San Miguel Arcángel, en la religiosidad popular

Nuestras comunidades en su religiosidad ven en la imagen a quien se ha mostrado como vencedor del mal y derrotando al “diablo”

Víctor Hugo Valencia Valera

  · sábado 26 de septiembre de 2020

En nuestros pueblos, en nuestro país, en Latinoamérica y en los continentes y países donde predomina la religión católica, el simbolismo y representación de El Arcángel San Miguel sobresale en relación a las diversas santidades donde se ha promulgado el catolicismo, tanto por la importancia, lugar y espacio que esta religión le brindó desde su creación en el discurso católico, como por las propias comunidades y sociedad que por si mismas le han dado a este personaje de la divinidad católica.

Desde su propia creación “su poder es muy grande, como máximo patrón de la Iglesia, solamente inferior a Dios y a la Virgen, y así como San Juan Evangelista fue entre los apóstoles el discípulo predilecto, San Miguel es entre los espíritus celestiales el personaje más amado, por eso se le llama privado de Dios y supremo ministro de la “Santísima Trinidad”.

Nuestras comunidades en su religiosidad y visión del mundo y del universo, posiblemente no ubiquen al Arcángel San Miguel solamente en su hermosura y en su papel de soldado salvador, sino en la imagen que durante más de 400 años se les ha mostrado como vencedor del mal y derrotando al “diablo” con todo y su maléfico poder y que será y les representa la lucha eterna en la vida real y cotidiana que el hombre libra por sí mismo antes y después de presentarle y/o conocer de la existencia gráfica y visual de quien, por sobre todo vence y defenderá del mal para bien de otros, de todos, de nosotros. La apropiación mayoritaria de esta divinidad en nuestras comunidades indígenas y hoy mayoritariamente mestizas tiene que ver incluso por su adopción y vivencias que desde su cosmogonía prehispánica ya tenían y ubicaban entre divinidades malas y divinidades protectoras, que fueron muy bien aprovechadas por las órdenes religiosas mendicantes que arribaron al nuevo mundo americano y en donde el Arcángel San Miguel rápidamente fue adoptado como nos lo muestrean numéricamente los santuarios y espacios que se le dedica a este Arcángel a todo lo largo y ancho del país como garante de protección por el mismo hecho de nombrarlo y de tenerlo en nichos, portales, capillas y templos.

La frase que traspasó las fronteras de todos los territorios al señalamiento en el mundo cristiano de ¿Quién como Dios?, fue muy bien recibida en una población indígena que tenía en sí misma muchos dioses y debía repartir su creencia simbolista para proteger y protegerse de la maldad que se ubicaba en espacios muy lejanos y no percibidos visualmente: San Miguel se les brindó con mucha facilidad y ubicó a través de él todo el recurso de una fe que hoy en el siglo XXI se refrenda en no sólo como el líder y príncipe de las “milicias celestes”, con sus atributos a través de la balanza, la espada, la lanza, la palma, el cetro y la cruz y por supuesto que expresado con toda la imaginería popular posible o con toda la fineza que pintores de escuela, pintores empíricos y aprendices de maestros, dejaron la huella de estilos y aportaciones artísticas a través de este Arcángel vencedor de Lucifer.

A través de las representaciones de San Miguel Arcángel, fue posible también transmitir la imagen de:

“Lucifer” como “el que lleva la Luz” y era entre todos los ángeles, aquél qué Dios había creado con todo su esmero, haciéndolo tan bello que después de él no había nada que en belleza pudiera comparársele. Pero tanta hermosura perdió al ángel que, sintiéndose inmensamente hermoso, henchido de soberbia se creyó igual que su creador y se le desafió. Entonces otro espíritu bello y radiante apareció como rayo de guerra y combatió con él y le venció, precipitándole del cielo abajo al tiempo que exclamaba ¿Quis ut Deus? (¿Quién como Dios?) era este San Miguel, que por este acto de arrojo y amor a Dios, se convirtió en príncipe de los ángeles y el más bello de todos, pues a su hermosura propia fue transferida la que en castigo el perverso había perdido.1

Con este registro mítico pero hermoso y bellamente descrito, es posible y ha sido posible que nuestras poblaciones de las más recónditas comunidades vean en San Miguel, un seguro protector de cualquier calamidad que se presente, tanto en lo individual como en lo colectivo.

