los resultados de Baviera y Hesse —interpretados en forma conjunta— “afectarán inevitablemente la política nacional y, en consecuencia, la reputación de la canciller”, reconoció Wolfgang Schäuble. En todo caso, el dictamen de las urnas será interpretado como un plebiscito a favor o en contra de Merkel.








PARIS, Francia – La Unión Social Cristiana (CSU), aliada bávara de la canciller alemana Angela Merkel, sufrió una derrota histórica en las elecciones de este opulento land industrial, cuya onda expansiva llegará con extrema violencia a Berlín.


Con 35,6% de votos, la CSU descendió 12 puntos con respecto a las elecciones de 2013 y perdió la mayoría absoluta que tenía desde hace 69 años en el parlamento regional de Bavaria. El otro gran derrotado es el Partido Social Demócrata (SPD). Hasta ahora segunda fuerza política del land, el SPD quedó relegado a la cuarta posición con 9,5 %, el caudal más bajo de su historia, según los sondeos a boca de urna divulgados por la cadena de televisión pública ARD y la cadena de noticias NTV.


El SPD, socio de la Grosse Koalition nacional dirigida por Merkel que gobierna el país, perdió en Baviera 10,5 puntos desde 2013.

El segundo lugar, con 18,3% de los sufragios, le correspondió a la Alianza 90/Los Verdes, que al parecer atrajo a gran parte del voto socialdemócrata, y se ubicó delante del movimiento Electores Libres —una escisión de la CSU— que reunió 11,6%.

La fuerte progresión de los Verdes en Baviera coincide con la tendencia que mostraron los últimos sondeos a nivel nacional, que también lo ubican en segunda posición por encima del SPD.

En tercera posición quedó el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), con 10,9%, que capitalizó a los electores decepcionados con la CSU. Ese movimiento xenófobo, racista y anti-islámico esperaba un mejor resultado, pero quedó por debajo de la media nacional registrada en las elecciones legislativas de 2017 (12,6%) y de los 18 puntos que le acuerdan los últimos sondeos a nivel federal.

Los liberales del FDP reunieron 5,1% y superaron el mínimo necesario para ingresar al Parlamento regional. En cambio, con apenas 3,5% de sufragios, el partido ultra radical Die Linke (La Izquierda), no logró el mínimo requerido por la ley.

Con esos resultados, el Parlamento bávaro estará integrado por seis partidos y, por lo tanto, se verá obligado a recurrir a un juego de alianzas para formar el próximo gobierno regional.

Los resultados del domingo fueron un duro golpe para la gran coalición entre CDU/CSU y SPD que lidera Merkel y las frecuentes turbulencias de los últimos meses, provocadas por las criticas del ministro del Interior, Horst Seehofer —líder de la CSU—, contra la política inmigratoria de la canciller. Seehofer, feroz rival de Merkel, amenazó varias veces con renunciar y retirar a su partido de la alianza conservadora, lo que provocaría en forma casi automática la caída del gobierno. Por esa persistente acción de demolición, corre el riesgo de ser considerado como el principal “mariscal de la derrota”. Si resulta forzado a renunciar al liderazgo de la CSU, también deberá abandonar el ministerio del Interior.

El desastre que arrojaron ayer las urnas debilitó su posición personal y agudizó la pelea dentro de la CSU que mantiene con el primer ministro del estado regional, Markus Söder, que ocupó ese cargo cuando Seehofer viajó a Berlín para asumir el ministerio del Interior. Hasta el momento, ninguno de los dos habló de renunciar, pero los dirigentes de la nueva generación del partido están afilando los cuchillos para ajustar cuentas tras la derrota.

El impacto de la elección en Baviera desborda ampliamente las fronteras del land y amenaza con desestabilizar toda la coalición nacional CDU/CSU SPD. El presidente del Bundestag, Wolfgang Schäuble, confesó que “esperaba repercusiones”.

Más que un simple comentario, la declaración de esta figura respetada de la CDU fue interpretada como una advertencia. Desestabilizada en su región, la CSU seguramente va a intensificar la presión para desbordar a la canciller sobre su flanco derecho, lo que precipitará un nuevo capítulo de la batalla interna sobre la línea del partido y la preparación de la fase post-Merkel.

Todo dependerá, en definitiva, de la elección regional del domingo 28 en Hesse, estado ubicado en territorio de la ex Alemania comunista que la CDU dirige en coalición con los ecologistas. El ministro presidente, Volker Bouffier, uno de los pesos pesados de la CDU, aspira a la reelección.

Los resultados de Baviera y Hesse —interpretados en forma conjunta— “afectarán inevitablemente la política nacional y, en consecuencia, la reputación de la canciller”, reconoció Wolfgang Schäuble. En todo caso, el dictamen de las urnas será interpretado como un plebiscito a favor o en contra de Merkel.








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