/ viernes 9 de febrero de 2024

2024, año electoral. ¿Qué pasa con la Cuarta Transformación en Morelos?

Empieza un nuevo año, un año especial en varios aspectos, se trata de un año bisiesto, un año olímpico, y en el caso mexicano, un año electoral, donde este último rubro es medular para la vida pública del país para los siguientes 6 años.

Con el triunfo en 2018 de López Obrador como la gran esperanza de México y como máximo exponente de la izquierda mexicana se generaron grandes expectativas siendo el mismo AMLO quién puso la vara muy alta; él hablaba principalmente que se crecería al 6% del PIB, que habría un sistema de salud digno para los mexicanos, así como una reforma educativa que cambiase el paradigma que se venía gestando con los gobiernos neoliberales, pero también abordó el tema de inseguridad combatiéndolo con una estrategia que implicaría dos ejes principales: 1) combatir las causas que generan la delincuencia y 2) la instauración de la Guardia Nacional como dispositivo para combatir a la delincuencia organizada. Estos aspectos entre otros más eran esa luz que muchos mexicanos esperaban con la llegada de la izquierda al poder. Se vendió muy bien el discurso de la Cuarta Transformación.

Ahora bien, se está terminando el sexenio de la carta más fuerte que tenían millones de mexicanos para que llegase esa Cuarta Transformación, y objetivamente esa transformación no he llegado en los términos que se prometieron. Es importante señalar que en la política instaurada por López Obrador ha cambiado el paradigma que se tenía desde 1982 y que llegó a su clímax con Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto: “primero los ricos”; ya que como lo dijo en su momento Armando Bartra, y es cierto, ahora con AMLO es “primero los pobres”, y esto es muy importante y se ha visto en la manera de confeccionar política desde Palacio Nacional. El tema es que no le alcanzó el tiempo a cabecita de algodón para concretar lo prometido en campaña, y esto se debe a muchos factores tanto internacionales como dentro del propio país, recordando que la pandemia de 2020 no estaba en el radar y esto menguó la actividad económica por lo que el ansiado crecimiento económico en tiempos del milagro mexicano sería imposible.

También la reforma educativa de Obrador que fue una contra reforma a la de Peña Nieto no es lo que se esperaba por distintos aspectos, aunque es cierto que se debe apostar por una política más axiológica que permee en los futuros ciudadanos donde la vertiente humanista es indispensable pero las formas de dicha reforma no son las ideales ni tampoco las más justas. Hay una estructura que tiene efectos diferenciados en los sujetos que forman parte del sistema de educación básica y media superior en México, que rompen con el principio de justicia, y es algo en el que el presidente debe ser coherente, ya que como lo ha dicho, palabras más palabras menos, si se debe optar entre la justicia o lo que se establece en la ley, debe prevalecer la justicia.

Y es precisamente el tema de la justicia que no ha llegado al 100 por ciento a México, principalmente en Morelos. ¿Qué ha pasado con esa Cuarta Transformación en Morelos? No se ha concretado y no se concretará si no se atiende el tema de la inseguridad que se vive en la tierra de Emiliano Zapata, en donde los políticos sean del partido que sean no les interesa la ciudadanía sino que en su mayoría ven por intereses propios para hacerse de poder, teniendo el caso de la candidata Lucy Meza por el Frente Amplio, ese bodrio político y cínico conformado por el PAN, PRI y PRD, en donde hay que tener poca memoria y visión política como para creer en una propuesta como esa donde el antagonismo político e histórico entre PAN y el PRI, así como lo que queda del PRD, se unen para ver por el “bien” de México, o más bien por el de sus intereses de oligarquía. En el caso de los políticos de Morena, y ahora en su mayoría aspirantes a ser candidatos a cargos de elección popular, no conocen ni hacen suyos los ideales de MORENA, por lo que dejan mucho que desear de su trabajo legislativo o gubernamental como en el caso de Juanita Guerra, Brenda Espinoza o Rodrigo Arredondo, que tienen la intención de seguir como representantes populares, no haciendo una autocrítica a las deficiencias del gobierno morenista principalmente en el tema de seguridad pública. Se la pasan tomándose fotos con sus cuatro deditos como si eso solucionara todo provocando un efecto de amnesia en el electorado.

