En tres años, Karla creció considerablemente en los últimos años. Ella tenía siete años cuando los médicos le diagnosticaron leucemia linfoblástica aguda. Era una niña cuando sufrió el rechazo del conductor de un autobús de Estrella Roja que se negó a trasladarla de regreso a casa porque tenía náuseas, lo que podría resultar incómodo para el resto de los pasajeros.
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Tenía ocho años cuando, incapaces de seguir cubriendo los traslados en taxi hasta el Hospital del Niño Morelense y comprar los medicamentos necesarios, sus padres tuvieron que organizar rifas, colectas y eventos de recaudación para hacer frente a los gastos.
"Estoy agradecida con Dios porque me ha permitido seguir mi vida plenamente, al lado de mis papás, y porque ya no tengo esa enfermedad", dice Karlita, hoy de 13 años, en el patio de su casa.
Tenía 10 años cuando, después de 120 quimioterapias y el escrupuloso cuidado de su familia, los médicos la dieron de alta y tocó la campana en el hospital, acto que simboliza la recuperación de los niños con cáncer. Tenía 12 años cuando perdió a su mejor amigo, Adolfito, un niño de Jojutla a quien conoció en el hospital. Juntos compartieron el peso de la batalla, pero él no la superó. A Karla se le quiebra la voz cuando lo recuerda:
"Tenía un amigo muy especial para mí y lamentablemente falleció y lo extraño mucho, pero así es la vida", dice.
La oncóloga Karla
Karla está segura: después de la secundaria y la preparatoria, estudiará medicina y se especializará en oncología. Su intención es ayudar a otros niños, brindándoles la atención que ella recibió por parte de los médicos que salvaron su vida. En particular, de la doctora Iris Gallardo:
"Ella me inspiró. Fue mi primera doctora, la que, técnicamente, cuando yo estaba muy enferma, dio el tratamiento para estabilizarme y es una muy buena doctora, así que quiero llegar a tener la capacidad que ella tiene para tomar decisiones y qué medicamentos darle a cada niño, porque todos son diferentes y quiero llegar a tener ese entendimiento", afirma.
Karla tiene 13 años y vive con su familia en la colonia Juan Morales, en el municipio de Yecapixtla. Le gusta estudiar, va bien en la escuela y disfruta pasar tiempo con su madre. Ya no recibe quimioterapias, pero sigue acudiendo a revisión cada tres meses.
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