El reporte del IMCO sobre la competitividad urbana, debe preocupar enormemente a Antonio Villalobos Adán y Jesús Corona Damián, alcaldes electos de Cuernavaca y Cuautla, respectivamente, que deberán asumir funciones el 1 de enero próximo con el reto enorme de revertir de forma inmediata la tendencia negativa que ambas ciudades muestran en materia de atracción de inversiones y posibilidades de crecimiento económico de corto, mediano y largo plazo.
Uno puede entender las rencillas políticas que, en Morelos parecen ser de suma importancia en las cúpulas, pero ninguna de las dos ciudades pueden continuar centradas en vendettas entre grupos de poder, porque en el mediano plazo, ya no habrá poder qué disputar. Es simple, si el conflicto político sigue permitiendo el crecimiento de los índices de inseguridad, comprometiendo la apertura y funcionamiento de empresas, potenciando la enorme brecha entre los ingresos familiares de quienes más y quienes menos tienen, favoreciendo el desorden interno, apuntalando a la economía informal, aletargando la incorporación de nuevas formas de generación de energía, de producción de bienes y servicios, de atracción de inversiones, de fomento a la actividad turística, ambas ciudades están condenadas a desaparecer comprometiendo con ello la vida de la mitad de los habitantes del estado, y representando un lastre enorme para el resto de los municipios.
De lamentarse, porque los residentes de Cuernavaca y los de Cuautla son gente trabajadora y decente, a quienes a lo mejor tendría que criticárseles sólo su banalidad en términos de acción política. A final de cuentas, fueron los electores de ambas ciudades quienes seleccionaron a los cabildos que han padecido en los últimos trienios, y quienes parecen incapaces de exigir, más allá de sus cuentas en redes sociales, que sus gobiernos municipales ejerzan con mayor inteligencia los encargos que se les han conferido. Pero salvo ese pecadillo, lo cierto es que ninguna de las ciudades merece el destino al que parecen estarlas condenando desde hace décadas las pésimas administraciones que han tenido, en las que han campeado la corrupción, el burocratismo, la ineficiencia, la torpeza, la desidia, la indolencia, disfrazadas con un luminoso traje de conflictos políticos con el que pretenden parecer a la vanguardia de los cambios políticos del país. Debajo de esa capa, se asoma la patética vestimenta de todos los días, la miseria, los deficientes servicios públicos, el desempleo, el cierre de empresas, el crecimiento de la economía informal, los altos índices de criminalidad y violencia, algo así como Ciudad Gótica, pero como pueblitos y sin Batman.
En Jesús Corona Damián y Antonio Villalobos Adán, ambos identificados profundamente con las ciudades que gobernarán, se ha depositado la responsabilidad de rescatarlas. Ambos fueron postulados por el Movimiento de Regeneración Nacional, que a estas alturas ha generado muchas más dudas que certezas entre los ciudadanos que aún guardan cierta esperanza. La circunstancia de Corona Damián es diferente a la de Villalobos Adán. Se asume que el próximo edil de Cuautla tendrá apoyos del estado y la federación, mientras que el de Cuernavaca tendrá que ir a buscar cada peso que logre para la capital del estado. Así están las cosas dados los orígenes de ambos. En lo que son iguales hasta el momento es que ninguno de ambos ha sido capaz de pedir ayuda, más allá del discurso, a la ciudadanía a la que tienen que salvar. Probablemente porque saben que, una vez trepados los Cuernavacos y los Cuautlos, es muy probable que los rebasen y entonces sí deban ser alcaldes de las ciudades y no de los partidos o de los grupos que les postularon.
Twitter: @martinellito
Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx