/ miércoles 18 de abril de 2018

El primer voto joven en México

En enero de 1970, aún estando frescos los acontecimientos de la matanza de Tlatelolco en la memoria nacional, el gobierno consideró que podría reconciliarse con la juventud que había sido brutalmente reprimida, al conceder el voto desde los 18 años de edad.


Lo que parecía un avance democrático nació como una nueva afrenta, ya que desde octubre de 1969 Luis Echeverría Álvarez había sido nombrado como candidato del PRI a la Presidencia de la República. El cinismo no tenía límites al pretender que el primer voto joven en México se ejerciera a favor de quien había sido el Secretario de Gobernación durante el mandato de Gustavo Díaz Ordaz.


Antes de la reforma a la Ley Electoral de 1951, sólo podían votar quienes tenían 21 años; o 18 años, siempre y cuando estuvieran casados civilmente.


Con un lema distante a lo que ocurría en el país (“Arriba y adelante”), Echeverría fue respaldado por el PRI, el Partido Popular Socialista y el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana. Una época donde ser candidato era un mero trámite. En esa elección, el PRI ganó la Presidencia de la República contra el único adversario, Efraín González Morfín, del PAN; así como la mayoría absoluta en el Senado y la Cámara de Diputados, al obtener 11.7 millones de votos de los poco más de 14 millones posibles.


Luis Echeverría no tardaría mucho en volver a reprimir a los jóvenes de aquella época. Los acontecimientos del 10 de junio de 1971, también conocidos como la matanza del Jueves de Corpus, representan la expresión salvaje del autoritarismo de la época cuando una marcha de estudiantes en la Ciudad de México fue atacada por un grupo paramilitar denominado Halcones.


No creo que haya sido fácil la decisión del primer voto juvenil en los setentas. No puedo imaginar un joven votando por quien fuera responsable de ordenar matanzas estudiantiles. Mis padres y varios familiares pudieron ejercer su voto hasta las elecciones presidenciales de 1976, cuando alcanzaron los 18 años.


Me platican que, en aquel tiempo la principal oposición era el PAN y, muy a la zaga, el PCM. El hecho de saber que la maquinaria priísta era indestructible, generaba apatía y abstención entre los jóvenes; lo que explica su desinterés en la política. Me llamó la atención que recordaran el uso de campañas de miedo: “si no votas por el PRI, se perderán los trabajos o la prosperidad o el progreso…”.


También, que cualquier simple expresión juvenil en contra del gobierno era motivo para ser “fichado”. Los jóvenes y, en especial los estudiantes de esa época, vivieron el autoritarismo en su máxima expresión: represión violenta, persecución, violación de derechos, acoso y abuso de autoridad que terminaban en encarcelamientos y desapariciones que muchas veces iniciaban en el Campo Marte.


La juventud de hoy, no es la misma a la de aquel entonces, pero también tienen varios retos: i) vencer la apatía e inmiscuirse en los asuntos políticos; ii) no dejarse amedrentar contra las campañas de miedo; y iii) luchar contra el proceso actual que quiere volver al autoritarismo. Hoy existe un pluralismo político-electoral, pero los partidos no ofrecen sacudir el sistema vigente que ha sido culpable de mantener la economía atorada, los altos niveles de inseguridad, violencia y corrupción.


En Europa existen experiencias para hacer que los padres expliquen a los hijos sobre su decisión de voto o abstención. La razón tiene que ver con crear un lazo de corresponsabilidad, ya que las decisiones del pasado afectan el presente y comprometen el futuro de las personas. Es momento de reflexionar y sufragar en forma responsable, consciente e informada por la Patria que queremos.


Twitter/Facebook: @CzarArenas

En enero de 1970, aún estando frescos los acontecimientos de la matanza de Tlatelolco en la memoria nacional, el gobierno consideró que podría reconciliarse con la juventud que había sido brutalmente reprimida, al conceder el voto desde los 18 años de edad.


Lo que parecía un avance democrático nació como una nueva afrenta, ya que desde octubre de 1969 Luis Echeverría Álvarez había sido nombrado como candidato del PRI a la Presidencia de la República. El cinismo no tenía límites al pretender que el primer voto joven en México se ejerciera a favor de quien había sido el Secretario de Gobernación durante el mandato de Gustavo Díaz Ordaz.


Antes de la reforma a la Ley Electoral de 1951, sólo podían votar quienes tenían 21 años; o 18 años, siempre y cuando estuvieran casados civilmente.


Con un lema distante a lo que ocurría en el país (“Arriba y adelante”), Echeverría fue respaldado por el PRI, el Partido Popular Socialista y el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana. Una época donde ser candidato era un mero trámite. En esa elección, el PRI ganó la Presidencia de la República contra el único adversario, Efraín González Morfín, del PAN; así como la mayoría absoluta en el Senado y la Cámara de Diputados, al obtener 11.7 millones de votos de los poco más de 14 millones posibles.


Luis Echeverría no tardaría mucho en volver a reprimir a los jóvenes de aquella época. Los acontecimientos del 10 de junio de 1971, también conocidos como la matanza del Jueves de Corpus, representan la expresión salvaje del autoritarismo de la época cuando una marcha de estudiantes en la Ciudad de México fue atacada por un grupo paramilitar denominado Halcones.


No creo que haya sido fácil la decisión del primer voto juvenil en los setentas. No puedo imaginar un joven votando por quien fuera responsable de ordenar matanzas estudiantiles. Mis padres y varios familiares pudieron ejercer su voto hasta las elecciones presidenciales de 1976, cuando alcanzaron los 18 años.


Me platican que, en aquel tiempo la principal oposición era el PAN y, muy a la zaga, el PCM. El hecho de saber que la maquinaria priísta era indestructible, generaba apatía y abstención entre los jóvenes; lo que explica su desinterés en la política. Me llamó la atención que recordaran el uso de campañas de miedo: “si no votas por el PRI, se perderán los trabajos o la prosperidad o el progreso…”.


También, que cualquier simple expresión juvenil en contra del gobierno era motivo para ser “fichado”. Los jóvenes y, en especial los estudiantes de esa época, vivieron el autoritarismo en su máxima expresión: represión violenta, persecución, violación de derechos, acoso y abuso de autoridad que terminaban en encarcelamientos y desapariciones que muchas veces iniciaban en el Campo Marte.


La juventud de hoy, no es la misma a la de aquel entonces, pero también tienen varios retos: i) vencer la apatía e inmiscuirse en los asuntos políticos; ii) no dejarse amedrentar contra las campañas de miedo; y iii) luchar contra el proceso actual que quiere volver al autoritarismo. Hoy existe un pluralismo político-electoral, pero los partidos no ofrecen sacudir el sistema vigente que ha sido culpable de mantener la economía atorada, los altos niveles de inseguridad, violencia y corrupción.


En Europa existen experiencias para hacer que los padres expliquen a los hijos sobre su decisión de voto o abstención. La razón tiene que ver con crear un lazo de corresponsabilidad, ya que las decisiones del pasado afectan el presente y comprometen el futuro de las personas. Es momento de reflexionar y sufragar en forma responsable, consciente e informada por la Patria que queremos.


Twitter/Facebook: @CzarArenas

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