/ jueves 1 de noviembre de 2018

Exhiben la obra gráfica de Rufino Tamayo

Las obras son las que el artista creó en el Tamarind Lithographic Workshop, taller de experimentación en Estados Unidos

Una colección de litografías que Rufino Tamayo realizó en un taller de experimentación en la Unión Americana, se presentan ante el público mexicano para dar cuenta de la versatilidad artística del creativo oaxaqueño.

Juan Carlos Pereda Gutiérrez, subdirector de Colecciones y curador del Museo Tamayo Arte Contemporáneo, donde se encuentra la muestra, dio los detalles de Rufino Tamayo en el Tamarind Lithographic Workshop, muestra que permanecerá abierta al público hasta el próximo año.

“Tenemos una sala dedicada a la obra de Tamayo con acervo del recinto. En este momento se presenta un recorrido por los últimos 20 años de su creación”, señaló Pereda Gutiérrez, quien también explicó que dinamizan la sala colocando algunas obras de colecciones privadas, a las cuales se suman piezas de arte gráfico, con el objetivo de que el público siempre encuentre una novedad.

Esta exposición del Museo Tamayo Arte Contemporáneo presenta las aportaciones y logros del artista oaxaqueño en el Tamarind Lithographic Workshop, un taller y laboratorio de experimentación en el que, a través de la creación, investigación, valoración y distribución de la litografía, se buscó abatir las circunstancias críticas por las que atravesó esta disciplina a finales de 1950 en Estados Unidos.

Después de residir algunos años en Estados Unidos y Europa, en 1964 Rufino Tamayo decidió retornar a México. Ya instalado en nuestro país, fue invitado al Tamarind Lithographic Workshop de Los Ángeles, California. Es así como, con un patrocinio de la Ford Motor Company, entre octubre y noviembre de ese año, el reconocido artista mexicano creó 26 litografías con un reducido tiraje de 20 ejemplares.

Juan Carlos Pereda Gutiérrez indicó que, en esas obras, Tamayo experimentó con gran soltura y libertad y, al mismo tiempo, trabajó con una sofisticación y sentido estético que recogió toda su experiencia con el arte prehispánico. Realizó un diálogo con lo contemporáneo, dando como resultado un grupo revolucionario de gráficas de pequeño y gran formato.

“En el último momento, próximo a regresar a México para recibir el Premio Nacional de Artes, interrumpió el proceso de experimentación que estaba llevando a cabo y se le ocurrió usar un pedazo de papel madera con chapopote y con esto logró algunas de las obras más extraordinarias, no solamente salidas del Tamarind, sino de toda la historia de la gráfica en México, como Hombre transparente, donde logra cosas increíbles con un solo trozo de papel enchapopotado”, relató Pereda.

Además, se valió de materiales que aportaron cualidades diversas a la expresión formal: lápices, crayones, barras litográficas de diferente consistencia y color, tusches aplicados de distintas maneras, pastas, calcos y herramientas inventadas por el artista que dieron lugar a singulares efectos. Su mayor aporte, sin embargo, fue sumar ciertos accidentes técnicos para integrarlos como elementos estéticos.

Cuando Tamayo terminó de hacer este trabajo en el Tamarind, los museos interesados en obra gráfica contemporánea como el Albertina de Viena, el MoMA o el Metropolitan inmediatamente adquirieron algunas de estas piezas. Por ello, este grupo de litografías es muy difícil de ver, mencionó el curador, porque la mayoría pertenecen a colecciones privadas.

En su paso por el Tamarind Lithographic Workshop, Rufino Tamayo renovó el arte gráfico en Estados Unidos, abrió nuevos caminos de expresión artística y contribuyó a restablecer el prestigio de la litografía como una disciplina contemporánea.

Las obras de la muestra constan de personajes de medio cuerpo en diferentes actitudes, mujeres, fantasmas, rostros y máscaras que fueron construidos por Tamayo con ciertos procedimientos técnicos que ya existían, pero que se consideraban errores y que, a partir de ese momento, se constituyeron en los nuevos recursos técnicos y conceptuales que el artista de Oaxaca estaba integrando al campo de la impresión, como modos del quehacer artístico de vanguardia, expresados con nuevos resultados técnicos que revolucionaron el medio gráfico internacional.


