/ lunes 4 de junio de 2018

Convierten albergues cañeros en su hogar

Cortadores que radican en otros puntos del país pueden encontrar un lugar para vivir en tres zonas del estado

El tiempo pasa lento en los albergues cañeros. Un cuarto de aproximadamente tres metros de largo por dos de ancho se convierte en el hogar de decenas de familias que llegan a dichos lugares durante la temporada de zafra.

En los albergues cañeros se les dota de lo necesario para vivir, así como de educación, talleres psicológicos y de salud, a fin de mejorar su calidad de vida.

En Morelos, la Confederación Nacional Campesina (CNC) tiene albergues en Yautepec, Cuautla y Ayala, en las comunidades de Cocoyoc, Calderón, Casasano, Puxtla, Olintepec, Chivatero y Moyotepec, respectivamente.

El albergue de Cocoyoc tiene una capacidad 22 cuartos, el albergue de calderón, 64 cuartos; Casasano, 62 cuartos; Puxtla con once cuartos y los albergues de Ayala una capacidad promedio de 22 cuartos cada uno; en cada cuarto se hospedan, en promedio, cuatro personas.

Desde años atrás hasta la fecha, las directivas de la CNC, actualmente encabezada por Carlos Arias Reyes, se enfocan en mejorar estos albergues y la calidad de vida de las familias jornaleras que durante seis meses viven en estos lugares, pues buscan renovar la infraestructura de los lugares, la pintura y buscar una convivencia sana entre las decenas de familias que ahí viven. Familias jornaleras de Puebla y Guerrero son las que cada periodo de zafra arriban a los albergues de la región.

El Sol de Cuautla realizó un recorrido por estos lugares, se comprobó el compromiso de los integrantes de la CNC y de los propios productores cañeros afiliados a la organización, sin embargo, las costumbres de estas familias dificulta que las mejoras sociales se puedan concretar.

Yesenia Salgado Pérez, trabajadora social de los albergues cañeros de la CNC, informó que a todas las familias que se albergan en estos lugares se les dota de un cuarto, agua, gas, energía eléctrica, servicios médicos y alimentación; también se gestionan juguetes, ropa, pañales, talleres, clases y demás servicios o objetos para las personas, todo esto sin ningún costo. Algunas instancias que participan son: Sedesol, Sedeso, Gobierno del estado, Cruz Roja, la Secretaría de Salud y particulares.

Algunas de las reglas básicas en estos albergues son: no consumir bebidas embriagantes dentro de los albergues, no fumar, no consumir drogas, no meter ningún tipo de mascota y no introducir armas.

Algunos de los servicios médicos que junto con la Jurisdicción Sanitaria No. 3 se ofrece en los albergues son odontología, medicina general, mastografía, papanicolaou, vacunación, presión arterial, planificación familiar, pruebas de VIH, de paludismo, tétanos entre otros.

Gracias a los trabajos de planificación familiar se ha logrado reducir hasta 50 por ciento la natalidad de la población en estos lugares.

Ahora, dentro de los albergues, también hay escuelas multigrado de tiempo completo, desde educación preescolar, primaria y secundaria los hijos de padres jornaleros pueden recibir sin ningún costo, donde además se les brinda desayunos escolares, material a ocupar, así como documentos con validez oficial de los temas que cursaron

La realidad de los albergues

Aunque los esfuerzos por parte de los integrantes de la CNC son muchos por mejorar los albergues y la calidad de vida de quienes ahí radican seis meses al año, la realidad es que estos se convierten en una lucha diaria contra las arraigadas costumbres de las familias: alcoholismo, machismo y deserción escolar para poder obtener un mejor futuro.

Si bien las familias que habitan son provenientes de otros estados de la República, la meta de los niños de los albergues es convertirse en capitanes de cañeros, no hay más.

Reyna Ramírez Saldaña, de 18 años de edad, quien la mayoría de su vida la ha pasado en Guerrero, afirmó que está conforme con vivir en un albergue. Ella ayuda a su abuela a preparar la comida para su familia y algunos otros habitantes del albergue; estudió sólo hasta la primaria y señala que lo que le gustaría ser de grande es estilista, pues actualmente está aprendiendo a peinar.

Por su parte, María Aparicio Apolinar, de 50 años de edad, quien vive en el albergue de Cocoyoc, se encarga de preparar los alimentos para algunas familias de ese albergue. Ella es originaria de Guerrero, tuvo ocho hijos y actualmente tiene siete nietos y habla tlapaneco.