Para San Miguel hay diversas alabanzas y sacrificios, diversas danzas y homenajes, diversos ajuares vestidos, pero una sola imagen protectora que se brinda en su belleza y sus atributos insoslayables (balanza, espada, lanza, palma, etc.), y que nunca faltarán con todo y que se le brinden como plegaria y ruegos colgándole a su cuerpo atados de mazorcas, de grutas, de plantas, de imágenes, para pedir su fertilidad y regalos de su virtuosidad, pero fundamentalmente porque se les inculcó y se les convenció que es el Arcángel más cercano a Dios y seguro comunicador del creador celestial y del universo, de acuerdo a la doctrina cristiana.

El liderazgo de San Miguel Arcángel ha sido refrendado en la diversidad de la imaginería popular, en la riqueza de sus interpretaciones gráficas y escultóricas, pero fundamentalmente en la riqueza y cantidad de sus santuarios que se diversifican y multiplican en ciudades y comunidades con la seguridad de su protección.

Además de la variedad de plegarias y homenajes, ex votos, esculturas, grabados, etc., que se brindan a San Miguel Arcángel, me permito ubicar a manera de ejemplo la simbólica danza que se brinda a San Miguel y que se desarrolla y realiza con mucha devoción en las comunidades indígenas y mestizas; que aún mantienen la tradición en los pueblos de la Sierra Norte de Puebla y en los pueblos y comunidades colindantes al estado de Veracruz, como son Zozocolco de Hidalgo, Coxquihui, Chumatlán, Coyutla, Tecuantepec, en Veracruz, o en Jonotla, Tuzamapan, Huehuetla. Caxhuacán, San Miguel Tzinacapan, Cuetzalan, entre otros, en el estado de Puebla.

Esta danza a San Miguel que desarrollan y practican en estas comunidades de Puebla y Veracruz, viene de una importante enseñanza y aportación evangelizadora de diversos grupos misioneros que en su esfuerzo para transmitir la fe cristiana, lograron transmitir de manera práctica y didáctica la lucha del bien contra el mal que se expresa con colorido y gusto en un baile-danza que se prolonga por más de cuatro horas en un afán de mostrar a San Miguel tenaz y persistente, pero vencedor y protector ante una larga lucha con un diablo provocador e impertinente, que al final pierde en su obstinada pelea ante el príncipe de los ángeles.

Finalmente quisiera señalar y/o apuntar la trascendencia y significado que se brinda por la población o a través de una persona en lo individual, a los pedimentos o invocaciones que se le hacen al Arcángel San Miguel y en donde miles de plegarias llegan o van por su conducto, para pedir suficiente cosecha, erradicar plagas y males naturales, solicitar o detener lluvias, con la seguridad y confianza de que esas plegarias llegarán a buen destino para detener o apoyar en los perores males que al hombre le pueden suceder y que sólo un paladín y seguro protector como San Miguel Arcángel, hace posible una protección confirmada.

Las manifestaciones de fe y devoción a San Miguel Arcángel se manifiestan en una gran imaginería que traspasó fronteras, en la diversidad de formas para representarlo y que se plasmaron con toda la religiosidad que el recurso de la fe brindó a las poblaciones, para verter en este arcángel un cúmulo de esperanzas que se refrendaron en la seguridad que brindó la recreación de su imagen, para sentirse protegido más allá de lo que el hombre por sí mismo puede crear en el límite de su creación.

victor_valencia@inah.gob.mx

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