Hay que tener muy presente que la principal función del Estado es garantizar la seguridad de sus ciudadanos, y en caso del Estado Mexicano, así como en Morelos, y principalmente en Cuautla, esa función no se está dando a pesar de que haya discursos y estrategias de medio pelo que tratan de tapar el sol con un dedo. Es en estos momentos donde la inseguridad impera en todos los rincones de Morelos, reafirmándose la tesis de Thomas Hobbes que el hombre es el lobo del hombre, y éste es malo por naturaleza. La situación insostenible de inseguridad ha fracturado a las estructuras del Estado Mexicano por lo que el Estado de Derecho es una ficción, prevaleciendo la ley de la selva, y la justicia quedando como un lindo ideal. No se está cumpliendo lo establecido en el artículo 21 constitucional, ya que la seguridad pública es una función del Estado cuyos fines son salvaguardar la vida, las libertades, la integridad y el patrimonio de las personas, así como contribuir a la generación y preservación del orden público y la paz social. Se está privando de la vida a muchos ciudadanos y familiares, se les coarta su libertad con los derechos de piso y extorsiones, así como su integridad y patrimonio por parte del crimen organizado, en donde los códigos de “honor” se han olvidado si es que alguna vez los tuvieron. No hay justificación para delinquir.

Es 2024, año de elecciones donde se dilucida que volverá a ganar MORENA la presidencia y la gubernatura de Morelos, ya que la oposición y sus candidatos son de broma, pero es importante que si no se atiende la inseguridad que será el gran reto para el siguiente sexenio, es muy probable que la Cuarta Transformación se quede en un dulce sueño del que los mexicanos despierten para 2030 para afrontar una pesadilla que ya es una realidad. Es momento que los gobiernos morenistas y políticos hagan una autocrítica de sus gestiones y se reinventen. Se habla de una “cuarta transformación” pero ésta no se concretará si se siguen realizando esas prácticas priistas que tanto han dañado a la democracia mexicana que sigue estando en pañales. Que se rompa con esa frase que “un priista en cada hijo te dio”. En una democracia es esencial que la ciudadanía se fortalezca y sea más activa en los asuntos de la arena pública, sin embargo, también es importante que se depuren los partidos políticos que tendrían que ser la vía de conexión entre los ciudadanos y el poder político y no de los delincuentes con el poder público. Hay mucho por hacer para mejorar este país, y quizás lo inmediato sea elegir bien a los gobernantes y por más que AMLO sea ese personaje carismático del que nos habló Max Weber, no se debe ya votar en cascada.



Empieza un nuevo año, un año especial en varios aspectos, se trata de un año bisiesto, un año olímpico, y en el caso mexicano, un año electoral, donde este último rubro es medular para la vida pública del país para los siguientes 6 años.

Con el triunfo en 2018 de López Obrador como la gran esperanza de México y como máximo exponente de la izquierda mexicana se generaron grandes expectativas siendo el mismo AMLO quién puso la vara muy alta; él hablaba principalmente que se crecería al 6% del PIB, que habría un sistema de salud digno para los mexicanos, así como una reforma educativa que cambiase el paradigma que se venía gestando con los gobiernos neoliberales, pero también abordó el tema de inseguridad combatiéndolo con una estrategia que implicaría dos ejes principales: 1) combatir las causas que generan la delincuencia y 2) la instauración de la Guardia Nacional como dispositivo para combatir a la delincuencia organizada. Estos aspectos entre otros más eran esa luz que muchos mexicanos esperaban con la llegada de la izquierda al poder. Se vendió muy bien el discurso de la Cuarta Transformación.

Ahora bien, se está terminando el sexenio de la carta más fuerte que tenían millones de mexicanos para que llegase esa Cuarta Transformación, y objetivamente esa transformación no he llegado en los términos que se prometieron. Es importante señalar que en la política instaurada por López Obrador ha cambiado el paradigma que se tenía desde 1982 y que llegó a su clímax con Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto: “primero los ricos”; ya que como lo dijo en su momento Armando Bartra, y es cierto, ahora con AMLO es “primero los pobres”, y esto es muy importante y se ha visto en la manera de confeccionar política desde Palacio Nacional. El tema es que no le alcanzó el tiempo a cabecita de algodón para concretar lo prometido en campaña, y esto se debe a muchos factores tanto internacionales como dentro del propio país, recordando que la pandemia de 2020 no estaba en el radar y esto menguó la actividad económica por lo que el ansiado crecimiento económico en tiempos del milagro mexicano sería imposible.