El tiempo pasa lento en los albergues cañeros. Un cuarto de aproximadamente tres metros de largo por dos de ancho se convierte en el hogar de decenas de familias que llegan a dichos lugares durante la temporada de zafra.

En los albergues cañeros se les dota de lo necesario para vivir, así como de educación, talleres psicológicos y de salud, a fin de mejorar su calidad de vida.

En Morelos, la Confederación Nacional Campesina (CNC) tiene albergues en Yautepec, Cuautla y Ayala, en las comunidades de Cocoyoc, Calderón, Casasano, Puxtla, Olintepec, Chivatero y Moyotepec, respectivamente.

El albergue de Cocoyoc tiene una capacidad 22 cuartos, el albergue de calderón, 64 cuartos; Casasano, 62 cuartos; Puxtla con once cuartos y los albergues de Ayala una capacidad promedio de 22 cuartos cada uno; en cada cuarto se hospedan, en promedio, cuatro personas.

Desde años atrás hasta la fecha, las directivas de la CNC, actualmente encabezada por Carlos Arias Reyes, se enfocan en mejorar estos albergues y la calidad de vida de las familias jornaleras que durante seis meses viven en estos lugares, pues buscan renovar la infraestructura de los lugares, la pintura y buscar una convivencia sana entre las decenas de familias que ahí viven. Familias jornaleras de Puebla y Guerrero son las que cada periodo de zafra arriban a los albergues de la región.

El Sol de Cuautla realizó un recorrido por estos lugares, se comprobó el compromiso de los integrantes de la CNC y de los propios productores cañeros afiliados a la organización, sin embargo, las costumbres de estas familias dificulta que las mejoras sociales se puedan concretar.

Yesenia Salgado Pérez, trabajadora social de los albergues cañeros de la CNC, informó que a todas las familias que se albergan en estos lugares se les dota de un cuarto, agua, gas, energía eléctrica, servicios médicos y alimentación; también se gestionan juguetes, ropa, pañales, talleres, clases y demás servicios o objetos para las personas, todo esto sin ningún costo. Algunas instancias que participan son: Sedesol, Sedeso, Gobierno del estado, Cruz Roja, la Secretaría de Salud y particulares.

Algunas de las reglas básicas en estos albergues son: no consumir bebidas embriagantes dentro de los albergues, no fumar, no consumir drogas, no meter ningún tipo de mascota y no introducir armas.

Algunos de los servicios médicos que junto con la Jurisdicción Sanitaria No. 3 se ofrece en los albergues son odontología, medicina general, mastografía, papanicolaou, vacunación, presión arterial, planificación familiar, pruebas de VIH, de paludismo, tétanos entre otros.

Gracias a los trabajos de planificación familiar se ha logrado reducir hasta 50 por ciento la natalidad de la población en estos lugares.

Ahora, dentro de los albergues, también hay escuelas multigrado de tiempo completo, desde educación preescolar, primaria y secundaria los hijos de padres jornaleros pueden recibir sin ningún costo, donde además se les brinda desayunos escolares, material a ocupar, así como documentos con validez oficial de los temas que cursaron

La realidad de los albergues

Aunque los esfuerzos por parte de los integrantes de la CNC son muchos por mejorar los albergues y la calidad de vida de quienes ahí radican seis meses al año, la realidad es que estos se convierten en una lucha diaria contra las arraigadas costumbres de las familias: alcoholismo, machismo y deserción escolar para poder obtener un mejor futuro.

Si bien las familias que habitan son provenientes de otros estados de la República, la meta de los niños de los albergues es convertirse en capitanes de cañeros, no hay más.

Reyna Ramírez Saldaña, de 18 años de edad, quien la mayoría de su vida la ha pasado en Guerrero, afirmó que está conforme con vivir en un albergue. Ella ayuda a su abuela a preparar la comida para su familia y algunos otros habitantes del albergue; estudió sólo hasta la primaria y señala que lo que le gustaría ser de grande es estilista, pues actualmente está aprendiendo a peinar.

Por su parte, María Aparicio Apolinar, de 50 años de edad, quien vive en el albergue de Cocoyoc, se encarga de preparar los alimentos para algunas familias de ese albergue. Ella es originaria de Guerrero, tuvo ocho hijos y actualmente tiene siete nietos y habla tlapaneco.


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