Una colección de litografías que Rufino Tamayo realizó en un taller de experimentación en la Unión Americana, se presentan ante el público mexicano para dar cuenta de la versatilidad artística del creativo oaxaqueño.

Juan Carlos Pereda Gutiérrez, subdirector de Colecciones y curador del Museo Tamayo Arte Contemporáneo, donde se encuentra la muestra, dio los detalles de Rufino Tamayo en el Tamarind Lithographic Workshop, muestra que permanecerá abierta al público hasta el próximo año.

“Tenemos una sala dedicada a la obra de Tamayo con acervo del recinto. En este momento se presenta un recorrido por los últimos 20 años de su creación”, señaló Pereda Gutiérrez, quien también explicó que dinamizan la sala colocando algunas obras de colecciones privadas, a las cuales se suman piezas de arte gráfico, con el objetivo de que el público siempre encuentre una novedad.

Esta exposición del Museo Tamayo Arte Contemporáneo presenta las aportaciones y logros del artista oaxaqueño en el Tamarind Lithographic Workshop, un taller y laboratorio de experimentación en el que, a través de la creación, investigación, valoración y distribución de la litografía, se buscó abatir las circunstancias críticas por las que atravesó esta disciplina a finales de 1950 en Estados Unidos.

Después de residir algunos años en Estados Unidos y Europa, en 1964 Rufino Tamayo decidió retornar a México. Ya instalado en nuestro país, fue invitado al Tamarind Lithographic Workshop de Los Ángeles, California. Es así como, con un patrocinio de la Ford Motor Company, entre octubre y noviembre de ese año, el reconocido artista mexicano creó 26 litografías con un reducido tiraje de 20 ejemplares.

Juan Carlos Pereda Gutiérrez indicó que, en esas obras, Tamayo experimentó con gran soltura y libertad y, al mismo tiempo, trabajó con una sofisticación y sentido estético que recogió toda su experiencia con el arte prehispánico. Realizó un diálogo con lo contemporáneo, dando como resultado un grupo revolucionario de gráficas de pequeño y gran formato.

“En el último momento, próximo a regresar a México para recibir el Premio Nacional de Artes, interrumpió el proceso de experimentación que estaba llevando a cabo y se le ocurrió usar un pedazo de papel madera con chapopote y con esto logró algunas de las obras más extraordinarias, no solamente salidas del Tamarind, sino de toda la historia de la gráfica en México, como Hombre transparente, donde logra cosas increíbles con un solo trozo de papel enchapopotado”, relató Pereda.

Además, se valió de materiales que aportaron cualidades diversas a la expresión formal: lápices, crayones, barras litográficas de diferente consistencia y color, tusches aplicados de distintas maneras, pastas, calcos y herramientas inventadas por el artista que dieron lugar a singulares efectos. Su mayor aporte, sin embargo, fue sumar ciertos accidentes técnicos para integrarlos como elementos estéticos.

Cuando Tamayo terminó de hacer este trabajo en el Tamarind, los museos interesados en obra gráfica contemporánea como el Albertina de Viena, el MoMA o el Metropolitan inmediatamente adquirieron algunas de estas piezas. Por ello, este grupo de litografías es muy difícil de ver, mencionó el curador, porque la mayoría pertenecen a colecciones privadas.

En su paso por el Tamarind Lithographic Workshop, Rufino Tamayo renovó el arte gráfico en Estados Unidos, abrió nuevos caminos de expresión artística y contribuyó a restablecer el prestigio de la litografía como una disciplina contemporánea.

Las obras de la muestra constan de personajes de medio cuerpo en diferentes actitudes, mujeres, fantasmas, rostros y máscaras que fueron construidos por Tamayo con ciertos procedimientos técnicos que ya existían, pero que se consideraban errores y que, a partir de ese momento, se constituyeron en los nuevos recursos técnicos y conceptuales que el artista de Oaxaca estaba integrando al campo de la impresión, como modos del quehacer artístico de vanguardia, expresados con nuevos resultados técnicos que revolucionaron el medio gráfico internacional.


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