/ miércoles 3 de enero de 2024

¡2024, Bienvenido!

Comenzamos el 2024. Las preguntas son muchas, que se podrían resumir en una: ¿qué me deparará este nuevo año? Por supuesto, se trata de una pregunta sobre el futuro. Y bueno, cada uno de nosotros la responde desde dos dimensiones: la esperanza y las circunstancias propias que vivimos, que nos rodean. La primera constituye una fuerza que nos lleva a la acción para alcanzar nuestros propósitos y la segunda lo facilitan o lo obstaculizan.

Como en cada comienzo los buenos deseos prevalecen y nos vamos imaginando un posible futuro. El primero es inercial, al considerar que las cosas van a continuar en el mismo ritmo y las mismas actividades, como si el cierre de un año fuera tan sólo un día más para continuar con nuestras propias vidas como van. Sin duda, es un futuro 24 aceptable cuando las cosas van saliendo bien, el desarrollo personal y familiar se encuentra en una, digamos, “buena racha” y lo que menos se desea es que cambie. El segundo es tolerado, al considerar que los cosas “ahí van”, tolerando ciertas condiciones en razón de no tener manera de cambiarlas para mejor. El tercero es expectante por tener noticia de concretarse buenos o excelentes proyectos en el año que comienza, circunstancias que se las considera que serán de progreso en el corto plazo, sea que se trate de asuntos personales, laborales, con los hijos, profesionales o cualquier que cada uno visualice positivos. El último sería trabajoso en el sentido de que observamos que las circunstancias que se nos presentarán por considerarlas que habrán de consumir un gran esfuerzo de nuestra parte.

La pregunta por el futuro acompaña al hombre desde su aparición en nuestro planeta y viene rodeado de misterio y esperanza porque nos hace vivir en comunidad necesariamente para alcanzar ciertos bienes, tangibles e intangibles, deseados.

Así que, amable lector, en esta primera columna, deseo extender un sincero deseo que sea muy elevado el grado de esperanza que anide en tu corazón y por más benéficas o complicadas que sean las circunstancias en que se desarrolla tu vida, que este nuevo comienzo sea tan desafiante que haga aflorar lo mejor de ti aportando a tu propio bienestar, el de tu familia y seres queridos. ¡Feliz y Próspero 2024!

Comenzamos el 2024. Las preguntas son muchas, que se podrían resumir en una: ¿qué me deparará este nuevo año? Por supuesto, se trata de una pregunta sobre el futuro. Y bueno, cada uno de nosotros la responde desde dos dimensiones: la esperanza y las circunstancias propias que vivimos, que nos rodean. La primera constituye una fuerza que nos lleva a la acción para alcanzar nuestros propósitos y la segunda lo facilitan o lo obstaculizan.

Como en cada comienzo los buenos deseos prevalecen y nos vamos imaginando un posible futuro. El primero es inercial, al considerar que las cosas van a continuar en el mismo ritmo y las mismas actividades, como si el cierre de un año fuera tan sólo un día más para continuar con nuestras propias vidas como van. Sin duda, es un futuro 24 aceptable cuando las cosas van saliendo bien, el desarrollo personal y familiar se encuentra en una, digamos, “buena racha” y lo que menos se desea es que cambie. El segundo es tolerado, al considerar que los cosas “ahí van”, tolerando ciertas condiciones en razón de no tener manera de cambiarlas para mejor. El tercero es expectante por tener noticia de concretarse buenos o excelentes proyectos en el año que comienza, circunstancias que se las considera que serán de progreso en el corto plazo, sea que se trate de asuntos personales, laborales, con los hijos, profesionales o cualquier que cada uno visualice positivos. El último sería trabajoso en el sentido de que observamos que las circunstancias que se nos presentarán por considerarlas que habrán de consumir un gran esfuerzo de nuestra parte.

La pregunta por el futuro acompaña al hombre desde su aparición en nuestro planeta y viene rodeado de misterio y esperanza porque nos hace vivir en comunidad necesariamente para alcanzar ciertos bienes, tangibles e intangibles, deseados.

Así que, amable lector, en esta primera columna, deseo extender un sincero deseo que sea muy elevado el grado de esperanza que anide en tu corazón y por más benéficas o complicadas que sean las circunstancias en que se desarrolla tu vida, que este nuevo comienzo sea tan desafiante que haga aflorar lo mejor de ti aportando a tu propio bienestar, el de tu familia y seres queridos. ¡Feliz y Próspero 2024!