También la reforma educativa de Obrador que fue una contra reforma a la de Peña Nieto no es lo que se esperaba por distintos aspectos, aunque es cierto que se debe apostar por una política más axiológica que permee en los futuros ciudadanos donde la vertiente humanista es indispensable pero las formas de dicha reforma no son las ideales ni tampoco las más justas. Hay una estructura que tiene efectos diferenciados en los sujetos que forman parte del sistema de educación básica y media superior en México, que rompen con el principio de justicia, y es algo en el que el presidente debe ser coherente, ya que como lo ha dicho, palabras más palabras menos, si se debe optar entre la justicia o lo que se establece en la ley, debe prevalecer la justicia.

Y es precisamente el tema de la justicia que no ha llegado al 100 por ciento a México, principalmente en Morelos. ¿Qué ha pasado con esa Cuarta Transformación en Morelos? No se ha concretado y no se concretará si no se atiende el tema de la inseguridad que se vive en la tierra de Emiliano Zapata, en donde los políticos sean del partido que sean no les interesa la ciudadanía sino que en su mayoría ven por intereses propios para hacerse de poder, teniendo el caso de la candidata Lucy Meza por el Frente Amplio, ese bodrio político y cínico conformado por el PAN, PRI y PRD, en donde hay que tener poca memoria y visión política como para creer en una propuesta como esa donde el antagonismo político e histórico entre PAN y el PRI, así como lo que queda del PRD, se unen para ver por el “bien” de México, o más bien por el de sus intereses de oligarquía. En el caso de los políticos de Morena, y ahora en su mayoría aspirantes a ser candidatos a cargos de elección popular, no conocen ni hacen suyos los ideales de MORENA, por lo que dejan mucho que desear de su trabajo legislativo o gubernamental como en el caso de Juanita Guerra, Brenda Espinoza o Rodrigo Arredondo, que tienen la intención de seguir como representantes populares, no haciendo una autocrítica a las deficiencias del gobierno morenista principalmente en el tema de seguridad pública. Se la pasan tomándose fotos con sus cuatro deditos como si eso solucionara todo provocando un efecto de amnesia en el electorado.

Hay que tener muy presente que la principal función del Estado es garantizar la seguridad de sus ciudadanos, y en caso del Estado Mexicano, así como en Morelos, y principalmente en Cuautla, esa función no se está dando a pesar de que haya discursos y estrategias de medio pelo que tratan de tapar el sol con un dedo. Es en estos momentos donde la inseguridad impera en todos los rincones de Morelos, reafirmándose la tesis de Thomas Hobbes que el hombre es el lobo del hombre, y éste es malo por naturaleza. La situación insostenible de inseguridad ha fracturado a las estructuras del Estado Mexicano por lo que el Estado de Derecho es una ficción, prevaleciendo la ley de la selva, y la justicia quedando como un lindo ideal. No se está cumpliendo lo establecido en el artículo 21 constitucional, ya que la seguridad pública es una función del Estado cuyos fines son salvaguardar la vida, las libertades, la integridad y el patrimonio de las personas, así como contribuir a la generación y preservación del orden público y la paz social. Se está privando de la vida a muchos ciudadanos y familiares, se les coarta su libertad con los derechos de piso y extorsiones, así como su integridad y patrimonio por parte del crimen organizado, en donde los códigos de “honor” se han olvidado si es que alguna vez los tuvieron. No hay justificación para delinquir.

Es 2024, año de elecciones donde se dilucida que volverá a ganar MORENA la presidencia y la gubernatura de Morelos, ya que la oposición y sus candidatos son de broma, pero es importante que si no se atiende la inseguridad que será el gran reto para el siguiente sexenio, es muy probable que la Cuarta Transformación se quede en un dulce sueño del que los mexicanos despierten para 2030 para afrontar una pesadilla que ya es una realidad. Es momento que los gobiernos morenistas y políticos hagan una autocrítica de sus gestiones y se reinventen. Se habla de una “cuarta transformación” pero ésta no se concretará si se siguen realizando esas prácticas priistas que tanto han dañado a la democracia mexicana que sigue estando en pañales. Que se rompa con esa frase que “un priista en cada hijo te dio”. En una democracia es esencial que la ciudadanía se fortalezca y sea más activa en los asuntos de la arena pública, sin embargo, también es importante que se depuren los partidos políticos que tendrían que ser la vía de conexión entre los ciudadanos y el poder político y no de los delincuentes con el poder público. Hay mucho por hacer para mejorar este país, y quizás lo inmediato sea elegir bien a los gobernantes y por más que AMLO sea ese personaje carismático del que nos habló Max Weber, no se debe ya votar en cascada.