Cleo

¡Qué Hay de Nuevo…Viejo!

Araceli Mendoza

  · viernes 27 de abril de 2018

Está por terminar el mes de abril, y Helen Joy Laville Perrem muere a los 94 años; con su partida, deja grandes obras creadas por ella. La artista plástica se especializó en esculturas de bronce, serigrafía, óleo, pintura acrílica y grabados de aguafuerte. Encontró en Jiutepec su refugio, su residencia, su lugar de inspiración; adoptó a México como su segunda patria para realizar su obra, porque desde que salió de la Isla de Wight, Inglaterra, donde nació en 1923 Joy Laville, su biografía menciona que tuvo una infancia feliz en la orilla del mar.

Ella se consideraba una artista mexicana, era viuda del escritor guanajuatense Jorge Ibargüengoitia. Joy Laville abandonó Inglaterra por la Segunda Guerra Mundial y llegó a Canadá. Posteriormente llegó a México a San Miguel de Allende, en Guanajuato, en 1956. Me imagino visitando todas las rancherías de aquellos años como Torres Mocha, Silao, Salamanca. Laville decía que pertenecía a México, ya que manifestó aquí nació mi pintura, esto lo hizo público, al regreso de París donde vivió con Ibargüengoitia ya que algunos años se instalaron en Europa.

Los colores que Joy Laville utilizaba casi siempre (lila, verde, malva, verde menta, rosa, blanco, gris y, desde luego, todos los matices del azul) pactan una red de relaciones tonales que vuelven inconfundible su música visual. La literatura, por la poesía: su inclinación hacia la soledad; su independencia mantenida a toda costa: su pasión por viajar, pues lo primero que habría que ver y considerar en el caso de una pintora, y sobre todo de una pintura, es cómo están pintadas las telas en esos tonos sobre todo el azul.

La sabia restricción de su paleta, la suave armonía de sus colores, la economía de medios y el amor más que evidente por unos cuantos temas y objetos familiares resultan rasgos tentadores a la hora de establecer parentescos entre la obra de esta pintora y la de otros colegas de su misma progenie estética: Matisse, Morandi, Avery, por citar sólo algunos ejemplos señeros. Pero ésta es la parte fácil de la tarea. Mucho más difícil es tratar de distinguir en qué no se parece un artista a otro, en dónde radica su fiel e inimitable originalidad.

Laville recibió el máximo galardón que otorga el Gobierno mexicano, el Premio Nacional de Ciencias y Artes. Resaltando puntos de referencia respecto a la la Isla Wight, me permito mencionar los siguientes: la novela “Juegos de Patriotas”, del autor Tom Clancy (así como en la película basada en esta, Juego de Patriotas) se cita la prisión de Albany, situada en la isla de Wight; otro dato relevante de la isla es el de la Reina Victoria hizo de principal lugar de vacaciones para la realeza europea. Osborne House fue su residencia veraniega. Esto convirtió la isla en la mencionada en la canción de The Beatles “When I’m Sixty Four. La isla de Wight se convirtió en isla en algún momento de la última edad de hielo cuando la crecida del mar separó la isla del continente. La isla formó parte de la Britania celta.

Ella conoció al escritor Jorge Ibargüengoitia en 1964 y se casó con él en 1973. Cuando la mamá de Ibargüengoitia murió, decidieron vivir en Europa, pasando tiempo en Londres, Grecia y España antes de establecerse en París en 1980. Ibargüengoitia la llamaba “la mujer lila”, y en algunas ocasiones, se refería a ella como “Cleo” en sus escritos. Ibargüengoitia murió en un accidente de aviación en 1983, mientras Joy Laville estaba en su casa de París. Ella continuó viviendo en París hasta 1985, pero regresó a México para establecerse cerca de Cuernavaca, Morelos.

Ibargüengoitia, en su momento, comentó que los cuadros de Laville expresan un mundo carente de angustia; ligeramente melancólicos, alegres, sensuales un tanto cómicos. Es lo que la artista proyecta desde su interior conjunta con la naturaleza. Lo grande de Laville su obra una gran mezcla de la Isla, Guanajuato, Cuernavaca es una gran interrogante lo que sí es seguro es que su sensibilidad la hizo única.

¿Por qué? Xiuhtepec, y que significa: Ya que en el cerro de Xiuhtepetl no se encuentran turquesas, pero si canteras de mármol, de caolín y de piedra fina de cal, algunas de ellas muy bonitas o sea preciosas. La fauna la constituyen: venado cola blanca, jabalí de collar, mapache, tejón, zorrillo, armadillo, liebre, conejo común, coyote, gato montés, comadreja, cacomiztle, tlacuache, murciélago, pájaro bandera, chachalaca, urraca copetona, zopilote, aura, lechuza y aves canora y de ornato. Una belleza que seguro a Joy Laville pudo apreciar todo lo maravilloso de este lugar el cual hizo suyo para tener la inspiración de lograr obras como las que plasmo en sus cuadros.